12. Pont de l'Alma

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La vista era una hermosura, cuando empezaron a caminar y cruzaron el puente de Bir Hakeim el frío ya no era un problema, tenían guantes puestos, abrigos gruesos y gorros que les cubrían la cabeza totalmente.

- Gracias por traerme de noche. - Soltó Alec y Magnus sonrió por sus palabras.

- Te dije que París de noche es otro mundo...

Comenzaron a caminar por el Mail Branly christmas market (mercado de Navidad) y era una maravilla de cosas: Frutas, comidas, bebidas, artesanías, productos de toda índole.

Alec pareció despertar de su estado y se maravillaba con todas las cosas que hacían los artesanos. Cada objeto era más bello que el otro. Todo lo que agarraba para verlo Magnus se lo compraba. Desde billeteras hasta pulseras y muñequitos, imanes para heladera, de todo. Cuando llegaron al sector de comidas Magnus un poco mas quería comprar todo para que Alec lo probara, seguramente esa noche no cenarían. Compraron más que nada pastelería y café.

Era de noche y el cielo estaba despejado, cada tanto pasaba la luz del faro de la torre Eiffel que hacía de ese lugar el más romántico del planeta.

Tenían ambos unos vasitos con chocolate caliente y demás bolsas en cada brazo, estaban tan concentrados hablando de la vida que de repente el mercado término y en su extremo un puente tan hermoso, lleno de luces.

- Du pont de l'alma... El puente del alma. - Le comentó Magnus a su amante.

- Que hermoso es...

- No mas que vos mi amor - Le susurro y Alec se ruborizo, tal vez porque el chocolate tenía algo de licor.

- ¿Nos quedamos acá?

- Si..

Se acercaron hasta el puente y allí se apoyaron, a darse una buena sesión de besos, tiernos y llenos de amor. Cuando el frió empezó a helarse los pies y los labios a doler decidieron volver al hotel. Claramente algunos puestos aun quedaban y compraron mas cosas porque si.

• • •

Las manos de Alec se cerraron cuando las de Magnus se apretaron sobre su mano. Sintió cosquillas en la punta de sus pies cuando el semen de Magnus lo lleno y varios jadeos se escondieron en la piel de su cuello.

El sexo. 

Tan bueno que el cuerpo dolía si no existía y cuando estaba presente era todo lo que estaba bien, todo lo que valía. Para Alec el sexo era lo peor que le había pasado en la vida, después de su desacertada primera vez y las que siguieron, sentía que su cuerpo valía mierda. Pero después vino Magnus y todo lo que creía desapareció. Le hizo el amor como la palabra lo decía. Con amor. Y cada vez que se lo hacia así se sentía, amor puro, en cada recoveco de su cuerpo y alma. Era la primera vez desde su ataque de ansiedad y sintió muchas ganas de hablar repentinamente.

- Si me pongo a hablar, ¿Cagare el momento?

- No amor. - Magnus apoyo sus codos a los costados de su cabeza y lo miro fijo a los ojos, que hermosos eran. - ¿Queres hablar?

- Si... ¿Pedimos unos té?

Magnus se separó de Alec con mala cara, quería dormir sobre su pecho peludo, era como su almohadón preferido. Le alcanzó la bata y el se puso la suya. Llamó por teléfono hablando en francés. Que sexy.

- Salut bonne nuit. Je parle de la chambre 703. - Hizo una pausa y sonrió, Alec noto que sus labios, estaban hinchados. Se sintió orgulloso por eso. - Il pourrait nous apporter un goûter de table? - Alec envidio no saber francés, tal vez deberia aprender, estar a la par de Magnus era un reto muchas veces. Hizo otra pausa y volvió a hablar.- Si vous avez du thé relaxant mieux. Merci beaucoup. - Le comento y corto.

- ¿Ya pediste? - Pregunto obviamente Alec que no entendía nada.

- Por supuesto Alec. Nos van a traer cosas ricas también.

- Ser rico es eso, pedir el té a las 2am y te lo traen felices.

Magnus empezó a reír y se sentó en los pies de la cama. Era una de esas enormes camas del tamaño del departamento de Alec, pero raramente solo una parte estaba destendida, ambos dormían del mismo lado. Alec se arrastro hasta Magnus y le dejo un beso en la mejilla, recostandose luego entre sus piernas, como si fuera una charla de chicas y su mejor amiga le peinara mientras hablaba.

- ¿Esperamos el té?

- Solo son cinco minutos...

Ambos se quedaron en silencio mientras Magnus le acariciaba el pelo... del pecho.

- Me lo voy a depilar, tenes una obsesión.

- Déjame en paz. - le respondió a su acusación que hizo reír a los dos.

La puerta sonó pasados los cinco minutos y los dos miraron asustados a la puerta.

- Mierda que son rápidos...

- Si.. Hasta a mi me maravilla... - Dijo Magnus que se levanto y fue hasta la puerta. Un ruido se escucho y trajo la mesa a la pieza.

- Wow.. - Fue lo único que pudo decir Alec.

Era una mesa enorme, tenia dos termos de agua caliente, cuatro variedades de té, dos tazas hermosas y comida. Muchas masas finas y cosas ricas, era tanto que empezó a reír. Magnus se subió a la cama sonriendo de oreja a oreja y hablando como si nada.

- ¿Que té queres probar primero?

- Todos. - Los dos se rieron. - Glotón... - Agarro el primero y lo puso a hacer en una tetera que hacía juego con las tazas. - ¿Queres hablar?

- ¿Te dije que mi primera vez fue con Jace?

- Mmmm... - Magnus miro a Alec y apretó los labios.- Si.

- Pensé que... Todo en mi mundo tenía sentido... Fue tan duro cuando se fue todo al carajo... - Alec miro las galletas, no sabía cual agarrar primero.

- Alexander... - Magnus le tomo la mano.

- Se que, te diste cuenta que no estaba bien.. Digo, cuando nos conocimos.. ¿Por eso me contrataste?

- Bueno... - Magnus sonrió.- Mi mundo era una mierda también y.. Cuando te vi, sentí que.. Nos podríamos ayudar mutuamente.

- Y así fue. - Alec le apretó la mano y los dos sonrieron sin mostrar los dientes.- Me salvaste y me diste el coraje para hacerlo por mi mismo.

- Alec... Eso hiciste conmigo... Es tan loco que.. - Magnus soltó una risa de alegría por las palabras que Alec le acababa de confesar.- Me devolviste todo y yo.. - Su sonrisa se borro.- Te deje...

- Hey.. - Alec llevo su mano a la mejilla de su prometido.- Necesitábamos ese tiempo, para aprender a valorarnos y a entender que era real.

- Tenia miedo de que... No lo fueras. - Magnus le acaricio la mano que lo acariciaba a el, como si tocarse fuera un motivo para sentirse todo el tiempo.

- Lo somos. Somos reales y esto es real y no va a desaparecer. Te amo muchísimo Magnus Bane. Te amo porque me amaste en mi peor momento y lo haces ahora... y eso es amor verdadero.

Magnus abrazo a Alec rápidamente y luego se soltó para tomarle el rostro.

- Vos me amaste a mi en mi peor momento y me enseñaste a amarme a mi mismo de vuelta. Eso es amor Alexander... Esto es para siempre.

Alec le sonrió y dejo que Magnus le besara todo el rostro.

- Basta que se enfría el té! - soltó Alec luego de unos minutos de besos y caricias.

- Si si si.. - refuto de mala gana un Magnus que adoraba besar a su Alec.

Los prontamente Bane o Lightwood o tal vez un conjunto de ambos Bane-Lightwood se dedicaron a tomar su hora del té a las 2am porque si, en París el mundo era así.

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Enseñame a Amar (P3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora