XVII.

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Chase terminó de quitarme toda la sangre que cubría la herida, de desinfectármela y me la cubrió con gasas. El resultado era más que evidente: iba a traerme problemas. Había intentado tranquilizarme, pensando que aquello no tenía importancia, que incluso tenía que sentirme halagada y que lo que había hecho Chase era un gesto muy bonito que demostraba su amor hacia mí. Algo que no había tenido claro hasta ahora.

Pero no podía dejar de pensar en qué sucedería con el hecho de estar vinculada, como lo había definido Chase, a él. Lo más probable es que el resto de su manada no iba a aceptarme y Lorie montaría un buen espectáculo; y eso sin contar con lo que diría mi madre o tío Henry si descubrieran la marca. Chase me había asegurado que los licántropos se emparejaban de por vida pero ¿y si Chase descubría que, al final, yo tampoco era la adecuada? ¿Y si me daba cuenta de que todo esto había sido un puro capricho y que necesitaba algo más? Chase me había explicado que, cuando los emparejaban, lo hacían porque entre ambos había una especie de conexión biológica que aseguraba una descendencia más poderosa. ¿Qué sucedería si Chase había “creído” encontrar a su compañera en mí pero se equivocaba? La marca seguramente se me quedaría, para siempre, y él estaría atado a mi lado.

Una multitud de preguntas e ideas se agolpaban en mi mente, ahogándome e impidiéndome pensar con claridad. Chase seguía mirándome, esperando algún tipo de reacción por mi parte.

Quizá fuera un buen momento para ponerme histérica.

-Estamos vinculados –dije, con tranquilidad, procurando ir despacio y sin permitir perder el control-. Este arañazo es la prueba… ¿Y dices que es para siempre?

Asintió.

Tenía que reconocer que aquello era mejor que quedarme embarazada o que me hubiera informado que, además de marcarme, iba a tener que casarme con él o algo por el estilo. Se me escapó una risita demasiado aguda que hizo que Chase se mordiera el labio. Tenía que mantener la calma, debía hacerlo.

-No hay ninguna regla en este mundo tan siniestro que impida que una cazadora… bueno, descendiente de cazador y un licántropo puedan estar juntos, ¿o sí la hay? –tenía que asegurarme de que no hubiera más sorpresas.

Chase dejó el labio para comenzar a morderse las uñas. Eso no podía augurar nada prometedor.

-No hay muchos casos en los que sucede esto –respondió con cautela-. Así que no… no lo sé.

Me masajeé las sienes con fuerza, intentando mantener a raya las ganas que habían aparecido de coger cosas y estamparlas contra cualquier sitio. Quería romper cosas. Demasiada información.

-Entonces, ¿qué me propones, Chase? Es obvio que esto se nos ha ido de las manos y que no hemos venido aquí precisamente a que «me dieras respuestas». Lo que ha sucedido aquí… esto –señalé el trozo de gasa que cubría mi arañazo- es un problema muy gordo. Lorie y toda tu familia creen que ella es la elegida, tu compañera eterna y todas esas historias, ¿qué van a pensar cuando me vean aparecer con la marca, Chase? –había perdido definitivamente el control y ahora era incapaz de parar.

-¡No lo sé, Mina! –chilló él, apretándose la cabeza entre las manos-. También fue mi primera vez y nadie me dijo que podía suceder. Nadie me dijo: «Oye, Chase, ten cuidado cuando te acuestes con una chica, puedes marcarla. Pero disfruta, eh». Esto es tan nuevo para ti como para mí.

Dejé caer la cabeza entre mis manos, ganándome un nuevo pinchazo en la herida. Lo que había empezado como un fin de semana prometedor estaba convirtiéndose en un cúmulo de mala suerte.

Ninguno de los dos tenía la culpa, pero no podía evitar pensar que, al menos, Chase podría haberse informado un poco de los riesgos a los que se exponía estando con alguien que no era como él.

Wolf. (Saga Wolf #1.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora