[Josh]
Me quedé shockeado viendo como la besaba, le había contado toda la historia de como me habían secuestrado de la casa de Cam y todo lo que Rose había hecho. Y la estaba besando, esto parecía ir mucho más que solo besos.
Ahora entendía todo, él solo me estaba usando, para finalmente atraerme a ella. Y había caído, pero tenía la ventaja de que ninguno de los dos sospechaban de que ya sabía su juego, y obraría eso a mi favor. Caminé rápidamente a la salida. Sí, Jimin me había traicionado, quién sabe si por más dinero o por poder. Las personas tenían el hábito de traicionar sus propias promesas con el fin de ganar algo mayor, sin importarles a quiénes perjudicaban en el proceso.
Me había lastimado, pero era normal, él había pasado tanto tiempo metido en el ambiente, era obvio que muchas mañas se le habrán pegado, que el chico que alguna vez fue, solo quedaba en lo más profundo y ahora era uno de los grandes peces.
Ya en el departamento, me puse a revisar los documentos que me correspondía, la carga estaba por llegar, debía organizar unos hombres en el muelle y otros en los alrededores. Pagar una que otra coima policial y aduanera, luego ver como la mercancía se adentraba tranquilamente.
Esa semana todo fue un verdadero caos, no salí del encierro al que estaba sometido, tenía el teléfono pegado a la oreja y la portátil sobre las piernas. Contacté con todos hombres que Rose me ordenó, esa mañana debía llevar todo organizado y dejarle en sus manos. Solo se necesitaba la aprobación de ella. Era realmente increíble como una mujer podía controlar la suerte de tantas personas. No solo estaban involucrados sus socios; Jimin entre ellos, sino también la gente que trabajaba para ella, hombres que normalmente no podía ver gran parte de su rostro, sus cuerpos siempre estaban tapados por atuendos de color negro; tipo militar, pero eran todo lo contrario, la gente a quienes proveían y estos que a su vez llegaban a vender a los consumidores.
Era una gran cadena, podía afirmar que ella era un tipo de abeja reina en este juego del delito. Si, la cabeza me iba a reventar, los pensamientos no eran muy coherentes, menos luego de haberme pasado los últimos dos días con puro café y sin dormir más de dos horas. Estaba exhausto, solo quería cobrar mi dinero y mandarla al demonio.
Llegué a la mansión y ella ya estaba esperándome, le tendí un folio con fotos dentro, de los policías que iban a rondar la zona, los cuales ya estaban asegurados, algún movimiento en falso y serían silenciosamente asesinados por los francotiradores que se encontraban en la cima de la maquinaria que movía los contenedores, todo estaba fríamente calculado.
-Diría que me impresionas- dijo acomodándose en su silla- pero no esperaba menos.
Abrió uno de los cajones y sacó un paquete, era mi dinero, lo puso sobre su mesa pero no me lo daba, estaba jugando la maldita perra.
-Te puedo triplicar- se relamió los labios rojos, idénticos a su cabello- con un pequeño trabajito.
-No estoy interesado en nada más, eso era todo lo que necesitaba- dije serio, me comenzaba a reventar la poca paciencia que me quedaba.
-No te importaría entonces que a tu amigo Jim...- comenzó a chantajearme.
-Por mi, puedes meterle una bala en el culo si lo deseas- finalicé estirando mi dinero de sus manos. Empecé a contarlo, estaba hasta el último centavo que acordamos- aléjate de mí y de mis amigos, porque puedo hundirte antes que te des cuenta.
-Vaya, vaya, ¿amenazándome? ¿Crees que tengo miedo a un hombre cualquiera? Tengo la mejor seguridad en el mundo, te tendría suplicando si así lo quisiera- respondió burlona.
- Cariño eres tú la que suplica que esté entre tus piernas, no presumas lo que no tienes. Tu seguridad es un asco, te recuerdo que estuve una semana trabajando con ello- le sonreí satisfecho.- Hasta, espero, que sea nunca.
Salí de allí y suspiré al pisar la acera. Debía contarle a Matt, rayos ya no trabajaba para Camile, esa chiquilla me volvía un maniático, no tenía cordura cuando estaba a su lado. Y luego del asalto que tuvo en la calle, no sabía que hacer.
Era claro que Andrew ya no vivía con ella, según pude averiguar volvió a la universidad con la misma regularidad de siempre, en cambio Cam, no.
Era imposible sacar ese impulso nervioso de querer controlar todo, de saber o manejar, para sentirme seguro.
Cam... había intentado sacarmela de la cabeza, Dios sabía cuanto lo intenté, pero se colaba de distintas formas en mi mente.
Llegué a mi casa y no pude evitar caer rendido en mi cama. Necesitaba dormir. Descansar y luego meditar que haría con mi vida.
Al día siguiente me desperté temprano, salí a hacer ejercicio, mi día a día consistía en eso, pasé cerca de donde fue nuestro último encuentro y me pegué un susto de ver su camioneta estacionada allí cerca.
No, no era Camile, sino Matt y un hombre más bajo qué él.
- Matt, amigo- saludé. Pero su rostro estaba impasible, nada común en él.
-Han entrado a la casa y han dejado una nota advirtiendo que mataran a Lya. Camile esta que se muere, debes volver. Dejaron una nota-repite nervioso- es el asesino de su padre y aseguró que no tendrá piedad.
Los músculos se me tensaron, pudieron haberle hecho daño a Cam. Tenía miles de preguntas ¿cómo supieron que ella estaba viva? ¿Esta era alguna otra prueba de que el asesino de Dan era cercano a Camile? O era Rose jodiendo su vida una vez más. La pobre Lya podía estar metida en un gran enredo, debía reincorporarse cuanto antes, pero esta vez intentaría que sus sentimientos no se interpongan en su trabajo.
Volvería por la pequeña, volvería al lugar del cual nunca tuvo que haber salido antes.
Se las arreglaría para verla y no gritarle todo lo que sentía, por una parte odio por todo lo que estaba haciendo y por otra parte atracción, una que no podía describir ni etiquetar.
-Se llevaran a Lya.- resonó fuerte en mi mente, teníamos que acabar con esto, antes que ellos acaben con noostros.
Un pequeño regalo por navidad espero que lo disfruten, que pasen unas felices fiestas.
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Sendero de Venganza
AcciónMuchas cosas cambiaron ese día, en un solo minuto se me esfumó de las manos a la única persona que me quedaba. Si no lo hubiera visto morir de aquella forma, tal vez intentaría superarlo. Nada de esto fue un accidente. Estuvo planeado por alguien...