La verdad está escondida en pequeñas cosas,
Como una sonrisa, una mirada furtiva.
En palabras que vuelan en el viento...
Ligeras...
Con aparente simpleza.
Limpio sus manos en la franela mientras caminaba hacia la puerta de la pequeña casa. El sol estaba saliendo y había tenido que mantenerse trabajando para entregar el auto al día siguiente. Si todo salía como quería, podría ganar bastante dinero y tomarse unas vacaciones de ese tedioso taller.
Tal vez estudiar algo y no quedarse estancado.
Entró despacio, sin perder detalle del cuerpo extendido cómodamente en el sofá. Le había pedido que regresara a casa, pero como siempre, se había negado y entre tragos terminaron teniendo sexo en la sala con alguna película aburrida de fondo.
Se acercó, recogiendo la ropa desperdigada por todas partes y apenas rozando el trasero enrojecido. Después recogería las latas de cerveza y limpiaría un poco.
"Ya vete." Dijo lanzándole las prendas encima, haciendo que el contrario despertara rápidamente, con una mueca de disgusto.
El cambio de humor fue drástico.
"Buenos días a ti también, TaeIl." Ironizó para volver a recostar su cabeza sobre una pequeña almohada. "Tengo una jodida resaca, me iré cuando me sienta mejor."
"Ahora mismo. No tengo tiempo para ser tu niñera hoy, Yuta."
El contrario se giró, quedando sobre su espalda mientras simplemente observaba a su mayor. Siempre era más frío de lo necesario por la mañana y a Yuta casi se le olvidaba lo caliente que resultaba mientras tenían sexo. A veces, se sentía como si realmente le importara un carajo lo que pasara con el, pero el japonés había aprendido a leer entre líneas con mucha claridad.
Simplemente TaeIl era así.
Bastante cerrado e hiriente, y no debía ser de otra forma, no había necesidad. Ambos compartían cama porque les gustaba como se sentía tener sexo el uno con el otro, no porque hubiera sentimientos de por medio.
Sin embargo... a veces Yuta deseaba más.
Siempre un poco más.
Porque era avaricioso.
Y porque le importaba una real mierda todo lo demás. Tan egoísta.
Jodidamente vicioso y enloquecedor.
No era un pecado tenerlo todo, no en su mundo.
Se sentó tomando su ropa, bajo la mirada de TaeIl que no se apartaba ni un segundo de su cuerpo.
"¿Quieres una foto?"
"Aun tengo algunas de la ultima vez, no es necesario." La simpleza de la respuesta le hizo reír.
Nada de TaeIl lo desanimaba.
Ni siquiera el hecho de que este se tomara más en serio a TaeYong, y desperdiciara el doble de tiempo viajando de una ciudad a otra. Por eso lo acompañaba.
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POISON ON THE HIPS (TaeDo)
Fanfiction"...sobre cómo estaba destruyendo nuestra pequeña familia en pedazos. Dios no lo perdonaría, eso decían a mis espaldas. Pero cuando veía a mi madre sonreír ante mis preguntas infantiles y decir "Dios es benevolente" sentía que podía tener...