• U n o •

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Una oscura y nublada noche estaba presente en la aldea de Seúl, la Luna llena se ocultaba tras las nubes oscuras y los intermitentes truenos que pegaban con todo su poder en  los bosques. La lluvia era demasiado frecuente y empapaba en solo segundos a los lobos que se encontraban bajo su ceno. Las corrientes de viento no ayudan para nada a menguar ese tormento y un gran lobo castaño corrió como pudo en aquella noche para llegar pronto a casa.

La tormenta era demasiado fuerte, tanto así que lograba acallar los gritos de la mujer a punto de dar a luz. Mientras todos descansaban en sus casas, la omega traía al mundo a su primogénito. La partera hacía lo que podia, pero el parto estaba demasiado difícil, la mujer ya había roto bolsa hace tiempo y a pesar de 3 horas de contracciones el bebé aun se negaba a salir.

- Por favor aguante  un poco mas señora, siga pujando...

- ¡Ahh!... no... puedo mas... esto es demasiado... dónde esta mi marido, por que no está aquí.

- Ya viene señora, calma - una de las sirvientes de la casa trataba de manejar a la señora mientras limpiaba el sudor en su frente.

Las betas siguieron asistiendo a la omega, quien apenas podía con el dolor. Pero era su hijo, el primero. Quería a su marido a lado suyo... - ¡Ahhg! - volvió a gritar, no creía que aguantaría, pero haría todo lo posible para que su hermoso cachorro naciera y fuera bendecido por la hermosa luna a pesar de la tormenta que se desencadenaba afuera.

Un fuerte ruido distrajo a la mujer, era la puerta de su recámara siendo azotada por otra persona. La omega  aun con la vista nublada por sus lágrimas logró distinguir la figura de su flamante marido. El alfa tenía agua escurriendose por sus extremidades y caminaba desesperado hacia ella.

- Kris... - jadeo la mujer en medio del parto - Estas aquí... - Sonrió aun con el creciente dolor en su cuerpo.

- Calla amor, solo concentrate - acarició los cabellos castaños de la mujer - Ya estoy aqui - beso su coronilla y se alejó cuando la omega volvió a gritar por las contracciones.

Todo estaba casi listo agua tibia, mantas, esponjas... todo para la llegada del primer primogénito de la pareja. Kris sostenía la mano de su esposa y aunque estaba siendo apretada por ella, el alfa no se quejó. Tras varios intentos mas y con el reloj indicando que ya había transcurrido otra hora mas, el cachorro parecía por fin salir.

La partera estaba mas que feliz, podía ver la cabeza del bebé y con cuidado lo fue sacando hasta liberarlo completamente. Cortó el cordón umbilical y lo ató, limpió al bebé y lo cubrió con unas mantas. La beta estaba un tanto preocupada y no era la única pues no se oía el llanto del pequeño ser. La omega estaba cansada y antes de siquiera preguntar por su hijo cayó rendida ante el agotamiento.

Tanto Kris como el resto de los presentes se acercaron donde se hallaba el recién nacido.

- ¿Qué ocurre?. ¿Por qué no llora? - Preguntó el alfa con suma preocupación.

- No lo se señor, pero el cachorro esta vivo no se preocupe...

La mujer guardo silencio al sentir un pequeño movimiento de parte del bebé y fijo su mirada en la criatura al igual que el resto. Se acercaron lentamente hacia el recien nacido hasta que este abrió los ojos, las betas soltaron un pequeño gritillo ante la sorpresa y se alejaron por reflejo.

Rojo.

Igual que la sangre, esos ojos eran un rojo carmín demasiado profundos, pero fue poco lo que duró pues el bebé volvió a cerrarlos.

Un silencio incómodo y helado se sintió a partir de eso, pues por un momento todos creyeron que aquello habia sido producto de su imaginación, un mero espejismo. Pues para ellos era imposible poseer ese color tan... ¿extraño? Y...

Los Ojos Del Lobo [HunHan] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora