capitulo 23

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El atacante de Camila la tiró al suelo detrás de una roca. Cuando la joven iba a gritar, una boca cubrió la suya, la de alguien que quería que se callase. Se serenó y la presión aflojó; los labios se enternecieron y... se demoraron. Luego se apartaron y le dijeron al oído:

—¡Shis! Soy Lauren. No voy a hacerte daño. Te soltaré para que puedas respirar. Respira contra mi camisa y mi cuello para no hacer ruido. Están muy cerca._ Camila permaneció así varios minutos, escuchando. Trató de respirar en silencio, con la nariz y la boca hundidas en el pecho de Lauren, pero el olor de su piel y su leve perfume dispersaron sus pensamientos. «¿Qué haces? ¿Estás a punto de morir y aún juegas a “adivina la fragancia”? ¡ContrólateLos ruidos sonaban tan próximos que Camila se quedó de piedra. Luego, oyó gritar a alguien:

—¡Reagrupaos! Los perros están aquí. ¡Reagrupaos! —Los pasos se alejaron. Un minuto después Camila se irguió y miró a Lauren, que evitó el contacto visual.

Hum, siento el beso forzoso. No se me ocurrió otra forma de hacerte callar._ Camila siguió mirándola.

No pasa nada. Tienes razón, iba a gritar. Creo que debo darte las gracias... Ya sabes..., por... —Se aclaró la garganta sin hacer ruido—. Me van a echar los perros. Y ahora también te seguirán a ti. Lauren, tienes que ocultarte y dejar que me vaya. Me quieren a mí. Si permanecemos juntas, te harán daño. Yo los alejaré de aquí. No te muevas._ Intentó levantarse, pero Lauren la sujetó bruscamente y la obligó a retroceder. Camila hizo un gesto de dolor y se agarró el hombro.

No vas a ninguna parte. ¿Qué le pasa a tu hombro?

Nada grave. El matón del restaurante trató de arrancarme el brazo, pero Tippy aterrizó sobre él y lo fastidió bastante. Así me escabullí. Me pondré bien._ Una leve sonrisa iluminó el rostro de Lauren y, luego, contempló el mar.

—¿Eres una nadadora resistente? ¿Cuánto tiempo aguantas sin respirar?_ Camila siguió los ojos de Lauren, que miraban la gélida ensenada.

Me defiendo y aguanto un minuto si no estoy aterrada, que, por cierto, sí que lo estoy. Me muero de miedo. Y, por otro lado, no me apetece mucho. ¿Tienes un plan?_ Camila sintió el calor de las manos de Lauren sobre los hombros y su respiración se serenó. Incluso el hombro lastimado le dolía menos cuando ella lo tocaba. La voz de Lauren era tranquila, pero rotunda.

Los perros seguirán nuestro olor vayamos donde vayamos, a menos que nos metamos en el agua para despistarlos. Si nos capturan, no lo vamos a pasar nada bien ninguna de las dos. Necesito que confíes en mí. Iremos a la ensenada más protegida, al otro lado de las rocas. Nos metemos en el agua por aquí, nadamos hacia fuera unos treinta metros y, luego, avanzamos de forma paralela a la playa hasta que estemos en el otro lado. A continuación, buceamos y tú me sigues. Tienes que remontar las olas y la marea, y alejarte lo suficiente para poder nadar en paralelo sin que el mar te arroje contra las rocas. ¿Puedes hacerlo? ¿Lo aguantará tu hombro?_ En realidad, Camila estaba pensando en lo mucho que le apetecía un reconfortante fuego y un buen libro en aquel momento. Sus pensamientos vagaron entre los encantadores matices graves de la voz de Lauren, hasta que la realidad de las palabras se le echó encima.

—¿Qué es lo que quieres que haga?_ Lauren le puso un dedo sobre los labios. Segundos después, Camila oyó voces y ladridos, y aullidos de perros. El claro de luna iluminó el rostro de Lauren.

Camila, no pienso dejarte. Si no puedes hacerlo, encontraremos otra forma, aunque no creo que la haya._ dijo con preocupación Lauren.

De acuerdo, de acuerdo... Larguémonos de aquí. Pero no te adelantes demasiado, por favor. No sé a dónde vamos y no se ve nada.

Primer Impulso (CAMREN) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora