— ¿Qué? — Exclamó atónito.
— No te hagas el imbécil, maldita sea ¡Dime en qué lo metiste, estoy seguro que tú tienes la culpa de lo qué pasó! —La voz resonaba en el teléfono con furia, pero eso a Alfred le daba igual.
Su preocupación estaba centrada en otro punto.
— ¿Dónde está?
— En su casa, obviamente. ¡Pobre que intentes acercarte, maldito delincuente! ¡Aléjate! ¡Vete a tu mierda de América! —El primo de Arthur gritaba frenético— ¡Te acercas y te destrozo la cara de una patada!
La carcaza del iPhone comenzó a crujir. Los ojos azulados de Alfred se afilaron, brillando peligrosamente.
Estaba seguro quien estaba detrás de todo eso.
— No sabes nada, imbécil — cortó.
Salió corriendo en busca de su chaqueta negra que colgaba del perchero.
— ¿A dónde vas a esta hora? —Matthew salió justo del baño con una simple toalla anudada en su cadera. Las gotas de agua resbalaban en las claras ondas castañas antes de caer al vacío.
— Salgo.
El hermano menor ensombreció su rostro al instante.
— Alfred, ¿Cuál es tu maldita manía para buscar pe-?
— ¡No voy a buscar pelea! ¡Es una maldita urgencia! —Extalló— ¡Es Arthur!
— ¿Arthur? ¡¿Qué le pasó a Arthur?!
— Luego te cuento, estoy apurado— Sacó las llaves del colgador y salió por la puerta.
— ¡Alfred! —Gritó y estuvo seguro que el otro fue capaz de escucharle por el otro lado, aunque no le respondió.
Apretó los puños desnudos y húmedos.
Matthew siempre había sido una persona pasiva. Alguien que no se atrevía a entrar en acción. Prefería mirar y soportar en vez de actuar porque le resultaba menos peligroso y abrumante. Y los matones en su otra escuela lo sabían, por eso lo cogieron de presa. También Alfred, papá y mamá. Sabían que podían hacer lo que quisieran con él, porque jamás iba a negarse o a reclamar sobre algo. Y se aprovechaban de eso.
No era seguro de sí mismo. Prefería que lo protegiesen, porque no se sentía capaz de hacerlo él. No tenía fe en sus habilidades, temiendo estropear todo en vez de arreglarlo.
Pero, desde hace un tiempo, ha comenzado de hartarse de eso.
Se ha hartado de ver como todo se cae a pedazos, viendo como la gente muere en vida, pudriéndose por dentro mientras él no hace nada para impedirlo. No ser capaz de luchar.
Se ha hartado de lamentar y no hacer nada para ayudar a quienes quiere. Se ha aburrido de ser un simple espectador en esta miserable película.
Su hermano Alfred y Arthur están hundiéndose. Su familia también. Hace mucho.
Desde que pisaron Inglaterra, puede razonar, no están más que envueltos en este infierno. Y desde que conocieron a Arthur, cuando lo salvó de casi ser atropellado, también lo envolvieron a él.
Se pregunta si acaso esta familia está maldita.
Puede incluso escuchar el llanto de mamá. Sentir la mirada reprobadora de papá. La risa de los matones. La sangre de Alfred.
Y todo se está yendo a la mierda.
¡Y él ya se ha aburrido de estar mirándolos como su vida se pudre, creyendo que una labor divina los va a salvar!

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A tres pasos de ahorcarte
FanfictionAlfred deseó con todo su corazón proteger a Matthew, no importando cuánto dolor implique. En este pozo de violencia donde estuvo por años, alguien más se hundió para elevarlo: Arthur. Ahora están en una lucha de poder, de deseos de escapar y ser lib...