La señora Banerji se sintió muy feliz al enterarse de que su hija había obtenido un papel importante en la representación escolar; así pensaría en algo que no fuese Bilu. Rajiv estaba convencido de que Bilu ejercería una influencia positiva en su hija, pero Chitrita no estaba tan segura. El muchacho tenía maneras resfinadas, sabía cómo comportarse en sociedad y, naturalmente, pertenecía a una familia muy responsable. Pero había algo que no le convencía.
Sumitha se desvivía por ser amable: ayudaba a su madre a servir la cena, le preguntaba a su padre cómo le había ido en el hospital, incluso había ayudado a su hermanito Sandeep a hacer una máscara con la caja de los cereales y había conseguido no subirse por las paredes cuando él le había manchado el cuello de la camisa con el rotulador rosa.
-¿A qué hora llega Bilu mañana? -preguntó el señor Banerji.
-A las seis -se apresuró a responder Sumitha-. Irá a buscar el coche a casa del director, que es donde lo deja, y luego vendrá aquí.
-Eso es un joven juicioso -murmuró su padre.
<<Ve preparando terreno>>, pensó Sumitha.
-Papá, ¿te molestaría que llevase a Bilu al Stomping Ground el sábado por la tarde? -preguntó conteniendo la respiración.
<<Ah -pensó la madre de Sumitha-, ésta es la explicación de todas las amabilidades de la semana.>>
-¿A la discoteca? -preguntó su padre con el entrecejo fruncido-. ¿A aquella a la que fuiste sin mi permiso?
-Sí, pero no volveré a hacerlo, he aprendido la lección -dijo Sumitha, adoptando lo que se suponía que debía parecer una expresión de arrepentimiento-. Por eso te lo pregunto. No pasará nada porque iré acompañada de Bilu.
-Bueno -dijo su padre, dubitativo-, no sé que dirían lo padres de Bilu si supieran que mi hija tiene permiso para frecuentar sitios de esa clase. Como sabes, lo han educado según sanos principios indios.
-Precisamente por eso estaré segura con él. ¿Me dejas por lo menos preguntarle si le apetece ir?
-Está bien, pero creo que dirá que no. Y si dice que no, no hay más que hablar.
-Sí, papá -asintió dócilmente Sumitha.
<<¡Asunto resuelto!>>, pensó.
Mientras Sumitha estaba ocupada congraciándose con su padre, la madre de Gemma estaba intentando congraciarse con su hija.
-Tu padre tiene un torneo de golf el domingo que viene y he pensado que sería una idea estupenda que lo acompañáramos todos al club -dijo la señora Farrant-. Han organizado un día al aire libre para las familias, con actividades en la piscina y juegas para los más pequeños. Será divertido, ¿no?
-Grandioso -farfulló Gemma mientras seguía hojeando el último número de ¡El Grito!-. ¿Y es necesario que vaya yo?
-Pues claro, cielito, porque hace poquísimo que tu padre pertenece al club y será una ocasión perfecta para que hagas amistades. Allí hay gente muy importante -añadió con orgullo, como si fuese mérito suyo.
Gemma suspiró.
-Será un aburrimiento mortal, y además tengo que hacer un montón de deberes -dijo, presa de una súbita inspiración.
-Entonces será mejor que los hagas el sábado por la tarde en vez de ir a la discoteca, ¿no te parece?
-Está bien, ya veré. Si no hay más remedio...
-Así me gusta, cielito. Ya verás como te diviertes. ¿Quieres que te planche la faldita de gaviotas?
-¡No! -contestó Gemma subiendo la voz-. Yo decidiré lo que me pongo, ¿vale?
Claire Farrant exhaló un suspiro mientras Gemma se encerraba en su habitación. Su hija estaba creciendo (ni siquiera ella conseguía ya fingir que no era así) y ya no quería tener a su madre constantemente delante y detrás. A decir verdad, algunas veces Claire tenía la sensación de que ya no la quería nadie: Sam tenía casi ocho años y lo único que le interesaba era el fútbol, los gemelos se pasaban el día en la guarderíav y de pronto los días parecían interminables.
Había pasado unos ratos fantásticos en la guardería de la escuela de inglés de la señora Banerji, rodeada de niños pequeños, haciendo dibujos con los dedos y jugando en la arena... Había recordado cuando Gemma era pequeña. Y adorable. Y obediente. Pero Ellie, la chica que se ocupaba de ellos, ya se había recuperado de la gripe y había vuelto al trabajo.
<<¿Y ahora qué hago?>>, se preguntó Claire.
Pensamientos no del todo diferentes se agolpaban en la mente de Henry Joseph esa misma mañana. Acababa de llevar a una joven pareja a visitar una de las casas del nuevo complejo residencial Ibstock y, mientras escuchaba sus comentarios excitados, se sentía cada vez más deprimido. Aquellos dos le habían recordado sus primeros años de matrimonio, cuando Anna y él vivían en un cuchitril, en el último piso de una vieja casa victoriana que a ellos les parecía el paraíso.
En aquella época tenían muchas ambiciones y todavía más esperanzas. ¡Oh!, muchísima gente hubiera dicho que Henry Joseph se había abierto camino: socio de una prestigiosa agencia inmobiliaria, una bonita casa en Billing Hill, su hijo en un colegio privado. Pero, todo eso, ¿para qué? ¿Qué sentido tenía en el fondo?
Incluso las esperanzas sobre el futuro de Jon parecía que no iban a hacerse realidad. Al darse cuenta de que su carrera tenía un límite, Henry había concentrado todas sus ambiciones en Jon, con la esperanza de que un día su hijo se convirtiera en un abogado famoso. Pero finalmente había comprendido que la idea de la escuela de bellas artes era algo más que un simple capricho pasajero. En su tiempo libre, Jon no hacía otra cosa que dibujar y pintar, y ahora Anna se había lanzado también a aquella aventura del curso de decoración. En lo sucesivo, aquel par se pondrían a hablar durante horas de Rembrandt y Andy Warhol, y él se quedaría marginado.
No soportaba la idea de quedar excluido de la vida de Jon. Siempre había dado por sentado que Anna y él tendrían un montón de hijos, pero por alguna razón las cosas habían salido de otro modo. Tenía que mantenerse unido a Jon. Tenía que encontrar una manera de reforzar sus vínculos para seguir representando un papel importante en su vida.
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¿POR QUÉ ME SALE TODO MAL?
Teen FictionLas cuatro protagonistas de "¡Mamá, no me montes escenas!" siguen enfrentándose a las catástrofes provocadas por sus desastrosos padres, y es que todo lo malo siempre es susceptible de empeorar. Así, Laura se encuentra con una madre embarazada de s...