Capitulo 32. Buenas Noticias

1.5K 165 21
                                    


Mi celular sonó en mi bolso y corrí a contratarlo después de terminar de tomar una orden. Estaba riendo con mi madre cuando la voz de un desconocido lleno la línea.

Llamada telefónica.

¿Si? —Pregunte.

—¿Zeed Collins? —Pregunto una voz masculina. Frunci el ceño. Observé el número y note que no estaba registrado.

—Soy yo... ¿Quién...?

—Llamo de la propiedad de Lucy Blacke. Ella me dio su número. Tenemos una urgencia y necesitamos que venga lo antes posible. Es urgente. —Hablaba con un tono de seriedad.

—¿Le ocurrió algo? —Sentí mis nervios recorrer mi sangre. Mi madre me observaba con cautela cada maniobra que yo hacia.

—Estamos llevandola al hospital. Esta en un estado de shock.

—Voy enseguida. —Colgué el teléfono y corrí a buscar mi chaqueta, la tomé y me despedí de mi madre con un beso mientras subía a mi auto.

Acelere todo lo que puse mientras mentalizaba todo tipo de sucesos que podrían haberle ocurrido. El doctor no mencionó un accidente. Sino un estado de shock.

Estaba eufórico, la bocina estuvo encendida todo el viaje para que ningún inútil llegase a cruzarse delante de mi auto. De cualquier modo, no me molestaría estrellarme contra otro auto con tal de llegar.

—¡Muévete idiota! —Grité con fuerza a un tarado que se resistía a moverse.

Llegué en cuestión de diez minutos, cuando un viaje normal me hubiese demorado entre media hora y cuarenta minutos. Lo primero que vi en esa casa, fueron las luces titilantes de las ambulancias y la sirena de la policía. Todo estaba rodeado con cintas de seguridad y retenian el paso de la gente que no era importante. Baje de mi auto y camine hasta una de las oficiales. Expresé que yo era el chico que habían llamado hace unos minutos, y la mujer me cedió el paso.

Observé a los padres de Lucy abrazados a su lado, y corrí hacía ella. Quería verla, y sentir que estaba bien. Quería saber que ella no corría peligro. Entonces, observé sus manos llenas de sangre, y me detuve.

Su madre me observo y camine hacia ellos, con cautela. Ninguno dijo palabra alguna.

Lucy no se veía lastimada, claramente ella no había sido la del accidente. Pero obviamente, de alguien era esa sangre que se extendía por sus manos y ropa.

Entonces, oí los gritos desde dentro de la casa, dando indicaciones hacia donde ir. Alcance a ver dos enfermeros cargar con una camilla. Y sobre ella, un sujeto que no pude distinguir muy bien. Ambos gritaban desesperados que ese sujeto aún tenía pulso.

Al llegar a la ambulancia, pude ver el cabello de Jeremmy sobre la sábana que lentamente, se cubría de un color carmesí. Era el.

Me acerqué todo lo que pude con un nudo en el estómago. Sentía mi corazón partirse en mil pedazos al verlo con esa venda en la cabeza, que aún así no detenía la evidente hemorragia.

—¡Jeremmy! ¡Jeremmy por amor de Dios! —Grité de manera desesperada. Unos paramédicos me tomaron de los brazos.

—No puedes pasar hijo... —Susurro uno de ellos.

—¡Es mi amigo! —Solloze con lágrimas en mis ojos. —¡Es mi mejor amigo! —Las lágrimas gritaban como dos cascadas de mis ojos.

—Estará bien... haremos todo lo que podamos.

Observé una vez más a Lucy, cuellos ojos también contenían unas lágrimas que querían escapar. Moría por preguntarle, pero uno de los paramédicos la llevo consigo a otra ambulancia.

(...)

Me encontré observando durante dos horas la misma mancha en  suelo. Los azulejos blancos del suelo lo hacían ver brillante.

Megan e Ethan hacia poco que se habían marchado, tras saber que su hija estaba bien, pero que permanecería hasta la mañana en observación.

Eso no me tenía preocupado. Sino el hecho de que mi mejor amigo había entrado hacia más de dos horas al quirófano y no tenía ninguna respuesta desde entonces.

Observé por milésima vez el reloj. Eran poco más de las tres y media de la madrugada, y yo no tenía sueño en lo absoluto.

Un doctor de apariencia joven, pero lleno de experiencia, se acercó a mi lado con una de sus carpetas llenas de papeles. Entusiasmado, limpie mis manos sudorosas y lo observé con atención

— Tu debes ser Zeed Collins. El novio de Lucy Blacke ¿Verdad? Eso es lo que ella nos dijo. —Sonrió.

—Soy yo... ¿Qué le ocurre? —Tome el teléfono, por si tuviera que avisarle a sus padres algo con urgencia.

—Nada malo en realidad. —Dio una palmada en mi hombro y volvió a sonreír. —Debo felicitarte.

—¿De que habla? —Frunci el ceño.

—Ella está embarazada. —Expresó con alegría.

Una mezcla de alegría, nervios y confusión llenaron mi corazón. No podía creerlo, entre tanta mierda, al fin una buena noticia.

Sonreí y comencé a reír cuál niño con nuevo juguete. No podía imaginar una pequeña Lucy corriendo por todos lados. Diciéndome papá.

Tras pensar en que momento había ocurrido, llegue a la conclusión de que el día que ella golpeó la puerta de mi casa, tuvimos relaciones sin condón. Y aunque crei que ella se cuidaba, al parecer no lo hacía.

—Cremos que está de unos tres meses, y le preescribiremos una cita con el ecografo para mañana si está de acuerdo con eso. —Sonrió.

—Que alegría... —Expresé.

—Familiares de Jeremmy Mayer. —Otro doctor llegó a la sala, mientras este se despedía. Me paré y camine hacia el. Prácticamente era el único en ese lugar.

—¿Está bien? —Pregunté observando su expresión.

—Bueno, es difícil describir su estado ahora. Sólo dire que es afortunado. Pues la bala tiene un orificio de entrada y otro de salida, además de que sólo corrompio en el  hemisferio izquierdo, lo que posiblemente signifique que no le queden secuelas físicas después de su posible recuperación. En este momento está en estado de coma, para que su cerebro pueda relajarse y sanarse por si solo. Estaremos informando cualquier inconveniente.

Suspire, con un alivio inminente. Sonreí y me di cuenta de que ambos estaban bien y que el día de hoy no había perdido a nadie. Ni a mi mejor amigo, ni a mi hermosa mujer.

Ambos estaban bien. Y estaba eternamente agradecido por eso. 

Mi Chica Ideal ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora