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Y el miedo estaba arraizado a mí,

Como una peste.

Como un cáncer que se propaga.

Una enfermedad encarnada.

El miedo y yo éramos uno.








Desde el cuarto de oración, podía escuchar los pasos de su madre acompañados con otros más livianos y con un sonido que picaba en el piso de madera flotante. No pudo moverse durante el trayecto de ambas mujeres hacía lo que era la sala, muy cerca de donde se encontraba.

Tan cerca que permitía que cada palabra fuera escuchada por si mismo. Y no dudó de que su madre lo hubiera escogido así para tenerlo enterado de todo lo que sería compartido por la mujer.

“Kim Yeona, quiero iniciar diciéndole que esto no es una mera sospecha, antes de venir y afrontar la situación he tomado las precauciones necesarias.” La mujer sonaba elocuente y DongYoung sintió que las piernas le temblaban mientras el sonido de algo abriéndose hacía eco en las paredes de la silenciosa casa. “¿Está su hijo en casa?”

Hubo un silencio acompañado de una respuesta silenciosa que DongYoung no supo adivinar hasta que la mujer suspiró – seguramente tan fingida como la mayor parte del tiempo – y dijo: “¿Entonces estamos solas? Eso es bueno. No quisiera interrupciones y excusas que alarguen esto.”

“Disculpe señora Seo.” La llamó Yeona y DongYoung se preguntó qué clase de cara debía tener aquella mujer tan orgullosa que se enorgullecía de su autonomía y astucia. Siempre llamada por su nombre de soltera. “Tampoco quisiera alargar lo que sea que venga a decirme, creo que todos somos personas ocupadas.”

Seguramente aquella mujer altanera había tratado de hacer menos a su madre y por ello se había llevado tremendo comentario de la muy dulce y buena Kim Yeona, de la que nadie se quejaba. Las rodillas se le entumecieron a DongYoung mientras un nuevo silencio se prolongó y se preguntó a sí mismo si ciertamente ambas querían que aquello terminara, porque parecían pausar más seguido de lo necesario.

“Bien.” Un nuevo sonido resonó, esta vez parecía el de muchas hojas cayendo sobre la mesilla donde tomaban el té de vez en cuando, cuando su madre estaba presente. “Aquí están las pruebas de lo que su hijo hace mientras no está, ¿No quiere echar un vistazo?”

“¿Debería?”

“Lo creo pertinente.”

Sonido de hojas moviéndose.

Una tras una.

Cada vez de forma más lenta.

Como si el peso se multiplicara rápidamente, y pronto ya no fueran solo hojas, sino pesas con muchas libras de más. Y él solo atinó a pedirle a todo lo más grande del mundo que fueran imágenes del desastre que había cometido la noche anterior con el auto del doctor Seo.

“¿Qué significa esto?” Su madre estaba modulando su voz, apenas dejando que sus palabras fueran lo suficientemente fuertes para ser escuchada.

“Lo que está viendo. Vengo a hablar con usted porque su hijo, Kim DongYoung, se ha estado revolcando con mi marido en más de una ocasión.”

“¡Imposible!”

Sonido de hojas cayendo.

Y DongYoung espero a que un hoyo se abriera bajo sus rodillas y lo engullera rápidamente, porque no sabía qué clase de respuesta debería darle a su madre cuando lo enfrentara, o siquiera si lo iba a dejar explicar.

POISON ON THE HIPS (TaeDo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora