capitulo 26

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Lauren abrió los ojos y permaneció inmóvil, tratando de orientarse. ¿Dónde estaba? En su casa de Gualala. Sí. En su cama. Lo comprobó. Aún no había amanecido. En efecto. Una hermosa mujer encima de ella.

Debo de estar soñando

Al oír su propia voz se espabiló. Un leve ronquido sonó muy cerca, un brazo se posó sobre su vientre y una pierna se enredó entre las suyas. Lauren siguió quieta, mientras cada molécula de su ser percibía el contacto con el otro cuerpo. Algodón sobre algodón. Piel sobre Piel.

Durante la noche Camila debía de haberse bajado los pantalones, porque Lauren percibió un calor que le indicó que Camila no llevaba nada. Notó un cosquilleo, una sensación cálida y húmeda. Al darse cuenta, una especie de alarma contra incendios la sacudió. Trató de dormir de nuevo, pero le resultó imposible. Quería abandonarse y devorar a aquella maravillosa criatura. «Muy bien, Lauren. Vaya momento para ponerte poética y aprovecharte de ella, justo cuando es más vulnerable y se siente en deuda contigo. Muy honrado, muy leal. Durará. ¡Una mierda! ¿Quieres que dure? ¿En qué estás pensando?» En una fracción de segundo Lauren bajó por una resbaladiza cuesta y llegó a una sorprendente conclusión. Deseaba que durase. Quería a Camila de todas las maneras. Estaba quebrantando todas sus reglas. Tenía que abandonar la cama ya. Apartó a Camila con mucho cuidado y la tapó con las mantas, procurando no tocarla con los dedos sudorosos. Luego se levantó en silencio, dolorida y reprimiendo una queja. Cogió un forro polar del armario, se calzó unas zapatillas y fue a encender el calentador y la chimenea. Puso la tetera al fuego, preparó té y se sentó en el sofá, frente a la chimenea.

El sol se sumergía en el mar. Habían dormido mucho. Retiró el cargador del móvil, pulsó un número rápido y una voz familiar respondió al segundo timbrazo.

Hola, Ally. Llamo para informarme. ¿Hay novedades?

Enviamos gente al lugar del incidente. La furgoneta estaba destrozada. El señor Austín saltó a tiempo, pero no contaba contigo y con tu cuchillo. Estaba donde lo dejaste. El equipo cree que no había pasado nadie por allí. ¿Se encuentra bien la señorita Cabello?

—Sí. Está durmiendo. ¿Y Zayn y Ferrer? ¿Los habéis encontrado?

Según nuestros informes, huyeron a Canadá antes de que pudiésemos detenerlos. No creo que vuelvan, pero hay muchos como ellos por ahí._ Lauren suspiró.

—¿Crees que se han librado?

—Eso parece, pero nunca se sabe. El chiringuito de las acciones ha cerrado y la gente que lo llevaba, al menos en Estados Unidos, ha muerto o ha desaparecido. Podéis volver, pero será mejor que mantengáis la guardia durante un tiempo, porque cabe la posibilidad de que no hayamos identificado a todos los jugadores._ Lauren contemplaba el fuego mientras escuchaba a Ally. «Tal vez sea mejor así.» De pronto oyó una tosecilla y vio que Camila estaba apoyada en la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, observándola. Los ojos de Lauren recorrieron su cuerpo. Llevaba los pantalones puestos. «Seguro que lo he soñado.» Lauren se preguntó qué habría oído Camila y sintió la necesidad irracional de ocultarle el hecho de que podían marcharse. Sin embargo, tenía que decírselo.

Te volveré a llamar para concretar planes. Gracias por la información, Ally. —Cerró el teléfono y permaneció sentada, con los brazos apoyados en los muslos y las manos entrelazadas. Camila se acercó a ella y se sentó a su lado, y Lauren percibió el aroma de las sales de baño que había puesto en la bañera la noche anterior, el aroma del que había disfrutado durante toda la noche.—Buenas noticias —dijo Lauren sin mucho entusiasmo, contemplando el fuego—. Han arreglado lo del... accidente; parece que no lo vio nadie más. Creen que Zayn y Alexa cruzaron la frontera de Canadá. Podemos regresar._ Camila se quedó callada unos instantes.

Primer Impulso (CAMREN) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora