capitulo 17

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 Una tarde de la semana siguiente, Harry Styles esperaba que lo recibiesen en el despacho de la presidenta de Software Jáuregui. La empresa era sólida, estaba en pleno crecimiento y tenía personal inteligente y creativo, algunos con un curioso sentido del humor. Lo que más intrigaba a Harry era la impresión que suscitaba la fundadora y presidenta, Lauren Michelle Jáuregui: admiración, respeto y cierto temor. Un joven ingeniero de software casi se atragantó al pronunciar el nombre de Lauren, mientras se ponía colorado. Le contó a Harry que había hablado con la doctora Jáuregui sólo una vez, sin saber quién era.

Es tan joven y tan deslumbrante. Cuando se marchó, alguien me dijo que acababa de hablar con la directora ejecutiva y casi... casi..., bueno, me dio mucha vergüenza._ dijo uno de los entrevistados.

Harry se había entrevistado con varios vicepresidentes y había visitado todos los pisos, salvo el sexto. En el ascensor observó que hacía falta una tarjeta magnética para acceder a aquella planta. En aquel momento estaba sentado en un sillón tapizado, en una antesala de diseño cálido y acogedor. La recepcionista era una atractiva joven japonesa, que anunció educadamente su presencia y regresó a su trabajo. Aunque daba la impresión de que había mucha actividad, la insonorización de las paredes amortiguaba todos los ruidos.

Tras cinco minutos de espera sonó un suave timbre, al que respondió la recepcionista, que llevaba auriculares. La joven sonrió al espacio y le hizo un gesto a Harry.

—¿Señor Styles? Acompáñeme, por favor. —Se quitó los auriculares, rodeó la mesa y guió a Harry hasta la puerta.

Vestía impecablemente y daba la impresión de que, en vez de caminar, se deslizaba. Abrió una gran puerta y la sostuvo para que Harry entrase, inclinó la cabeza y cerró la puerta. En aquel amplio despacho casi todo eran ventanas que asomaban a la capital de la nación. Sobre la enorme mesa tallada a mano, situada entre las ventanas, había dos pantallas de ordenador planas, a la izquierda de Lauren y discretamente apartadas de los ojos curiosos. En la mesa no había objetos ni adornos, y Harry no vio fotografías por ningún lado. Los cuadros de las paredes parecían originales, vistas del mar y las montañas. Había un cuadrito cerca de la mesa, donde Lauren podía mirarlo: una rosa roja. A excepción de la rosa, el despacho tenía un aire profesional y no revelaba nada de su ocupante. Un gran sofá y un sillón mullido, una mesita auxiliar, una mesa y varias sillas completaban la decoración, aunque apenas se utilizaban. Junto a la mesa de despacho había una mesa de ruedas con el trabajo que Lauren estaba haciendo, cubierta con un paño tejido a mano. De nuevo, un toque acogedor que, sin embargo, no descubría nada.

Harry estaba seguro de que el despacho se había diseñado de aquella forma a propósito. Cuando Harry entró, Lauren estaba cabizbaja, leyendo algo que tenía delante, así que el joven pudo echar un vistazo sin necesidad de lanzar miradas subrepticias. No sabía si Lauren le había dado esa ventaja conscientemente, pero, cuando volvió la vista hacia ella, Lauren lo estaba mirando y sus ojos no reflejaban ningún conocimiento previo. Harry tomó aliento en silencio e intentó relajarse. Lauren le estrechó la mano con firmeza, lo condujo hasta el sofá y le indicó que se sentase. Harry eligió el sillón, porque el enorme sofá lo obligaba a sentarse con los pies colgando como un niño. Lauren optó por el sofá. De pie era cinco centímetros más alta que él y no se hundió. Tampoco lo hizo sentirse más pequeño con su presencia. Harry se preguntó cómo lo lograba. Cuando se acomodaron, Lauren pulsó el botón de la mesa situada junto al sofá y a los pocos minutos les sirvieron unos estupendos capuchinos. Harry esperó a que Lauren hablase.

Y bien, ¿qué te parece? ¿Te gusta esto? —Lauren dejó la taza de café a un lado y se reclinó. Desde luego, no se andaba con rodeos.

Sí, me gusta. Es impresionante. ¿Me vas a ofrecer un trabajo? —Ojo por ojo. Lauren sonrió por primera vez.

Pues sí. Quiero contar contigo en varias áreas. Tenemos una serie de proyectos en los que necesitamos un contable forense que supervise su desarrollo y realice las pruebas beta. Trabajarías directamente con los ingenieros y también tendrías relación con el departamento de marketing y ventas. Necesito que alguien garantice que nuestros programas sirven realmente para lo que se han proyectado. No me gusta tener que hacer apaños. Somos muy caros y quiero que los clientes sepan que su inversión vale la pena._ conto Lauren.

Primer Impulso (CAMREN) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora