Cap 31: Un lento no se baila de a tres

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Creo que ya vamos a mitad de camino y las manos no dejan de sudarme. Sólo la idea de estar en un lugar con mucha gente me pone ansiosa y nerviosa a la vez. Intento secarlas pasándolas sobre la falda de mi vestido en vano, porque sé que enseguida volverán a estar húmedas.

Saco un pequeño espejito de mi también pequeño bolso negro, para comprobar si el maquillaje sigue en su lugar. Calculo que es la décima vez que lo he sacado. Lo guardo y me pongo a mirar por la ventanilla.
Ya casi ha oscurecido y las luces de los negocios y carteles toman protagonismo ahora.

Lo único que pienso es que debo tranquilizarme para no hacer el ridículo, pero las piernas no dejan de temblarme y ahora mismo me siento una estúpida.

-Van a estar algunos chicos de tu edad Jess, la pasarás bien -dice mi madre dándose vuelta hacia mi.

Cómo se nota que me conoce muy poco, pareciera que lo dice en broma aunque claramente no es así.

Mi padre frena el auto y frente a mis ojos puedo ver el gran restaurante. Aquí venimos a cenar en ocasiones muy especiales, por lo tanto no es algo de todos los días, de hecho hace bastante no venimos.

Esta si es una ocasión especial para mis padres, porque se van a reunir con todos sus socios. Dijeron que no hablarán de trabajo y que sólo será una cena de amigos.

Un hombre nos abre la puerta dándonos paso al magnífico lugar. Siempre me gustó como es por dentro, tan amplio, tan inmaculado, tan blanco.
Hay sólo una mesa enorme en el centro porque hicieron una reservación especial, para que estemos nosotros solamente.

-Qué hermosa estás Jessa, seguro estuviste horas preparándote -me dice Helen y me toma de las manos. Al sonreír se le marcan tres pequeñas líneas al costado de ambos ojos.

-Oh no, la verdad es que no hice mucho. A penas me maquillé -le digo y no miento. Me tomé menos tiempo de lo común.

-Modesta la niña -sonríe y las líneas vuelven a aparecer. También tiene otras líneas de expresión en su respingada nariz.

Mientras mis padres comienzan a saludar a todos mi mirada viaja hasta encontrarse con Thales, que está sentado mirando a su alrededor, cuando nuestras miradas se cruzan se levanta para saludarme.

-Hola Cherry -me susurra.

Al lado del asiento que el desocupó, un chico de anteojos no quita la vista de su celular, al notar mi presencia levanta la mirada y asiente en un ademán de saludarme. Tiene el cabello algo enrulado y una pinta de pasarse las veinticuatro horas del día encerrado jugando videojuegos.

Cuando creí que había saludado a todos me equivoqué, me faltaba una chica. Una castaña o mejor dicho pelirroja -su pelo es una mezcla de esos colores- emergió de entre los hombres de traje y las mujeres de vestido.
Sonríe enseñando sus grandes dientes y posa sus manos en su pequeña cintura. Lleva un vestido rosa palo bastante corto y pegado al cuerpo el cual sólo se sostiene por unas pequeñas tiras alrededor de los hombros.

Se acerca a mi, moviéndose arriba de unos grandes tacones color crema y se presenta:

-Hola, me llamo Catia

-Jessa -intento sonreír.

Parece mayor que yo, aparenta tener la edad de Thales.

-Él es Frank, mi hermano -señala al chico de anteojos-. Seguro ni se ha presentado, discúlpalo, tiene problemas -rueda los ojos y ríe.

Una vez que termina de darme charla se aleja y se sienta al lado de Thales, de modo que él queda en medio de ambos hermanos.

Agradezco que se haya ido, su voz es muy insoportable. Me doy vuelta y veo a mis padres conversando muy tranquilos a un lado de la mesa. Muy bien, tendré que esperar hasta que sirvan la cena.

Lo aprendí de ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora