«Señor Monroe».
Miré la imagen que se proyectaba sobre la pared con más atención. Descubrí cierto parecido con su hijo, Kyle: ambos tenían la misma mirada que caracterizaba a los líderes, un brillo de suficiencia y una sonrisa torcida. La postura que tenía denotaba seguridad y confianza en sí mismo; incluso reconocí en aquel hombre el pelo rebelde de Kyle bajo una generosa cantidad de gomina.
Apreté con fuerza el colchón, sin entender qué podía tener de utilidad ese vídeo. Miré a Lay y vi que tenía el ceño fruncido. Él sabía algo que a mí se me escapaba.
Pero ¿qué?
En aquel momento, la imagen del señor Monroe se recolocó en su asiento, con una sonrisa de pura satisfacción, y se atusó el bigote.
-Digamos que tengo una versión de primera mano sobre la muerte del licántropo Gregory Whitman –respondió, con el mismo tono que había usado antes. Se estaba reservando la bomba que tuviera que soltar para dar el golpe de efecto que él deseaba.
-En el informe constaba que había heridas de arma blanca en el cuerpo del lobo –informó la voz monótona de Adam, que parecía aburrirse-. Creo que fue usted quien hizo dicho informe, ¿no es así? Usted fue quien encontró el cadáver.
El señor Monroe cabeceó, asintiendo ante las palabras de Adam. Después, las comisuras de sus labios formaron una sonrisa cruel.
-La verdad es que fui yo quien mató a ese lobo –reconoció el señor Monroe, con orgullo, y a mí se me escapó un gemido ahogado-. Si el Consejo no escuchaba mis peticiones y me tomaban por un pobre loco, me encargaría personalmente de llegar al poder para acabar con esas monstruosas criaturas.
»Cuando vi, aquel día, a Whitman solo en el bosque pensé que el Señor me había brindado una oportunidad difícil de no aprovechar. Al principio se resistió, pero parecía estar pensando en otra cosa: lo maté sin que me diera muchos problemas al final. Me marché a toda prisa de allí y regresé tiempo después para fingir que lo había encontrado por pura casualidad junto a un grupo de cazadores.
»No encontraron nada que pudiera inculparme y dijeron que había sido obra de un cazador humano de la zona.
-Ha dicho que puede hacer conjeturas respecto al posterior asesinato de Timothy Seling –recordó Adam, que no aparecía en pantalla-. ¿Qué quiere decir con eso?
En ese momento, tenía las mejillas llenas de lágrimas y Lay había enterrado su cabeza entre las manos, incapaz de seguir viendo aquel vídeo. Aquella era la prueba que necesitaba para demostrar, para demostrarme, que mi padre no había tenido nada que ver con la muerte de Gregory Whitman. La manada de lobos se habían equivocado de persona y habían asesinado a un inocente. A un amigo que los había defendido y protegido.
Me tapé la boca para evitar que se escuchara el sollozo. Aquel hombre, el padre de Kyle, era el único culpable de todo lo que nos había sucedido; era el responsable de la muerte de mi padre.
La risa atronadora del señor Monroe me hizo que volviera a clavar la mirada en la pared. Aún quedaban algunos minutos de grabación y, el instinto me decía, que tenía que ver con la muerte de mi padre.
-¡Sólo conjeturas! –rió el hombre-. La muerte de Timothy Seling fue imprevisible, pero supuso para mí un pequeño empujoncito a mi plan para entrar en el Consejo; un buen día, un par de cachorros de la manada de Whitman vinieron para denunciar que uno de los nuestros había asesinado a sangre fría a uno de los suyos. Por un segundo pensé que se referían a mí pero, ¡vaya sorpresa me llevé!, ellos me aseguraron que habían visto a Timothy Seling en los bosques matar al padre de uno de ellos, Gregory Whitman.
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Wolf. (Saga Wolf #1.)
WerewolfEn Blackstone, un pueblecito perdido en Virgina, las cosas siempre habían sido tranquilas y todos los vecinos vivían metidos en sus propias rutinas: todo esto cambió cuando doce chicos se convirtieron en nuestro principal foco de problemas. Esos chi...