14. Entrega absoluta

304 44 26
                                    

Qué decir de cómo pasan los días cuando estás enamorado, cuando estás entregado a la persona que mas amas y no queda nada para decir, cuando ya está todo dicho. Salidas y paseos que se volvían risas y besos con fotos en lugares románticos. Candados con sus iniciales en algún puente romántico copia de otro. Comidas que no eran ricas y otras que llenaban la panza de mariposas.

Y después estaban las veces en las que se encerraban en la habitación.

Las manos de Alec se sujetaron con fuerza a las sabanas mientras acababa por segunda vez en el interior de su preciado prometido, de su todo. Le besaba el cuello mientras el bailarín se estremecía de placer. 

Mañanas, tardes y noches. Era lo único que querían, era lo único que sentían hacer. Estaban en París, la ciudad de los enamorados, una de las ciudades más bellas del mundo. En la cama, en la ducha, contra la pared, contra la ventana, una vez en el piso, con previa o sin, a veces la ropa no se llegaba a quitar toda. 

- ¿No era que querías volverte? - Dijo Magnus relamiendo sus labios.

- Ocupa tu boca en otras cosas...- Le dijo mientras le tiraba del pelo para que siguiera, estaba volviéndolo loco.

Alec descubrió en ese invierno en Europa lo mucho que le gustaba la idea de tener sexo en espacios públicos. Algo que jamás pensó que lo excitaría tanto como en ese momento que Magnus estaba arrodillado entre sus piernas en esa plaza pública.

• • •

31 de diciembre.

Amaneció como cualquier día en esa ciudad. Frío. Nieve y sexo. Una de las manos de Alec estaba con la esposa de peluche puesta en uno de los barandales de la cama, mientras Magnus dormía sobre su pecho acolchado. Le dolía cuando despertó y lo sentía más que frío.

- Magnus... El brazo... - Le comento y Magnus a ciegas sin abrir los ojos se estiró y se lo saco, Alec se lo tomó y lo acarició, estaba helado.

- Veni.. - Le dejo un hilo de besos por la mano, el antebrazo y luego el brazo. Alec se dejó sin decir nada, adoraba la boca de Magnus sobre su piel.

- ¿Que vamos a desayunar hoy..? - Pregunto Alec adormitado por los mimos de su prometido.

- Lo que quieras.. - Magnus dejó de besarlo para apoyarse a un costado y mirarlo.- Todo lo que el señor Bane quiera..

- El señor Bane quiere que el señor Lightwood le de un café caliente y comida.

Magnus empezó a reír, estaba tan dormido que ni sabia las cosas que decía. Acaricio su mano que estaba echada para tocar su cuerpo, para asegurarse de que estaba ahí con el.

- ¿Sabias que si le digo a mi papa que mueva algunas influencias nos podemos casar acá? - Alec abrió los ojos y se quedo mirándolo. - No se si seria legal del todo, capaz unos papeles que se arreglaran después..

- No es mala idea... - Alec susurro pensando mas en el desayuno.

- Alexander Lightwood, no juegues con mi corazón.

- Mejor comemos y después lo hablamos.

- Voy a pedir el mejor desayuno del mundo...

Magnus se alejó de la cama y fue hasta el teléfono. Alec se levantó y fue a darse una ducha. Esto ayudó a que cierta persona hiciera otra llamada además de la de servicio.

- Qué número tan largo debe ser mi hijo que me llamó para desearme feliz año. - Dijo Asmodeos.- O tal vez mató al prometido y quiere huir del país.

Enseñame a Amar (P3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora