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Los niños lloran por muchas cosas.

Por las pesadillas

Porque se les cae el helado.

Porque no quieren ir a la escuela.

Porque se vuelven mezquinos...

Porque desean los juguetes y cosas de los demás.

Y mientras creces solo puedes desear más y más la vida de otros.

La corriente fluía suavemente desde las rieles del tren, sus ojos viajaron hacia las figuras hablando una frente a la otra con normalidad. Incluso pudo ver una leve sonrisa mientras se abrazaban uno al otro. El sonido de la radio seguía alto cuando la neblina llego a cubrirlo todo, cegándolo y perdiendo las dos siluetas en el espeso ambiente.

Un grito desgarrador se escuchó claramente, haciendo que su piel se estremeciera y quisiera llorar. La manija de la puerta del auto se había atascado y los vidrios del auto se subían completamente solos. Golpeó con fuerza, su cuerpo reaccionando a la situación como si la viviera por milésima vez. La misma pesadilla una y otra vez.

La neblina comenzó a desaparecer en el momento justo en que uno de los cuerpos caía por el puente de rieles hacia el rio, hundiéndose con fuerza y desapareciendo.

Desde lejos... pudo escuchar su nombre.

El señor Seo apenas había mandado un mensaje hace días atrás.

Cuando todo aquello comenzó, no hubo siquiera una promesa de por medio, DongYoung tenía muy en claro que no podía exigir más de lo que le era permitido. Todo aquello no lo llevaría a ninguna parte que no fuera su propia destrucción. Ser el otro significaba que debía ser paciente y esperar, aguantar en silencio y tener una vida escondida entre los muros más altos de su mente.

Cuando vio la cancelación de cualquier plan juntos aquel fin de semana, DongYoung supo que algo pasaba, algo que apenas comenzaba a notar como si una venda hubiera caído de sus ojos y ahora pudiera ver las cosas con más claridad. Podía sentir la distancia y la frialdad, como los niveles de ambos los separaban por mucho, como una pequeña grieta que siempre estuvo ahí se abría más y más.

Y no le dolía.

¿Por qué debería dolerle, exactamente?

¿Qué era lo mucho o poco que perdería?

Un amante con experiencia que resultaba bastante frio cuando su pene no estaba dentro de su ano, que lo había seducido con palabras dulces para luego dejar surgir una naturaleza mezquina e infantil. Si, le había querido durante los primeros meses, pero mientras más avanzaban en aquellas circunstancias, las preguntas en su mente le hicieron dudar de todos aquellos sentimientos que antes representaban una realidad absoluta para él.

Por ello, aquella noche se arregló y a escondidas como siempre, tomó el último bus que salía de la ciudad. Se sentó al final, encontrando una que otra cara conocida en el proceso. Nadie diría nada, todos eran sus compañeros, personas que también vivían de las apariencias y habladurías de su pequeña ciudad. Esta vez, decidió no levantarse y bajar en la ruta habitual. Y permaneció sentado mirando hacia la autopista, viendo los faroles acercarse y luego quedarse atrás uno a uno.

Bajó en la última parada, sin mirar o preguntar en donde se encontraba, que tan lejos estaba de casa o a que hora salía el primer bus del día siguiente. Merodeando un poco por las calles aun transitadas por unas cuantas personas, todas caminando rápidamente sin siquiera darle un segundo vistazo. Sin notar su presencia o murmurar desvergonzadamente, y pensó que algo como aquello sería la libertad.

POISON ON THE HIPS (TaeDo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora