24- Una velada llena de sorpresas

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Sumitha estaba rígida mientras Bilu tomaba una curva a una velocidad que a ella le pareció realmente de locos. El chico había bajado la capota del coche y el viento hacía que le lloraran los ojos.


-No está nada mal este coche, ¿eh? -dijo Bilu sin dejar de pisar el acelerador-. Tiene ABS, dirección asistida..., ¡y escucha el equipo de música! -Pulsó un botón, y la música de los Ultimate Kaos invadió el aire.


Al cruzar un puente con una rasante pronunciada aceleró todavía más y a Sumitha se le revolvió el estómago.


-¿Podemos parar un momento? -preguntó, vacilante, mientras el cuentakilómetros alcanzaba lo 130.


Bilu volvió la cabeza hacia ella.


-Sí, claro -dijo-. Si es eso lo que quieres...


Salió de la carreteray detuvo el coche.


-Yo ya que creía que eras una chica tímida -dijo, atrayéndola hacia sí.


<<Va a besarme -pensó Sumitha-. ¡Ya verás cuando se lo cuente a las chicas!>>


Bilu la besó en los labios al tiempo que le acariciaba el pelo.


Sumitha cerró los ojos. <<Estoy enamorada -pensó-. Es maravilloso.>>


Lo que sucedió inmediatamente después pilló a Sumitha totalmente desprevenida. Bilu la besó de nuevo, pero esta vez le metió la lengua en la boca y deslizó una mano por debajo de su jersey, mientras con la otra le cogía del pelo, haciéndole daño. Sumitha se apartó a toda prisa.


-¡Eh! -dijo Bilu-, ¿qué te pasa? Era para esto para lo que querías parar, ¿no?


-No..., bueno, sí..., quiero decir... -balbuceó Sumitha.


Jamás admitiría que antes de aquel rápido beso en el jardín de su abuela, en Calcuta, nadie la había besado. Había soñado a menudo en cómo sería la primera vez, pero el beso de Bilu no se correspondía con lo que había imaginado. En sus fantasías, él la miraba a los ojos, le decía que era guapísima y que moriría por ella, luego la besaba dulcemente en los labios y, por último, la miraba de nuevo larga y apasionadamente. No había previsto ningún movimiento de manos. Tragó saliva con esfuerzo.


-Quería que parases porque ibas demasiado deprisa -admitió.


-¿De verdad? ¿No me digas? -repuso Bilu en tono burlón-. Venga, busca otra excusa mejor. -La miró entre los párpados entornados-. Eres una tía muy rara. Me das permiso para que lance y un segundo después te pones en plan mojigata de buena familia. Pero, en fin, si no te gusta que te bese...


-Oh, no. Sí que me gusta, de verdad -dijo Sumitha.


-Bien -dijo Bilu, y la besó de nuevo al tiempo que le acariciaba las piernas.


Sumitha se mordió un labio.


-Yo..., hemmm, bueno, deberíamos volver -balbuceó-. No querrás que mi padre te ponga en la lista negra por haberme llevado a casa demasiado tarde, ¿verdad?


Bilu echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.


-De eso no tienes que preocuparte -dijo-. A tu padre lo tengo calado desde la primera vez que lo vi. Delante de él seguiré representando el papel del muchacho bengalí perfecto: un dechado de virtudes, buena educación y... castidad, por supuesto. Pero contigo, nena, seré un poco distinto.


Acto seguido, puso el coche en marcha, metió la primera y, con un chirrido de neumáticos, partió en dirección a Leehampton.


<<¿Qué quería decir con eso de "me das permiso para que me lance"? -se preguntó Sumitha mientras los Ultimate Kaos cantaban "Dime, nena, ¿estás a punto para mí?" -. ¿De verdad soy una mojigata de buena familia? Si lo soy, no le gustaré, así que más vale que cambie, y deprisa.>>


Pero esta idea no fue una de las mejores de Sumitha, tal como los hechos no tardarían en demostrar.

¿POR QUÉ ME SALE TODO MAL?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora