La llamada de Caroline y de Grace no se hizo esperar. Mientras navegaba por internet, una ventanita emergente me informó de que tenía una videollamada; en cuanto la acepté, el chillido que dio Caroline casi provocó que me cayera de la cama. Los rostros demostraban que cada una tenía una opinión muy diferente de lo que había pasado en la fiesta.
Caroline fue la primera en empezar el interrogatorio. Grace, por lo que parecía, estaba un poco resacosa y fuera de juego.
-¿Cómo es que te fuiste de la fiesta, Mina? –empezó, pegando tanto la cara a la webcam que pensaba que iba a traspasarla y presentarse en mi habitación.
-No me sentía muy bien –respondí.
Grace frunció el ceño, no parecía muy convencida con mi respuesta. Caroline, por el contrario, estaba haciendo mohines como una niña pequeña a la que le hubieran dicho que no ante uno de sus caprichos.
-¿No te sentías bien? –repitió Grace-. Desapareciste sin dejar ni rastro, ¡estábamos preocupadas por ti!
Lo dudé. Era posible que, en algún momento de la noche, pudieran haberme echado en falta pero, lo cierto, es que ambas habían parecido bastante divertidas con los chicos que se les habían acercado. Sin embargo, decidí morderme la lengua y encogerme de hombros en su lugar.
-Bajé al lago y estuve un rato allí –les expliqué.
-¿Y quién fue el que te trajo a casa? –preguntó Caroline.
Ahí estaba, la pregunta del millón. Estaba segura de que habrían estado barajando miles de posibilidades antes de hablar conmigo y que ambas tenían sus sospechas; lo que no tenía muy claro es cuáles eran sus opciones.
Bajé la mirada y oí cómo Caroline contenía la respiración, expectante.
Sabía lo que iba a venir después de que lo confesara.
-Chase Whitman –murmuré.
-¿Cómo has dicho? –inquirió Grace, mirándome con los ojos bien abiertos.
Caroline también me miraba fijamente, esperando a que lo dijera en voz alta y audible. Eso era humillante.
-Chase Whitman –repetí, en voz más audible.
-¡Sí, sí, sííííííííííííí! –gritó Caroline, aplaudiendo como una niña pequeña.
-¡Joder! –exclamó Grace, tapándose la boca con ambas manos. Parecía horrorizada de la idea de que uno de los Doce me hubiera traído a casa.
Sus reacciones fueron de lo más dispares y, de nuevo, fui consciente de las grandes diferencias que había respecto al mismo tema: los Doce. Sin embargo, tras lo sucedido la noche anterior, cada vez estaba más confusa sobre lo que debía pensar respecto a ese grupo tan problemático. Chase me había parecido simpático y un chico más o menos… normal.
Pero confesar eso en voz alta haría que Grace nos mirara como si Caroline y yo nos hubiéramos vuelto completamente locas. Y yo no quería que Grace se fuera de nuestro lado. No podía hacerlo.
-Bueno, bueno, bueno… ¡eso sí que ha sido una bomba informativa! –exclamó Caroline-. Y mira que no quisieron hacernos caso el resto del grupo… ¡Parecían hipnotizados con sus animadoras de plástico!
-Pero… pero eso es imposible –intentó razonar Grace, aún sorprendida-. Los Doce no… no se relacionan con nadie que no sea del grupo. Es como si el resto no existiéramos.
-Chase lo hizo –insistí-. Me llevó en el coche de Carin hasta mi casa…
Caroline movió las cejas en un movimiento que las tres conocíamos muy bien. A ella le gustaba denominarlo como «sé lo que pasó después»; el problema estaba en que se estaba equivocando de cabo a cabo.
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Wolf. (Saga Wolf #1.)
WerewolfEn Blackstone, un pueblecito perdido en Virgina, las cosas siempre habían sido tranquilas y todos los vecinos vivían metidos en sus propias rutinas: todo esto cambió cuando doce chicos se convirtieron en nuestro principal foco de problemas. Esos chi...