Lo aprendí de ti

Cap 41: Eso ya es cosa del pasado y no vale la pena

Ya van a ser quince minutos que estoy parado en esta esquina y no hay señales de Denise. Le dejé claro que quería que sea puntual porque tengo que trabajar, pero al parecer no entendió.

Lo que más quiero es aclarar las cosas y ver que será de nosotros porque para ser sincero yo ya no sé en que se está transformando esta relación.

A unos pocos metros, logro divisar una cabellera rubia. Trae puesta una falda color bordó, un top blanco, una chaqueta roja y unas infaltables gafas de sol.
Siempre tan extravagante para vestir. No puedo negar que se ve muy linda.

Cuando ya estamos cerca me saluda con un beso, uno seco y desinteresado. Yo no me muevo de mi lugar y no respondo al saludo.

—Supongo que ya sabes lo que tenemos pendiente, creo que no hace falta que te diga todo lo que te dije por teléfono

No quiero perder tiempo y la conozco muy bien, sé que con tal de pasar por encima esto va a alargar la conversación o saltar con otro tema.

—Recién son las ocho de la mañana, si ya me vas a hablar así será mejor que me vay...

—No te vas a ir, deja de escaparte siempre —levanto la voz pero no tanto como para que alguien nos escuche. De todos modos no me importaría que la gente nos oiga, tengo cosas más importantes de las que preocuparme.

—Bien, si me vas a hablar de lo del viaje con tus amiguitos te digo que ya está, no estoy enojada por eso

¿Así de fácil piensa que es arreglar las cosas?

Tomo aire y lo suelto con la poca tranquilidad que me queda, no quiero salirme de quicio.

—Mira Denise, yo no sé que nos pasó. Sólo quisiera que me demostraras el mismo interés que yo demuestro por ti

—¿Qué estás queriendo decir? Lo hago todo el tiempo, tú eres el que pasa más tiempo con esa... agh con la castaña —se cruza de brazos.

Lo único que faltaba, que la meta a Michelle.
Sin importar lo que dice, trato de mantener un aspecto sereno.

—Claro que no, yo paso la misma cantidad de tiempo con mis amigos y contigo. Tú eres la que nunca responde mis mensajes y siempre me pregunto que estás haciendo. Me preocupo por ti

Sin darme cuenta, casi estoy gritando y un par de personas que pasan nos miran sin disimulo.
Odio esta maldita situación.

Ella sólo se queda muda, como si se hubiera asustado por lo que le dije.

—Yo también quiero que volvamos a ser como antes Louis, no creas que eres el único que quiere arreglar todo—sus ojos ahora están súper cristalizados ¿Va a llorar? ¿Esto es en serio? 

—Oyeme, tranquilízate —le tomo una mano—, si ambos aportamos de nuestro lado podemos hacer que las cosas mejoren

—Está bien, ahora sólo quiero irme, debo ir a la Universidad —se sorbe la nariz y se da media vuelta.

Estuve a punto de decirle que terminemos la conversación como se debe, pero no vale la pena. Además ya tengo que entrar a trabajar, y lo más probable es que el mal humor me persiga durante el resto del día.

(...)

Literalmente hace media hora estoy mirando como nadan los pequeños peces. Hay una pecera a un lado del mostrador.
Me encantaría ser un pez, no tener ninguna preocupación, sólo nadar.

Hay sólo tres personas en el bar y yo estoy muy aburrido, encima Michelle faltó.
Por lo que me dijo el encargado, se sentía mal.

Miro mi celular y veo que su última conexión ha sido hace horas, así que tacho la idea de enviarle un mensaje, puede que esté durmiendo.
No quiero que piense que soy un pesado, aunque lo más probable es que ya lo piense, a quien quiero engañar.