VIII.

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La hora de la comida, junto a mi familia, fue un auténtico infierno debido a mi estado de nerviosismo. Mi madre intentaba poner orden mientras Avril se quejaba en voz bien alta que no entendía por qué teníamos que comer de nuevo verduras y Percy jugueteaba moviendo de un lado a otro su comida en el plato. Yo, por mi parte, me había dedicado a moverme como si fuera una autómata: pinchaba algo de mi plato, me lo llevaba a la boca, masticaba y vuelta a empezar. Mientras mi madre intentaba hacerle entender a mi hermana Avril que, de no comer, iba a terminar con un severo castigo, me lanzaba rápidas miradas de reojo.

Avril, viendo en ello su oportunidad, me lanzó, usando el tenedor como catapulta, parte de sus espinacas. La munición me impactó de lleno entre los ojos y me hizo soltar un grito mientras mis hermanos se echaban a reír.

Incluso mi madre esbozó una sonrisita que intentó disimular cubriéndose la boca con la mano.

-Tierra llamando a Mina, responda –se burló mi hermana, entre risas.

Al final, no pude resistir las ganas y me eché a reír a mandíbula batiente mientras me retiraba las espinacas de la cara. Hacía tiempo que no pasaba nada así en casa y, sumándole que Henry no estaba pululando por aquí, hacía que mis ánimos estuvieran más altos.

Mi hermano Percy se quedó ayudando a mamá con los platos, por lo que decidí subir a mi habitación para encontrar un atuendo adecuado para la cita que tenía con Chase.

Empecé sacando prendas al azar de mi armario mientras me preguntaba qué debía ponerme: ¿falda o pantalón? ¿Vestido? No quería parecer que me había arreglado demasiado para la ocasión, pero tampoco quería ir como si pasara completamente del tema.

-No uses nunca minifalda en tu primera cita, hermanita, así te tachará de fresca –me aconsejó la voz de mi hermana pequeña a mi espalda.

Avril estaba apoyada en la pared que había al lado de la puerta y me observaba con una sonrisita en la cara. Me llevé instintivamente la mano a la zona donde me había impactado su lanzamiento de espinacas.

-¿Qué haces tú aquí? –le pregunté.

Ella se encogió de hombros, con un aire de misterio.

-Si es para burlarte o chantajearme por algo, puedes irte por donde has venido –le avisé.

Observé a mi hermana mientras ella se acercaba y dejaba caer sobre mi cama. Se quitó las botas negras militares que llevaba y sus pies hicieron un crujido que hizo que me encogiera sobre mí misma.

-Eh, tranquila, Mina, he venido aquí para ayudarte –repuso-. Es obvio que no tienes ni idea de lo que es tener una cita puesto que llevas siglos sin salir con nadie.

No podía creerme que mi hermana se estuviera ofreciendo a echarme una mano sin pedirme nada a cambio y sin una travesura detrás de todo aquello.

-¿Por qué haces todo esto, Avril? –inquirí, en voz baja.

El rostro de mi hermana se contrajo hasta ponerse seria.

-Lo que hiciste por mí… o sea, ir a buscarme por medio vecindario, aunque me pillaras en esa guisa, fue algo que… en fin, que nunca me hubiera imaginado que harías –me explicó, bajando la voz-. Pensé que entrarías en pánico y llamarías a mamá. Y luego está el hecho de que no me echaras la bronca después de todo lo que te dije delante de Stacy. Reconozco que estaba un poco borracha, pero lo recuerdo perfectamente –reconoció-. Quería pedirte disculpas por todo este tiempo, por todo lo que os he hecho a todos.

La iniciativa de Avril por reconocer sus errores y querer cambiar, además de la disculpa, hicieron que me empezaran a escocer los ojos y que empezara a parpadear para ahuyentar las lágrimas.

Wolf. (Saga Wolf #1.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora