Capítulo 21... GongChan...

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— ¡Dejame en paz, Brooklyn! —gritó furioso.

El cuerpo de Brook se estremeció. Su mejor amigo nunca le había alzado la voz.

—Jin... sólo quería hablar... —susurró, su voz partiéndose en tristeza.

— ¡¿No entiendes que no quiero hablar contigo jamás?! —era consciente de que estaba desquitándose con la más baja, a la vista de todos, en el pasillo.

Brooklyn contuvo las lágrimas, apretando los dedos en puños a sus costados con rabia.

—Lo lamento, Brook... Me recuerdas a ella ¿Cómo no hacerlo? Eres idéntica. No puedo estar cerca de ti...

JinYoung salió corriendo de la escena, a sabiendas de que lastimaba a su mejor amiga y que no podía hacer nada para remediarlo.

[***]

— ¡CNU se acercó a abrazarla después!... ¡Que estúpido! ¡Debía ser yo quien estuviera con ella en ese momento! —gritoneó SunWoo con exasperación.

—Señor yo... —balbuceó aquel extraño, incomodo por el relato que no podía interrumpir—. Aún tengo mucho trabajo y usted... ¿Siquiera va a pagarme? —señaló su motocicleta aparcada en la acera de aquella bonita casa.

— ¿Sandeul? ¿Ese es tu nombre? —cuestionó el otro, ignorando sus palabras, revisando su placa de identificación— ¿Puedo llamarte así?

El repartidor se rascó la nuca asintiendo lentamente, sabía que ese hecho traería consecuencias

—De hecho es mi apodo... la pizzería dijo que se veía mejor en la placa y...

— ¡Incluso SunWoo se ganó un maldito apodo en el campus! —interrumpió— ¡¿Puedes creerlo?! ¡Ella es mi amiga! ¡Mía! ¡No de él!

—Señor, usted no va a pagarme las pizzas que ya he perdido por estar tanto tiempo aquí...

— ¿Pizzas? —Baro frunció el ceño—. ¡Ah, claro!... Descuenta eso también de la tarjeta de crédito —le tendió un pequeño plástico de color negro al empleado y siguió hablando.

Sandeul no entendía mucho de los problemas de aquel joven; no obstante, dejó de prestarles toda la atención cuando tuvo ese cuadrito negro en sus manos, pues su cuerpo se tranquilizó al pensar que no tendría problemas con su jefe esa tarde.

[***]

Para la noche, Brooklyn se sentía sin ánimos para iniciar la tarea del día siguiente o para si quiera esforzarse en hacer algo responsable que sorprendiera a sus padres.

No importaba cuan duro lo intentara, ellos siempre dirían que AhYoung era mejor y que ella era la obeja negra de la familia. Que más daba ahora. No se esforzaría más porque su imagen no mejoraría.

Incluso para él, AhYoung era mejor...

Apretó los ojos con fuerza ante tal pensamiento, mientras se deslizaba en la rampa sobre aquella maldita skate que le prestó al cachorro el otro día. Se odiaba tanto, por todo y por tan poco a la vez.

Era increíble la forma en que ese chico caló tan profundo sin hacer nada.

Estaba sola en el parque, seguro sus amigos estaban en casa preocupados por el mismo proyecto que dejó a medias y que era urgente para la clase de primera hora.

Quizá ese era su objetivo, que perdiera los ánimos de competencia contra AhYoung... ¡Ahg, maldición!

Sus lamentos sólo ocasionaron que cayera terriblemente en el asfalto y que una de sus rodillas se lastimara. Ropa desgarrada, herida expuesta, ardor creciendo a medida que la sangre se asomaba en pequeñas gotas.

Una melena negra apareció, intentando verificar si se encontraba bien.

Pulso deteniéndose, nubes, cielo, copas de arboles. Se mareó por un momento pero se obligó a mantenerse en sí por tal impresión.

— ¡No me toques! —chilló alejándose como pudo de aquel tacto. No tanto por el dolor en su herida, si no por la persona de quien se trataba.

Le lastimó más alejarse de esa persona, porque se dio cuenta que, incluso sus palmas contenían heridas.

—Brooklyn, se infectará —preocupación en su tono. Ella esperaba que fuera una expresión sincera.

— ¡Aléjate de mí! —sollozó sin poder evitarlo. No estaba preparada. Era demasiado pronto.

Sujetó su manga con los dedos para intentar detener las lágrimas.

Era estúpida y se sentía patética poe estar frente a aquel chico llorando con fuerza.

—Déjame ayudarte —pidió; no, suplicó.

Todo parecía una mentira.

Negó rotundamente con la cabeza. Sus rodillas doliendo más fuerte cuando las flexionó para levantarse. No lo consiguió y cayó de bruces al suelo. Las fricción en su muñeca, profundizándose.

—Brook, sólo...

—L-lárgate de aquí m-mentiroso... V-vete a reírte de mí con AhY-young... dile que h-he llorado... Qué ganó... ¡Déjame en paz!...

—Brook... —el corazón de un niño siendo destrozado, el llanto siendo contagiado y la noticia que traía lo ponía peor— Yo... yo... Debo decirte...

— ¡No puedo!... —sollozó una última vez antes de levantarse, sobreponiéndose al dolor, para irse corriendo a casa.

El monopatín quedó ahí varado, como el recuerdo de lo que alguna vez fue un alegre y sonriente ángel, que se escabullía a través de un balcón...

[***]

Brooklyn llegó a su casa hecha un desastre. Apoyó la espalda en la puerta principal cuando la atravesó. Puso una mano sobre el corazón... su pecho dolía.

Entonces sintió una pesada y malhumorada mirada desde las escaleras que le impidió derrumbarse, haciendo que levantara la cabeza en esa dirección.

Su madre estaba pulcramente arreglada y por tanto traía ese atuendo que indicaba debía salir a algo muy importante, con lo que Atzura nunca encajaba en lo absoluto.

— ¡¿Dónde estabas?! —arrastró las palabras en su boca, como intentando contener toda la furia que quería soltar y que la etiqueta no le permitía—. No, no lo digas —la silenció antes de que Brooklyn pudiera contestarle—. Puedo verlo y... Ahg... —suspiró como reuniendo paciencia para tranquilizarse—. Mira esas rodillas y esa ropa... ¿Crees que está bien? ¡No, no contestes! —Brooklyn ni siquiera abrió boca. La mujer se tallaba con suavidad la sien—. Ve ahora mismo a tu habitación para vestirte. Tenemos una cena importante. Sin objeciones.

Brooklyn subió rápidamente las escaleras para obedecer a su madre. No quería tener más problemas con ella aunque se sintiera terrible la manera en que le hablaba.

Se duchó, se vistió e intentó maquillarse. Su estilo, sus cosas, por supuesto que no iba igual que AhYoung en el auto.

Ni siquiera podía girar verla, se concentró en la ventana durante el viaje hacia aquella casa.

Una bonita propiedad que nunca había visto. Seguramente los dueños eran los nuevos habitantes de la zona.

Únicamente existía un chico nuevo en el instituto; el que le propuso una cita la siguiente semana y cuya respuesta había quedado pendiente...

My Cute Secret Boy -GongChan- B1A4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora