12

809 109 68
                                    

Todos somos monstruos.

Devoramos las esperanzas de los demás.

Nos alimentamos de la desgracia y dolor del resto.

Somos creaciones a la deriva.








Odiaba el olor a desinfectante y medicamento.

TaeYong hizo un esfuerzo sobrehumano para no dejar la habitación apenas entró. La persona acostada en la camilla era solo un vago recuerdo de lo que había sido unos meses antes de que la enfermedad se asentara en su ser. Piel pegada a huesos, pómulos prominentes y boca reseca, los ojos marcados con grandes círculos violáceos alrededor. Aunque estaba cubierta por una manta bastante gruesa, tiritaba de frío.

A un lado de la camilla, una cuna pequeña que prefería no mirar porque entonces el rencor podría ganarle a las ganas de abrazar a la frágil muchacha.

"Estas aquí." El susurro fue dicho de manera animosa, mientras la veía parpadear con cansancio y acomodarse en la cama. "Aunque amo tu presencia... no es necesario que te obligues a venir."

No dijo nada nuevamente, simplemente acercándose del lado contrario, donde una silla estaba posicionada para hacerle compañía en su lecho.

"¿Cómo has estado?" preguntó tontamente y la muchacha simplemente sonrío, sus labios agrietándose en un cuadro fantasmagórico. Líneas sanguinolentas se formaron pero a ella ya no le dolía. O eso quería aparentar.

"En una escala del uno al diez, hoy me siento como..." lo pensó durante unos segundos mientras los ojos de TaeYong la escaneaban con cuidado. "Como un tres, mejor de lo que me he sentido desde el lunes."

"¿Estas mejorando un poco?" La esperanza no lo abandonaba. El no podía resignarse.

"Voy a morir pronto... quiero que lo entiendas." Los ojos de ella eran paz contra la turbulencia que experimentaba TaeYong. "No esperes por mí, moriré en esta habitación... o en cualquier otra. Pero moriré y debes asimilarlo."

Negó. El no asimilaría esa estupidez. Ellos dos eran un solo corazón, ella lo curó cuando su mundo se vino abajo, lo absolvió de toda la culpa y el dolor que cargó cuando la familia se desintegró. Tal vez las circunstancias no fueron las adecuadas, y el trabajo de ella no era el más honrado. Pero su corazón era una caja de pandora llena de dones que nadie podría replicar jamás.

"El amor sanó mi espíritu... pero mi cuerpo está muriendo. Yo te amo lo suficiente para pedirte que no me esperes."

TaeYong abrió su boca, pero ella posó uno de sus huesudos dedos sobre sus labios, callando cualquier replica que hubiese pasado por su mente. Sus ojos brillaron y negó, luciendo cansada incluso de respirar, o de hacer algún movimiento.

"Así que no me pidas que me quede... duele mucho." Entendió que se refería a su cuerpo, al dolor físico que experimentaba día con día. "Quisiera encontrar una lámpara mágica y pedir un solo deseo, no morir justamente ahora. Así podría estar contigo y SeolHee."

Como siempre que llegaba a aquel hospital, no pudo retener las lágrimas y hundió su rostro en la parte desocupada de la cama, enterrando la nariz entre las sabanas que era lo único que conservaba un ligero olor a ella, que no parecía una retazo más de aquel enfermizo lugar. Todo lo que la vida le daba, también se lo arrebataba con una velocidad espasmódica.

"No tuviste que..."

"Ella es un pedazo de mi Tae, es lo que te dejo..." tomó una gran bocanada de aire, parando de hablar. El sabía que no debía hacerla hablar de más, pero su voz sonaba como un arrullo en sus oídos y estaba a punto de perderla para siempre. "No ahora... pero dentro de algún tiempo, cuando puedas hacerme este ultimo favor egoísta... cuídala por mí. Confío en ti y sé que harás un buen trabajo. Piensa en ella como una manera de curarme y tenerme contigo para siempre."

POISON ON THE HIPS (TaeDo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora