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La campana del receso sonó tal como todos los días y los estudiantes comenzaron a levantarse animosos a conversar. TaeYong era un buen observador que jamás se unía a nadie, no tenía un circulo al que pertenecer.

Por eso, su objetivo aquella mañana era la ancha espalda con cintura delgada sentada en el lado derecho delantero del aula, cerca de la puerta. Permanecía con mirada aburrida mientras sostenía un libro entre sus manos y una que otra chica se le acercaba para entablar una conversación. La ironía de la vida le hizo reír cuando el hijo del doctor Seo se sentó en la banca cercana a Kim DongYoung y habló animosamente con él. Tan hipócrita.

TaeYong tanteó su bolsillo en busca de algo y cuando lo sintió prosiguió a levantarse de su asiento y abandonar el aula de clases. Camino por los pasillos en total quietud, antes habría sido un total suplicio con gente fastidiándolo a cada instante. La historia de su familia fue comidilla de todo el lugar por un largo tiempo año atrás, cuando su madre comenzó a salir tarde y se quedaba con su abuela en casa sin saber a qué se dedicaba.

No condenaba a su madre por querer darle lo mejor, por equivocarse como lo haría cualquier humano. La amaba por sobre todas las cosas, era una mujer que tuvo una vida demasiado difícil y que recibió muchos dedos apuntándola a diestra y siniestra. Aun así se confesaba todos los miércoles y escuchaba la misa desde fuera. Cuando niño la acompañaba.

Ahora solo se mantenía alejado. Ver a su madre buscar el perdón con desesperación le agrietó el alma como nunca lo esperó.

No detuvo su caminar por los pasillos, desviándose hacia las escaleras de emergencia en una zona a la que casi nadie iba, estar rodeadas de gente santurrona tenía sus ventajas al momento de escoger lugares secretos. Subió saltando las escaleras de dos en dos, llegando frente a una puerta blanca pesada y abriéndola sin mayor esfuerzo. Tomó la caja de cigarrillos de su bolsillo y sacó uno encendiéndolo mientras miraba el mundo desde aquella altura.

Comenzaba a hacer frio pero no volvería abajo por su abrigo, estar solo era un remedio eficaz para sacar aquel fastidioso sentimiento de su pecho. La puerta a sus espaldas fue empujada y una sonrisa se formó en sus labios mientras expulsaba el humo como siempre lo hacía. Sabía que se divertiría mucho ahora.

"Kim DongYoung, ¿Verdad?" preguntó y al no recibir respuesta ninguna respuesta supo que había acertado. "¿Me has seguido hasta aquí por algo en particular?"

"Quería aclarar lo de la madrugada."

Una risa burlona se formó en sus labios. La gente que tenía un alta moral era tan divertida, tan insegura.

"Creo que lo que vi es lo que es. Si intentas encubrir el hecho de que te acuestas con alguien mayor y que de hecho es-"

"Mira, no quiero problemas, solo quiero vivir tranquilo y pedirte que no le cuentes a nadie de aquí, por favor."

"Eres tan aburrido, Kim DongYoung." Susurró TaeYong mientras se daba vuelta. El muchacho lo miraba con ojos expectantes. "Tan estúpido y aburrido."

El ceño de DongYoung se frunció profundamente, sin embargo no abrió su boca para refutar las palabras del contrario porque tal vez si era un estúpido después de todo, uno que se había metido en problemas grandes.

"Ese doctor debe consentirte mucho, se nota que le gusta la gente joven. Eres definitivamente un iluso por creer que me interesa difundir algún rumor acerca de tus inclinaciones sexuales." Habló elocuente mientras se acercaba, con la mano balanceándose y soltando las cenizas del cigarro en el aire. "Aunque eres homosexual, eso es un hecho."

"No hables de mi tan a la ligera." DongYoung dio un paso hacia el con las manos en puños, sacando su mal carácter. "No sabes nada de mí."

"Se mucho de la gente hipócrita de la iglesia, de una mujer que se gasta sus billetes en cosas innecesarias, de parejas que tienen problemas pero sonríen manteniendo apariencias..." pausó un momento mientras quedaba a poca distancia del delgaducho. "De hombres que dejan a sus esposas e hijos."

POISON ON THE HIPS (TaeDo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora