Anexo: 🍒 Felices 30 🍒

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Alec extendió su brazo para tomar la mano de Magnus que estaba al otro lado de la mesa. En sus dedos brillaba aún el anillo que hacía unos años le había dado. El bailarín miraba con atención su celular, leyendo una de las tantas críticas a su obra. La decisión de abrir su propia escuela y compañía fue lo mejor que le pasó en la vida, además de Alec, pasar el legado de su aprendizaje significaba todo.

Un suspiro hizo notar a Magnus que talvez llevaba ya un rato largo con el celular y enseguida lo puso en el centro de la mesa, donde estaba el de Alec desde que llegaron. El silencio se hizo presente y ambos notaron a la vez lo mucho que lo habían extrañado. Tener cinco hijos no es sencillo. Si no están gritando o llorando, tienen la tv o música a todo volumen. El silencio era un privilegio.

- Treinta. - Dijo Alec con pena en la voz. - ¿Quién diría que llegaría?

- No empecemos con cosas depresivas te lo pido por favor.

- No pero, hablo enserio. Sabemos lo que dijeron los medi..

- No vamos a hablar de médicos, no en este día ni en esta mesa.

- Hagamos una cosa. Prométeme algo.

- Alexander por favor... - Magnus quito la mano de la mesa y se la llevo al cabello, tirando sus pelos hacia atrás. Largos y oscuros, sin una cana. La genética asiática no le permitía envejecer.

- Cuando no este - Se tomo su tiempo para seguir hablando, esperando a que su esposo lo mire a los ojos.- quiero que viajes por el mundo con los chicos.

- Alec...

- Era lo que íbamos a hacer juntos pero bueno, no se puede y no quiero que pierdas esa oportunidad. Quiero que ellos la tengan. Quiero que tengan todo, absolutamente todo lo que yo no pude tener de chico.

Magnus miro a otro lado, apartando la vista de los ojos azules verdosos de Alec, concentrándose en el gran ventanal del restaurante con vista al río. El calor se hacia presente por el sol, advirtiendo que la primavera pronto comenzaría. Las flores estaban estallando por todos lados como su corazón que tenia ganas de gritar miles de cosas.

- Te lo prometo. - Dijo sin mirarlo.

×

Caminaron de la mano por todo el ancho y largo de la costanera de Tigre, mirando los puestos de chucherías artesanales y demás. Alec paraba cada tanto a querer comprar cosas y Magnus como buen marido consentidor le compraba todo y mas. Tomaron un café con coñac al sol, sintiendo el aroma de las flores y calido calor de fines de invierno. Vieron a los turistas pasear en catamarán y se reían de los chicos que se caían en la pequeña pista de skate.

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Magnus atrapo entre sus manos la cinta y tiro de ella para poder bajar la cortina hasta un poco mas que la mitad, dejando apenas unos atisbos del sol que lentamente se transformaba en atardecer. Era una tarde radiante y calida. Alec lo observaba desde los pies de la cama mientras se quitaba las zapatillas, Magnus se sentó a su lado haciendo lo mismo. Ambos se miraron y sonrieron ante lo "casados" que estaban.

La siesta era una regla silenciosa que cumplían rigurosamente. Alec se agotaba muy fácilmente durante el día pese a tener dos niñeras; Magnus volvía del trabajo solo para dormir con el y luego volver a salir.

El abrazo de Alec era como la canción de cuna a un bebe para Magnus que cerraba sus ojos para entregarse a su preciada rutina. Besos en la nuca y los hombros, caricias en el pecho y susurros tan íntimos como el momento ameritaba. El bailarín entrelazo sus manos con la de su esposo, el mejor acompañante que podía existir y susurro adormitado entre sueños "Te amo" que fue respondido con un "Yo mas" susurrado en su piel, por detrás de su oído, dejándole una sonrisa placentera.

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Enseñame a Amar (P3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora