XXVI.

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La oscuridad me cubrió por completo y me aplastó bajo su peso; no sentía nada más que eso. Si aquello era morir, tenía que reconocer que no era como yo me lo había esperado. En mi imaginación me había imaginado algo parecido a la escena que tiene lugar en Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, no aquello. Sin embargo, allí no había ni estación de King Cross ni ningún Albus Dumbledore esperándome: solamente estaba yo… rodeada de oscuridad.

Era una extraña sensación, como si estuviera flotando en aquella negrura que no parecía conducir a ninguna parte. Y no parecía tener fin. Me encogí sobre mí misma mientras aguardaba a lo que tuviera que esperar.

Como una eternidad.

La parte buena del asunto de estar muerta es que no tendría que preocuparme por los estudios o por cualquier otro problema que pudiera tener hasta el momento. Lo único que iba a echar de menos eran mi familia, mis amigos… y a Chase. Ahora que por fin habíamos conseguido arreglar nuestras diferencias, que podríamos estar juntos…

Las imágenes de mi infancia fueron pasaron lentamente por delante de mí, como si fueran un rollo de película. Me vi cuando era pequeña, en el patio, ayudando a mi padre a montar un columpio que se me había antojado porque todos los niños tenían uno y yo no quería ser menos; en otro, siendo igual de pequeña, cogiendo por primera vez a mi hermana Avril preguntándome por qué no me habían traído el perrito y, en vez de eso, me habían dejado a esa cosita tan llorona. Distintas partes de mi vida desfilaron una por una en orden y sentí que se me saltaban las lágrimas.

Pero, en medio de la oscuridad, algo había comenzado a cambiar. Era capaz de oír voces (¿voces estando en el limbo o lo que quisiera que fuera ello?) y fragmentos de conversaciones donde reconocí la voz de mi madre y de Grace.

-… lo último que necesitaba era que se viera inmersa en todo esto –decía mi madre en esos momentos-. Su padre escogió no decirle nada por un buen motivo: evitar que pasara algo por el estilo. No estaba preparada para enfrentarse a ello. ¡Por poco muere…!

-Chase la salvó usando su sangre –comentó Grace, cuchicheando-. De no haber sido por él…

Alguien chasqueó la lengua. Probablemente mi madre.

No entendía qué podía estar sucediendo y, de no estar muerta, qué me había pasado. Recordaba haberme interpuesto entre Chase y Adam y de casi precipitarme al vacío tras recibir la puñalada que iba dirigida a Chase. Pero nada más.

-Aunque me cueste admitirlo, ese chico ha demostrado que quiere a mi hija –reconoció mi madre, con fastidio.

-Chase me entregó un DVD y me pidió que se lo entregara al miembro del Consejo que viniera para tomarnos declaración sobre lo sucedido –prosiguió Grace, con insistencia-. Dijo que era muy importante y que tanto Lay como Mina sabían qué contenía.

Mi cuerpo comenzó a obedecerme e intenté mover alguno de mis dedos; afortunadamente, funcionó. Eso quería decir que no había muerto y que todo aquello había sido gracias a Chase y su sangre. La pesadez que se había apoderado de mi cuerpo comenzó a desaparecer poco a poco, dejándome una horrible sensación de vacío.

Se me escapó un gemido y, cuando abrí los ojos, tenía a una gran cantidad de personas congregadas a mi alrededor, como si estuviera en mi lecho de muerte.

Las manos de mi madre se ajustaron en mis mejillas y me las acarició con suavidad, tratándome como si fuera de cristal. Tenía los ojos anegados en lágrimas.

-¡Oh, gracias a Dios que has despertado! –dijo, con un evidente alivio.

Parpadeé varias veces mientras intentaba acostumbrarme de nuevo a mi cuerpo. Estaba en mi habitación, en mi casa y metida en mi cama. Jamás me había sentido tan agradecida de encontrarme allí, junto a mi familia. Sin embargo, no reconocí otras de las caras que me miraban desde fuera del grupo que se había reunido a mi alrededor.

Wolf. (Saga Wolf #1.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora