7. Supongo que si, esta bien.

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Viernes 15 de diciembre, el día que todo cambio.

Amaneció como cualquier día, Magnus preparando el desayuno, Alec durmiendo como buena morsa. Habían pactado que de ahora en mas iban a hacerlo mínimamente una vez por día, sea a la mañana o a la noche y aunque no pareciera las cosas mejoraron bastante. Dado el caso que no se pudiera, se recompensaría en el fin de semana. Vale aclarar que ambos - léase, Magnus - estaban borrachos cuando esto sucedió. Alec se enojó pero se le pasó luego.

Una buena sesión de besos en la mañana nunca faltaba, esas cosas si no se pactaban y Alec las adoraba. Adoraba besar a Magnus mas que respirar, le pasaba siempre de quedarse sin aire, tenía que practicar eso.

- Para... - Soltó intentando respirar.

Magnus se quedo a medio beso y sonrió, empezando a besarle el cuello mientras este recuperaba el aliento, como adoraba besarle el cuello a su amante.

- Volve. - Le ordeno.

Y eso hizo, volvió. Le comió la boca nuevamente, soltando sonidos vulgares, babeándose, mordiendo y succionando los labios ajenos, enfocándose solo en jugar con sus lenguas. Las manos jugaban un papel principal también, en especial las de Alec. Su importancia era vital para Magnus, en especial cuando le recorrían la espalda. Empezaban por el cuello, la nuca y luego iban bajando, torturandolo hasta que aterrizaban en, el que sospechaba era el lugar favorito de Alec, la cola de Magnus. A veces pasaba que las cosas se calentaban demasiado (el 95% de las veces) y las manos ya eran más como una herramienta que utilizaban para apaciguar al otro y mutuamente descargar el placer. En esta ocasión era el 5% restante.

- Magnus... - Jadeo Alec, y este se separo del cuerpo de su amante. Y se sento para un costado, respirando agitado.

- Tenes razón. Vamos a llegar tarde...

- Que...? - Dijo el apuesto y joven terapeuta.

- Me voy a cambiar. - Solto Magnus mientras se levantaba de la cama e iba al baño.

- Yo no... - Alec se quedó algo frustrado mirando la puerta, llevó ambas manos su rostro y se lo fregó, tratando de despabilarse.

• • •

La vida a veces te regalaba esas imágenes que nunca vas a olvidar. La que Alec tenía cuando veía a Magnus bailar con los niños era una que se imprimía en su cerebro y nunca se iba, en especial cuando se imaginaba la vida junto a él. Todos los chicos lo seguían y admiraban. Alec se acomodaba contra el marco y disfrutaba de tan solo verlos jugar entre ellos. Pensaba en lo mucho que deseaba pasar su vida junto a su lado, tal vez tener unos hijos porque no.

- Alexander. - Le interrumpió Lilia.

- Si señora secretaria. - Dijo mientras volteaba.

- Lamento decirte que uno de los ancianos, Freddy, ha fallecido, cancele la clase. Nos invitaron a todos al velorio, creo que seria correcto que vayamos a prestar nuestros respetos.

- Oh... - La noticia le cayo como un baldazo de agua fría.

- Ya no estaba viniendo esta semana, estaba internado.

- Si supe, su mujer me dijo, debe estar devastada...

- ¿Queres que vaya cerrando? Alec.

- Si, por favor. Gracias Lilia.

Magnus vio como Alec se iba a su salón y cerraba la puerta detrás de el. Se acerco hasta el marco y miro a Lilia esta le puso mala cara.

Enseñame a Amar (P3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora