A tres pasos de ahorcarte

Capítulo 16: "LONDRES NO ES UNA CIUDAD TRANQUILA"

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Pit.

Pit.

Pit.

El sonido intermitente llenaba la blanca y fría habitación.

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Alfred ha comenzado a comportarse raro. No habla ni come como antes, le rehúye la mirada y está demasiado nervioso. Arthur, quien está en el marco de la puerta del living, lo mira tratando de pensar la posible razón. Pero sinceramente, no encuentra una lo suficientemente satisfactoria y ha terminado en ideas tan ridículas y sin sentido que son mejor ni decir.

— ¿En verdad estás bien? — Alfred salta y Arthur puede jurar que si fuera un gato, habríase colgado del techo. Se ríe solo. Alfred lo queda mirando unos momentos.

— Sí ¿Por qué lo dices? — Arthur se acerca al sillón y se sienta junto a él, sin notar que el chico se pone tenso.

— Estás actuando rarísimo, que puedo decir— Se alza de hombros. Los ojos azules no despegan sus ojos de él.

— N-no pasa nada, supongo...— Se rasca la cabeza, mira la pantalla del televisor apagada, pensativo. Arthur hace una mueca de disgusto.

— ¿A qué te refieres con que supones? — Se acerca más, preocupado. Preocupado a sus adentros obviamente,  porque no se lo dirá.  Alfred está tieso en su lugar, y su boca es una línea tensa, como un alambre. Arthur comienza a hacer memoria de lo que podría haber hecho, porque parece que la cosa es solo con él — ¿He hecho algo?

Alfred desvía la mirada.

— No...Supongo que no...

Tuerce la boca.

— ¿Cómo que supones? — Le cuestiona.

Una idea le llega de improviso, aterrándolo. Su sangre se volvió hielo.

¿Acaso...?

¿Acaso había dicho algo indebido mientras dormía?

Y pasando a un estado de sublimación casi inmediata, su líquido vital ardió volviendo sus mejillas dos tomates brillantes.

Mierda.

¿Le habrá dicho q-que... siente algo p-por... él?

Por eso Alfred actúa tan raro, por que Arthur le dijo eso y no sabe como reaccionar. Tal vez no sabe como rechazarlo y además a Alfred le produce incomodidad estar cerca de él. Por eso está tan alejado. ¡Mierda, era tan simple!

Arthur se quiere morir.

— ¿Arthur me puedes ayudar a poner los platos? — Matthew estaba apareció en la sala con un paño en las manos, sonriendo dulcemente.

— Ah, sí...— Se levanta de un brinco. No. No puede ser realidad. ¿O sí? No, no, no... Mentira... es algo sonámbulo y habla por las noches pero solo dice estupideces sin sentido ¿Verdad?

¿Verdad?

El norteamericano respira tranquilo al momento en que Arthur desaparece. Se cubre su rostro con las manos, desesperado consigo mismo. Sus mejillas están calientes, lo que significa que está sonrojado. Demonios. Ni con sus novias se sonrojaba.

La situación que lo había encerrado a eso era simple: El sueño húmedo que tuvo con Arthur hace dos días atrás. Nada de sonambulismos raros.

Ya no podía estar con Arthur con normalidad luego de eso. 

Tenía que calmarse, tenía que olvidar el sueño. Controlarse. Ya, perfecto puede controlarse. El problema es otro. Cómo actuar con Arthur de ahora en adelante.