capitulo 20

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Ling, voy a contarte algo que no debes decirle a nadie. ¿Me lo prometes? —Camila hizo su visita habitual a la cafetería, y Ling Fong le preparó el pedido mientras charlaban un rato. Cuando se quedaron solas, Camila decidió aprovechar la ocasión. Ling la miró como si tuviese que decidir algo. Sus ojos transmitían mucha más edad de la que tenía en realidad.

Lo prometo._ Camila sabía que era sincera.

Pronto voy a dejar el trabajo. Algunas de las personas que trabajan allí están haciendo cosas ilegales y engañan a mis dientas. ¿Sabías que yo estaba prometida con el director ejecutivo de la empresa? Pero rompí el compromiso hace poco, porque..., bueno, no tiene importancia. Digamos que no es un hombre honrado._ Ling asintió, dando a entender que había notado cambios en Camila, aunque nunca lo había mencionado. Camila continuó:—Quiero proteger a mis clientas. Necesito entrar en un despacho concreto cuando no haya nadie. Tu madre limpia esos pisos por la noche y tiene la tarjeta magnética para entrar. —Se fijó en el miedo que reflejaban los ojos de Ling—. A tu madre no le ocurrirá nada. Puede limpiar mientras yo trabajo en el ordenador y, luego, desaparezco. Nadie lo sabrá.

—¿No se enterarán de que el ordenador ha sido manipulado y descubrirán a qué hora?

—Sé borrar los rastros. Tu madre no se verá involucrada. Le pagaré por dejarme entrar.

—Hablaré con mi madre cuando llegue —dijo Ling, tras dudar unos instantes—. La decisión es suya. Pásate a la hora de comer. ¿Cuándo tienes que hacerlo?

—Lo antes posible. Esta noche o mañana. Seguiré el consejo de tu madre sobre la hora. —Camila sabía que tenía que actuar rápidamente, antes de pensarlo mucho. En aquel momento entraron varios clientes en la cafetería con aspecto de necesitar una buena dosis de cafeína. Ling limpió el mostrador.

De acuerdo. Me informaré y te comunicaré algo a mediodía._ Camila le dio las gracias con un gesto.

Hasta luego.

Cruzó la calle para dirigirse al edificio de oficinas y saludó al guardia antes de entrar en el ascensor. Cuando las puertas se cerraron, se apoyó en la pared del fondo. «Mierda. El guardia. Hay que llamar al timbre para entrar de noche. Y firmar al entrar y al salir. Eso significa que no puedo marcharme. Es más complicado de lo que pensaba

La mañana transcurrió lentamente. Camila era un manojo de nervios, aunque procuró comportarse con normalidad. Tras hablar con Lauren, comprendió que seguramente la estaban desvinculando del trabajo de Shawn. Ya no tenía acceso a las reuniones de alto nivel y Shawn apenas le hablaba, el muy cabrón. Mary se había dado cuenta del cambio y Camila sabía que le molestaba, pero necesitaba el trabajo. Había aceptado trabajar para otros dos asociados, además de para ella. Camila se había centrado tanto en su otra vida que no había notado que ya no formaba parte del núcleo «duro» de la empresa. La gente la evitaba. Cuando se dio cuenta, no le importó. Mentalmente ya había abandonado la empresa. «Sólo me queda una cosa por hacer. ¿Qué hora es?» Las once y cuarto. Seguro que Ling ya había hablado con su madre. «Iré antes de la avalancha del mediodía.» Camila decidió que, si la madre de Ling consentía en ayudarla, ya buscaría la forma de entrar y salir del edificio por su cuenta. Y, si no, el plan B. No había plan B.

Entró en la cafetería cuando Ling estaba acabando de atender a una de las jaurías habituales. Camila, que no quería mirar a Ling a los ojos, estudió unos paquetes de galletas. Se preguntaba qué le daba más miedo: que rechazase su petición o que la aceptase. «Bueno, ya está.» Ling le sonrió con expectación. «Petición aceptada

Primer Impulso (CAMREN) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora