Capítulo 3... GongChan...

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Los molestos rayos de sol atravesaron sus párpados como si de filosas agujas se trataran, por más que los apretó.

Gruñó ligeramente. No quería despertarse todavía, sí lo hacía era muy probable que la resaca atacara y no quería que su cabeza doliera durante todo el día. Optó mejor por abrazar uno de esos enormes peluches que mantenía arriba de la cama, para así seguir con su maravilloso sueño... pero, no lo encontró.

Le restó importancia y prefirió entonces otra almohada igual de suave que la que sostenía su cabeza, moviéndose perezosa entre las sábanas... pero, ¿desde hace cuanto tenía tantas almohadas sobre el colchón?

Seguramente su mamá se había metido a su habitación para hacer limpieza, para cambiar todo como tan aferrada estaba en hacerlo, probablemente crearía una réplica exacta de la habitación de su hermana. Bufó.

Ese era el problema, odiaba que se metiera con su espacio personal. Su madre no tenía derecho a tocar sus cosas.

Con suma lentitud abrió los ojos, acostumbrándose a la luz con esfuerzo, esperando asimilar la transformación de su habitación de la mejor forma. Un momento... ¿Cómo había llegado a la cama?

Una punzada dolorosa atravesó su cabeza cuando intentó recordar. Se sentó paulatinamente sobre la cama por esa razón. Diablos. No se acordaba de nada y frustrada llevó una mano sobre su frente.

Recapituló. Había entrado a su habitación por el balcón... ¿y luego?... ¿Qué pasó? ¿por qué no podía recordar nada a partir de ahí?

Todo era negro... confuso... ¿Acaso había discutido con sus padres para querer olvidarlo? o ¿Tal vez AhYoung la había hecho rabiar para que sólo quisiera dormir? Seguramente.

Espera... ¡¿Qué... que le había pasado a su habitación?!...

No recordaba tener sábanas verdes con azul... o almohadas en lugar de peluches... tampoco un avión a escala colgando del techo o la consola en esa parte de la habitación. Sobre todo, no tendría a un chico observándola todo el tiempo desde un costado de la cama...

¡Oh dios! ¡¿Qué?!

Su atención regresó de inmediato a aquel lugar, encontrando a un chico contemplarla con demasiada atención. Sus manos fueron a su boca en un intento automático por no gritar.

Entonces un golpe de recuerdos llegó a su cabeza. Entró a su habitación, había alguien, posiblemente la secuestró y ahora estaba ahí.

Perdóname madre, debí hacerte caso...

—¡Oh, por favor! ¡No me hagas daño! ¡Te lo suplico! —se cubrió con las mantas hasta la cabeza como si de un fuerte caparazón se tratara, no sin antes lanzarle una almohada a aquel sujeto directo a la cara.

— ¡No!... ¡Yo!... —el chico no reaccionó al golpe, es más, ni siquiera pudo completar una frase.

Estaba tan nervioso que parecía haber olvidado cómo hablar y también lo suficientemente asustado porque la chica pensó que le iba a hacer daño.

Él no era una mala persona pero sus balbuceos tampoco ayudaban a negarlo.

Retrocedió como pudo por el suelo, abrazando el mullido almohadón, alejándose del humano que tan sonrojado lo ponía.

¿Por qué sentía sus mejillas arder de esa manera?

Fue tan torpe que terminó chocando con el mueble a sus espaldas, tirando de él un recuadro que cayó directo sobre su cabeza.

La chica no había visto tanta sangre emanar de una herida tan pequeña. La frente del individuo estaba herida, lo escuchó quejarse.

Se preocupó pero estaba tan aterrada, que todo en su cabeza caía como una terrible ironía.

¿Por qué demonios se preocupaba?

Que secuestrador tan torpe y curiosamente lindo...

*¡Brooklyn, por dios, controla tus hormonas!

Ni ella podía creer que utilizara ese espacio para analizarlo así.

Servirá para reconocerlo después ¿Cierto?...

*Claro, si sigo viva...

*¡Oh, no!

Le asustaba por completo pensar en morir.

Sin embargo, aquel chico no hizo nada más que mirar cómo sangraba su frente con un rostro pálido. Sus manos iban desde su herida a su marco de visión en un intento de querer detener la hemorragia pero la chica "experta en heridas", sabía que lo primero que debía hacer era ayudar a secar la zona o nunca dejaría de humedecerse...

¿Cómo podía pensar siquiera en ayudar a su secuestrador?

Otra punzada llegó a su cabeza cuando millones de situaciones surcaron en ella.

Diablos... Tal vez tenga compasión si lo ayudo...

Bajó de la cama con cautela y se dirigió al chico, quien la miró de inmediato con precaución.

La luz brilló en sus ojos y notó lo preciosos orbes que poseía... eran como los de un tierno cachorro y los de ella, como un par de estrellas, de esas que observaba todas las noches por su ventana.

My Cute Secret Boy -GongChan- B1A4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora