Capítulo 23... GongChan...

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Cuando Brooklyn salió del trance, todos los ojos estaban sobre ella, observándola entre asombro y... pánico.

Se miró a si misma, descubriendo pequeñas gotas sangre que caían sobre su vestido. Buscó el origen. Sus dedos a mitad del plato, con un cubierto de filo tan débil que sólo la presión al empuñarlo podría haberlo causado. Brooklyn no fue consciente de lo que hacia y se cortó los dedos un poco, de alguna forma.

—Yo... —nerviosa miró todo el desastre. Había sangre en su comida— ¡Lo lamento mucho, de verdad!... —asustada por arruinar la cena, se levantó de inmediato. Miró a su madre tan arrepentida, era como si la disculpa la dirigiera a ella y no a la anfitriona—. Yo... ¡Iré a limpiarme!...

Huyó tan rápido como pudo sin conocer la casa. Lo único que quería era salir de ese lugar y volver a su habitación.

Salió al jardín y agradeció conseguirlo. Necesitaba un respiro.

Fueron un par de columpios a mitad del patio, los que iniciaron una serie de reacciones en su interior... pequeños y coloridos columpios, como los que alguna vez compartió con su hermana. Se acercó a ellos y los admiró. Deslizó los dedos por las cadenas, abrazandolos entre sus manos sin la intensión de sentarse, contemplando el asiento flotante de frente y bajo sus rodillas. Tan pequeños y bonitos... para la diversión de un infante.

De pronto, sólo estaba aguantando las enormes ganas de llorar.

¿Cuándo se volvió todo de esa manera? ¿Por qué AhYoung le guardó tanto rencor para jugar con su corazón? ¿Por qué demonios le importaba tanto el chico de aquella casa?

Elevó la cabeza al cielo, observó las estrellas y cerró los ojos muy pronto. Inclinó la cabeza y comenzó a sollozar.

— ¡Brook! —un jadeo sorprendido se escuchó detrás de ella. Una mano cálida sosteniendo la suya alrededor del metal. Sangraba todavía y se había olvidado de ello—. Brooklyn —suplicó cuando la castaña apretó su agarre, negándose a cederle los dedos heridos.

—No, no. Vete... —las cadenas temblaron y ella intentó cubrirse lo mejor que podía ante el pequeño jaloneo que se llevó a cabo.

—Brooklyn —el chico utilizó su otro brazo para rodearla con fuerza, pegando así el frágil y necio cuerpo de la chica contra su pecho mientras buscaba la mano lastimada para atenderla—. Lo siento... lo siento mucho...

Ella se tensó. Al percibir un sollozo de los labios del otro todo se detuvo.

—No, Chanshik... —ese era su verdadero nombre, usándolo quizá desaparecería, no como magia, si no por lógica, ya que no quería seguir sintiendo esa presión en su pecho cada vez que el adverso se veía triste. Debía poner distancia entre los dos.

—No... —negó el cachorro cerca de su nuca, incapaz de levantar el rostro— GongChan...

Le gustaba que así le dijera. Era su apodo. Sonaba lindo dicho por ella.

El pequeño cuerpo de la castaña se debilitó, cayendo en el pasto sin más energías que para llorar con fuerza.

—No llores... —pidió el chico inclinándose a su lado. Lo ponía tan triste verla así pero había dicho que sería fuerte con ella, para ella.

—Déjame... ¡Déjame!... ¡Déjame!... —intentó enojarse, golpeó incluso el pecho ajeno con sus puños, perdiendo la fuerza en el último sollozo.

El chico se quedó ahí, soportando sus dramáticos golpes.

—Lo lamento, Brook... lo lamento mucho...

Los brazos femeninos rodearon su cuello en un abrazo cálido y triste. Un rostro se ocultó en la curvatura de su hombro y se humedecio tan rápido las lágrimas tocaron.

Seguía siendo tímido, ese chico que encontró al entrar desde su balcón, miedoso y sin haber pisado el exterior, estaba entre sus brazos. Aquel del que conocía tan poco y quería ser más para ella.

Su corazón aún golpeaba fuerte y sus nervios se crispaban al tenerla cerca, aunque sólo quería eso... que estuviera cerca y nada la alejara.

Con temor sus brazos la rodearon, apretandola apenas, dejando que llorara todo lo que quisiera.

[***]

Sentados en cada asiento del columpio, Brooklyn apoyaba la cabeza en una cadena mientras admiraba el cielo. La mano herida descansaba sobre su regazo y la otra sostenía la cadena. Gongchan parecía un cachorro regañado, la cabeza inclinada jugando con sus manos sobre las rodillas, balanceandose un poquito para evadir la incómoda situación. Sus ojitos de cachorro rojos y muy tristes.

—Debes volver... —dijo ella.

—No quiero hacerlo si tu te quedas aquí.

—Debes hacerlo. Tu madre se molestará y no quieres que eso pase.

Gongchan levantó la cabeza:— ¿Cómo lo sabes?

—Nunca quisiste que me encontrara con ella —sonrió sin ánimo, tomaba sentido en su cabeza y aparecía como un estupido recuerdo—. Además, es con AhYoung con quien deberías estar hablando.

—Brooklyn... yo...

—Chanshik... —algo se quebró—. Creo que estás llevando la broma demasiado lejos... —suspiró y cerró los ojos; solo así evitó el llanto.

—No fue... no es-...

—Me gustas GongChan.

¡Oh, por todo lo santo...!

—Me gustas mucho... y nadie me había gustado antes... —sus párpados se apretaron y el agarre sobre la cadena también— ¡Soy una estúpida! Caí completamente en la broma de ambos y ni siquiera sé porqué me involucré tanto... ¡Lo odio y!... ¡Ay! —se quejó cuando el dolor de sus dedos lastimados regresó. Decidió controlar la ira por su salud—. El compromiso... ¿De verdad va a pasar?

Los ojos cristalinos de la chica lo encontraron cuando menos lo esperaba tomandolo desprevenido. Nervioso desvió la mirada y ante la seriedad de las circunstancias asintió con tristeza.

— ¿Alguna vez fuiste sincero conmigo?

—S-sí...

Brooklyn apenas sonrió.

— ¿Sabías del compromiso antes de esta noche?

No quería saber desde cuando, sería más doloroso el haberse enamorado de un chico comprometido.

Y Chanshik asintió.

—Voy a irme —suspiró una última ocasión—. No me meteré en su historia, no complicaré su situación. Lo lamento. Lamento haberme enamorado... pero como una chica herida, sólo espero que esto no se lo cuentes a AhYoung... quizá quieras burlarte con ella... y... —sollozó— quisiera pedirtelo como un único favor. Si alguna vez fuiste sincero conmigo, no hables de esta despedida con mi hermana.

La chica se marchó con lágrimas en los ojos, destrozada y sin las alas de ángel que alguna vez él le vio. Chanshik se quedó sintiendo un gran golpe de culpa.

Al final, Brooklyn no escuchó nada de lo que deseó explicarle... y sólo le rompió el corazón al renunciar así, al abandonarlo... como cuando alguien se harta de un cachorro y lo deja dentro de una caja a mitad de la carretera en un día lluvioso.

Oh, Brooklyn. Maldición. Te amo...

My Cute Secret Boy -GongChan- B1A4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora