Miserables...
Somos solo eso... personas miserables.
Todo tiene un precio, todo tiene un dueño. Todos le pertenecemos a algo.
A la codicia.
La lujuria.
La envidia.
La mentira.
Todos le pertenecemos a algo, a alguien.
No puedes ofrecer el cielo, si solo tiene tierra en las manos.
Se levantó de la silla donde había pasado sentado las posteriores horas, esperando por TaeYong que se había marchado Dios sabe dónde.
Las imágenes confusas en las pupilas de DoYoung pasaban con rápidos movimientos continuos y se sintió preso de algún tipo de ilusión. Había bebido más de lo habitual y en su mente se formulaba la pregunta de si sería capaz de levantarse del asiento sin dar traspiés o caer directo de cara contra el suelo y ser pisado por algún otro borracho. Sacó su móvil que marcaba cerca de las dos de la mañana y un gimoteo de insatisfacción brotó de su garganta.
Al día siguiente tenía clases a las que no podía faltar. Quizá terminaría fingiendo un resfriado para que su madre lo dejara quedarse en casa sin que supiera donde había estado exactamente a esas escandalosas horas.
Sus dedos temblorosos pasaron por las hebras de su cabello y miró alrededor en busca de las dos únicas caras conocidas a las que podría aferrarse en aquellos momentos. La primera era TaeYong, quien ni siquiera daba señales de vida en el lugar, y comenzaba a pensar que posiblemente lo había dejado allí sin decirle nada como forma de fastidiarlo. La otra opción era el chico que apenas había conocido aquella noche, ese rarito de nombre Yuta que apenas entró entre la multitud después de dejarlo allí sentado, desapareció en lo que parpadeaba un milisegundo.
Así que había comenzando a beber para pasar el rato, mirando alrededor mientras se quejaba de lo ruidosa que siempre era la música en lugares como aquellos, cargando el precio de las bebidas en la cuenta del chico japonés, cuenta que el barman del lugar le había informado existía.
Tomando aire en sus pulmones y con una gota de sudor deslizándose por su cuello directo a las vertebras de su columna, sobre la piel firme, se bajo de su asiento y enderezándose lo más que podía alguien medio borracho, camino hacia la salida del lugar, en busca de algún sitio con aire fresco que lo hiciera entrar en si antes de comenzar a preocuparse de cómo regresaría a casa.
Chocó con un par de chicos y chicas, sintió manos ir y venir. Pero nada de ello le incomodó, le daba algo igual lo que hicieran en aquellos momentos. Llegando a la puerta de emergencia, la abrió rápidamente sintiendo el choque de ambientes directo en la piel expuesta. Se estremeció ligeramente mientras daba dos pasos afuera y la puerta se cerraba a sus espaldas con un ligero click, sus ojos se cerraron y se apoyó contra la sucia pared respirando hondo.
"Oye tu, marica." El eco de una voz masculina resonó en el callejón. DongYoung abrió los ojos rápidamente, enfrentando la silueta de un chico joven en la oscuridad. sus rasgos apenas visibles por las sombras nocturnas y el alcohol lo hicieron retroceder manteniendo una sensación de peligro. "Ven con nosotros a divertirte."
Otro tipo más alto se adelantó un paso, salpicando agua de un pequeño charco por todas partes y sobre su zapato. "He escuchado que ustedes los maricas la chupan bien, quiero comprobarlo." La risa del otro desconocido se escucho alta, casi como la de un villano de cine.
ESTÁS LEYENDO
POISON ON THE HIPS (TaeDo)
Fanfiction"...sobre cómo estaba destruyendo nuestra pequeña familia en pedazos. Dios no lo perdonaría, eso decían a mis espaldas. Pero cuando veía a mi madre sonreír ante mis preguntas infantiles y decir "Dios es benevolente" sentía que podía tener...