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Este momento frágil…

Aquí es donde comienzo a labrar mi camino.

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“¿Qué dibujas Youngie?” preguntó Yeona mientras se acercaba a su hijo, secando sus manos mojadas en el delantal.

Había estado cambiando de maceta las flores del jardín trasero y regándolas para que los rayos del atardecer no las estropearan mientras su hijo de seis años pintaba animadamente cerca de la puerta de la cocina. Su esposo había llegado hace poco, la comida estaba lista y caliente.

“Una familia.” Dijo el niño mientras seguía deslizando el lápiz de color con la poca destreza que se le podía atribuir a un niño de su edad.

“¿Dibujas a mami y a papi? Pero no se parecen, Youngie.”

El niño sacó la punta de su lengua en señal de concentración, terminando el dibujo con una sonrisa. Claro que no eran mami y papi, esa familia retratada en su dibujo era la suya dentro de algunos años. Su corazón estaba prendado de cierto niño con cara regordeta y sonrisa amable, que siempre lo defendía del gordito del salón que quería robarle el almuerzo.

“Ese soy yo.” Dijo el niño señalando a uno de los dibujos con una sonrisa. “Estos serán mis bebés.” Sus dedos regordetes presionaron las cabezas de las dos personas más pequeñas, y haciendo pausa señalo al último miembro de ese bizarro retrato familiar.

Nadie hubiera preparado la mente cerrada de Yeona para lo que seguía.

“Este es Yoonie, me casaré con él.”

Un sonido bastante fuerte se escuchó en la cocina, alguien cayendo en el suelo y luego el llanto desgarrador de un niño que llamaba desesperado a su padre, pidiendo ayuda mientras su madre volvía a abofetearlo sin piedad.

DongHun entró en la cocina y apartó a su esposa de su pequeño hijo que estaba haciendo un berrinche total, ambas mejillas con la huella de la mano de su madre, roja y latente.

“No puedes golpearlo así, es solo un niño.”

“¡Qué clase de porquería te meten en la cabeza en la guardería! ¡Niño tonto!” La mujer se sacudió colérica entre los brazos de su marido, queriendo arremeter contra su hijo nuevamente “¡Asqueroso! ¡Monstruo!”

DongYoung lloró más fuerte sin comprender que había hecho mal. Quería que su papá lo abrazara y le dijera que todo estaba bien, que él no era un niño malo ni nada de lo que su madre le había dicho.

 “Ya para, ¿No ves como lo estás tratando? ¡Es tu hijo, joder!” La mujer se volvió a sacudir, escapando del apretado agarre de su esposo y tomando una mano de DongYoung con mucha fuerza, arrastrándolo hacia el cuarto que usaba para orar cuando no podía ir a la iglesia.

“¡Yeona! ¡Para, lo estas lastimando!”

Lanzó al niño dentro, sus lágrimas no paraban y los gritos pronto se propagaron como ecos estrangulados dentro de las delgadas paredes de la casa. No miró con especial amor a su esposo, sus ojos decían “piérdete” mientras cerraba la puerta con seguro antes de que él se lanzara sobre ella.

Kim DongHun nunca se sintió más impotente que en aquellos momentos, escuchando la zurra que le daban a su hijo allí adentro mientras él buscaba las llaves de la puerta, intentando no crear más caos porque entonces los vecinos alertarían a la policía, y posiblemente la mujer lo culparía a él.

POISON ON THE HIPS (TaeDo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora