capitulo 25

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Han instalado dispositivos de rastreo en los dos coches —explicó Lauren al señor Odo y a Camila delante de la casa—. Camila y yo utilizaremos un vehículo alternativo mientras los coches hacen rutas para despistarlos. Luego cogeremos el Audi. Necesito las llaves del BMW._ Camila, que había encontrado su mochila debajo de una silla, estaba buscando las llaves cuando la verja empezó a abrirse. Se agacharon y se escondieron. Entró un viejo jeep, que aparcó junto a la furgoneta del señor Odo, y de él salió una mujer alta y atractiva, de la edad de Lisette, vestida con unos vaqueros y una camisa blanca. Tenía el pelo entrecano y muy corto, unos bonitos ojos castaños y complexión atlética.

Lauren y el señor Odo salieron de su escondite. Cuando la mujer vio a Lauren, sonrió y la saludó con la mano. Luego ambas se fundieron en un abrazo y se besaron. Camila las contempló tímidamente desde el interior de la casa. A continuación, la mujer le estrechó la mano al señor Odo, y Camila oyó que Lauren la llamaba por el nombre.

Gracias por venir, Susu._ Camila se acercó a Lauren y ésta la cogió de la mano.—Susan Renfrow, te presento a Camila Cabello. Camila está... hum... viviendo con Lisette y es... amiga mía._ Lauren se puso roja como un tomate. Camila, confundida, miró a la recién llegada, que en ese momento contemplaba a Lauren con una sonrisa radiante. Luego la mujer le estrechó la mano.

Hola. Encantada de conocerte. Lisette me dijo que te ibas a trasladar aquí. Bienvenida. —Tenía una mirada cálida y la mano firme. Miró de nuevo a Lauren, sin dejar de sonreír—. Vaya, Lauren, nunca me habías presentado a tus amigas. ¿Todas son tan guapas?_ Lauren no sabía dónde meterse.

Oh, no, es decir, yo no... En fin. —Se disculpó bruscamente, farfullando algo sobre las llaves del Audi y sobre una gestión con su oficina. Susan se rió y le guiñó un ojo a Camila mientras caminaban hacia la casa.

—¿A qué viene eso?_ Susan observó la figura de Camila.

Sólo le estaba tomando el pelo. La conozco desde que visitó por primera vez California y en todo este tiempo nunca ha traído a una amiga a casa. Así que sabe que me doy cuenta de lo especial que eres._ Camila sintió que le ardían las mejillas y ni siquiera trató de disimular su alegría. Cuando entraron en la casa, Susan se detuvo y examinó el lugar con las manos metidas en los bolsillos de atrás del pantalón, balanceándose sobre los talones, ya sin sonreír. Camila siguió su mirada hasta la chimenea. Alguien había destrozado la preciosa repisa con un hacha y el salón estaba hecho un desastre._ ¿Qué diablos significa esto? —exclamó Susan. Camila percibió la ira en los ojos de la mujer.

Ocurrió anoche. Unos hombres intentaron... capturarme y... escapé a la playa y... _ Las palabras murieron en los labios de Camila cuando la gravedad de la situación la golpeó como si fuera un ladrillo. Se puso pálida y se le doblaron las rodillas. Susan llamó a Lauren, y enseguida unos brazos fuertes la levantaron y la colocaron suavemente sobre el sofá. Camila enterró la cara en el cuello de Lauren y trató de serenarse, temiendo sufrir un mareo.

Respira. Respira a fondo. Estoy contigo._ dijo Lauren a Camila.

Iba a contarme lo que pasó.

En aquel momento, lo único que quería Camila era que todo el mundo se fuese y la dejasen en paz. Los brazos familiares de Lauren contribuyeron a calmar su acelerado pulso. Trató de centrarse en la conversación, en vez de recrear el terror de la noche anterior.

Debe de haber sido una noche de aúpa. ¿En qué puedo ayudar?_ Camila miró a Susan, que estaba valorando los daños, y se alegró de que dirigiese su atención a otra cosa. Necesitaba un instante de intimidad.

Primer Impulso (CAMREN) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora