XI.

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Mientras veía la televisión en el salón, completamente ajena a la conversación que mantenían mi madre y mi hermana a mi lado. Desde que había bajado de nuevo, me había mantenido en el más completo silencio, sin dirigirle la palabra a mi madre. Estaba molesta por el hecho de que mi propia madre me estuviera ocultando cosas. Tampoco ayudaba que Chase se hubiera mostrado tan esquivo con sus respuestas.

Me crucé de brazos, incapaz de poderme concentrar en lo que veía. Eran demasiadas las cosas que tenía en la cabeza como para poder centrarme en la televisión.

-Mina… ¡Mina! –el grito de mi hermana me sobresaltó y me giré hacia ella, con el corazón latiéndome con fuerza.

-¿Qué? –inquirí, de malas formas.

-Es tu amiga Grace –respondió, torciendo el gesto-. Dice que te ha estado llamando al móvil y que no contestabas. Ahora mismo está por el teléfono, en la cocina.

Me levanté de un brinco y me dirigí a toda prisa a la cocina. No había nadie, por lo que podría hablar con más libertad; cogí el teléfono.

-¿Grace? –dije, con un hilillo de voz.

Oí un suspiro de alivio al otro lado de la línea.

-¡Gracias a Dios que he podido dar contigo! –exclamó, con ligero tono de enfado-. Te he estado llamando, ¿sabes? Pensaba que te había pasado cualquier cosa, ¡me tenías preocupada!

-Estaba cansada, Grace –mentí-. Y además, no tenía el móvil a mano. Lo siento.

Grace chasqueó la lengua.

-Ya me ha comentado tu hermana que estabas muy rara –me sorprendió que mi hermana le hubiera comentado eso. Incluso que se hubiera dado cuenta de que estaba distraída-. ¿Va todo bien?

Esbocé una media sonrisa que Grace no pudo ver. Grace y su manía de preocuparse por todos, en vez de pensar en ella misma en algunas ocasiones; Grace, la adolescente que actuaba como una madre… Su noto demostraba que estaba claramente preocupada por mí y que no iba a parar hasta que supiera la verdad. Una verdad que ni yo misma sabía.

-Estoy bien, Grace –mentí de nuevo-. Hoy estoy… distraída, nada más.

-Richard me ha invitado esta tarde a ir a su casa –me comentó Grace, mucho más alegre con ese tema-. Estarán sus amigos y me ha pedido que os invite a vosotras. ¿Qué me dices? Es un buen plan y te ayudará a relajarte.

Recordé que Kyle Monroe, uno de los amigos de Richard, me había comentado algo al respecto. Y que yo había aceptado. Más o menos. Le había dicho que lo hablaría con mi madre y, puesto que ahora estaba enfadada con ella por su esquivo silencio, no podía hacerlo. Pero, a fin de cuentas, el hecho de que no me hablara con mi madre significaba que podía hacer lo que quisiera dentro de unos límites. Y salir con mis amigas estaba dentro de ese límite.

Aun así me quedé un par de segundos en silencio, como si estuviera pensándome bien la respuesta.

-Me parece una idea estupenda, Grace –acepté al final.

-¡Estupendo! –gritó con energía-. Caroline y yo estaremos a las siete en tu casa, ¡así que no nos hagas esperar!

Le prometí que iba a tenerlo todo listo antes siquiera de que llegaran y colgué, sintiéndome un poco culpable por haber aceptado sin tan siquiera consultárselo realmente a mi madre. El episodio de la cocina se repetía una y otra vez en mi cabeza, al igual que la conversación que había escuchado a escondidas.

Que mi madre estuviera en algún tipo de consejo, uno bastante importante dentro del pueblo, me tenía intrigada. Y más aún que tuviera potestad para poder echar a los Doce del instituto. «Pero ellos también necesitan adaptarse», recordé las palabras de mi madre. ¿Adaptarse en qué? ¿Y si estaban en algún tipo de programa como el de protección de menores?

Wolf. (Saga Wolf #1.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora