Que mis ojos no te abandonen,
Porque me enciendes...
Quemas mis entrañas y eso me gusta.
✝️
Cuando los rayos de sol apenas se revelaban por el manto grisáceo del cielo, YoonOh viajó nuevamente hacia su pequeño pueblo de nacimiento en un silencio sepulcral. En su mente iban rebotando una y otra vez la pequeña pelota de la duda, y esperaba que todo aquello que su padre había llegado a contar en su momento durante la cena fuese una mentira estúpida.
Pero claro que su padre no tenía porque mentir al respecto.
Tomó un jugo envasado y unas cuantas frutas picadas que llevaba en un contenedor de tamaño mediano. Cuando por fin llegó al calmado pueblo apenas había unas cuantas personas alrededor y muchas de ellas iban a dejar a sus niños a la guardería para ir al trabajo. Pasó por una de las pastelerías favoritas de la señora Min y luego a saludar a unos cuantos conocidos a los cuales olvidó avisarles sobre su permanente cambio de domicilio.
Obviamente ninguno de ellos pareció sinceramente interesado en lo que YoonOh les contó de manera breve.
Tomó un bus que daba la vuelta entera por la ciudad y se quedó en una parada que apenas era usada por los habitantes del lugar, se veía casi nueva y la publicidad que se encontraba ahí era aproximadamente de hace unos cuatro años atrás.
El edificio tenía un color marrón claro, y las ventanas de vidrios que apenas dejarían pasar el sol, con acordeones para que nadie jamás pudiese abrirlas. Las cercas se encontraban cerradas y YoonOh tuvo que pulsar el botón dos veces para que alguien le atendiera desde la bocina.
"Buenos días, ¿Podemos ayudarle en algo?" preguntó una voz femenina con un tono que casi rozaba lo monótono.
"Buenos días, he venido por una visita." Respondió el mientras miraba directo en el visor del timbre.
La puerta se abrió con un chasquido y cuando YoonOh la empujó el sonido sepulcral causado por la oxidación le hizo fruncir el ceño. Esperaba que las instalaciones fueran un poco más decentes que la entrada tan pobre que tenían.
Caminó por la parte pavimentada, mirando las áreas verdes que en muchas zonas se veían muertas y descoloridas, siguiendo recto hacía la puerta de madera de roble pesado y tocando con sus nudillos con fuerza antes de una enfermera asomara y abriera los cientos de candados que se encontraban cerrados allí. Para cuando entró la mujer apenas hizo una ligera reverencia mostrándole el camino hacia la recepción. El lugar estaba oscuro aun, y a YoonOh comenzó a parecerle mejor opción dar marcha atrás.
"Dígame el nombre del paciente, por favor." Pidió la muchacha, dando vuelta y tomando asiento en la silla frente al escritorio que citaba "información" en la parte frontal.
"Min Yeona." Respondió con naturalidad y la mujer tecleo.
"¿Parentesco?" preguntó mientras seguía buscando en el ordenador.
"Soy... su hijo no puede venir así que me mando a mí." Mintió.
Si no lo hacía entonces su llegada no sería bienvenida. Pero por lo menos ahora sabía que lo que decían era cierto y que ella se encontraba allí, solo daría una vuelta a los alrededores de la casa que había sido de la familia Kim en algún momento.
"Cariño, lamento no poder ayudarte. Solo se le permite la entrada a familiares."
"Vengo en representación de su hijo, ya se lo dije."

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POISON ON THE HIPS (TaeDo)
Fanfiction"...sobre cómo estaba destruyendo nuestra pequeña familia en pedazos. Dios no lo perdonaría, eso decían a mis espaldas. Pero cuando veía a mi madre sonreír ante mis preguntas infantiles y decir "Dios es benevolente" sentía que podía tener...