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Mi corazón retumba contra mis costillas,

Se que estoy vivo.

✝️







La noche se hacía espesa fuera.

TaeYong permaneció sosteniendo esa cálida mano mientras los minutos pasaban en el reloj. Sintió ansiedad, y luego horror mientras miraba el rostro de una niña que apenas pasaba fuera de esa habitación.

No había palabras para describir la maldad de la naturaleza, sin embargo, no tembló cuando pasó sus manos por las mejillas rosadas y abultadas. Un ser tan frágil e inocente no debía ser tocado por el mundo. Tal vez todo aquel teatro de cuidar la verdad tenía un significado mucho más profundo que solo guardar las apariencias.

Más profundo que evitar la vergüenza de estar en la boca de todos otra vez.

Los ojos se abrieron lentamente de par en par, la adoración reflejándose en los orbes oscuros protegidos por tupidas pestañas.

TaeYong posó su dedo índice sobre sus labios para que la niña hiciera silencio y esta asintió complacida. Lo veía como un juego, que hermoso corazón podía llegar a reflejar.

Siguió otro rato más dentro, su madre llegaría en cualquier momento y si lo encontraba allí sería un problema, uno que prefería evitar.

Salió por la puerta sin hacer mucho ruido, escondiéndola como un tesoro.

Aquel cuarto de lamentos era terriblemente triste.

✝️


"Luces como un palo balanceándose cuando mueves todo tu cuerpo." DongYoung paró al mismo tiempo que la música lo hacía, su frente estaba perlada de sudor frío mientras la fatiga del trabajo extra que tenia lo llevaba lentamente a la ruina.

Asintió casi por inercia mientras Haechan se limitaba a observarlo con ojo clínico. Llevaban dos meses practicando. Los dos meses más difíciles de su vida, en los cuales se había sentido abandonado y desesperado.

En los que pudo tener una probada de lo que le esperaba allí fuera, porque nada resultaba espléndidamente fácil. Se sentía solo y deprimido cuando llegaba al pequeño cuarto que había alquilado en el lado sur de la ciudad, lejos de la zona roja y del E-Mart en el que laboraba desde las cinco de la mañana. Los gastos básicos eran la primera prioridad, luego vino la necesidad de algo más de ropa y después la comida.

Ahorró muy poco el primer mes, casi nada y se imaginó viviendo esa mísera vida por siempre, olvidándose de terminar sus estudios y siendo un simple trabajador de medio tiempo en lugares irrelevantes, con una paga tan miserable que debería mínimo conseguir dos empleos más. Por suerte, la paga de Poison era decente, y las propinas llegaban como mandadas del cielo. Gracias a eso, podía comer dos veces al día en algún puesto callejero o comprar de aquellos sánduches o Kimbap de su lugar de trabajo en las mañanas. Algunos otros días no comía nada, simplemente sobreviviendo con la imagen de algo delicioso en la mente.

Como en esos momentos.

Se sentía débil y magullado, pero debía trabajar duro. Por si mismo, por todo lo que deseaba. La última lección de vida que le dejó su padre antes de desaparecer había sido esa.

DongYoungie, trabaja duro.

Siempre trabaja lo más duro que puedas.

"Te ves pálido." Las palabras del moreno lo sacaron de sus pensamientos enmarañados y lo hicieron aflojar el aire que no notó había estado reteniendo en sus pulmones por bastante tiempo. "Ve a comer algo y luego seguimos."

POISON ON THE HIPS (TaeDo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora