18

543 70 42
                                        

Siempre hay una diferencia

Entre un antes y un después.








Recordaba poco del tiempo en el que llegó a Corea del sur y lo difícil que fue al comienzo adaptarse al nuevo estilo de vida. La decisión de su traslado no fue una de las causas de su drástico cambio, solo fue una consecuencia inevitable.

Estando en China, había vivido toda su vida bajo el ala protectora de su madre. Siendo hijo único nunca le faltó realmente nada, sus problemas eran resueltos sin demasiado revuelo y si deseaba algo solo debía pedirlo y le era concedido. La única condición:

Ser un estudiante e hijo modelo del cual pudiesen presumir con su círculo íntimo de amistades. Una tarea bastante fácil para poder llegar a tener la vida resuelta años después.

Pero mantener esa fachada de perfección se volvió muy difícil cuando la pubertad llegó y arrasó con él y sus deseos más oscuros y ocultos. Las niñas no le parecían atractivas.

Sus amigos lucían como idiotas ante sus ojos, alardeando acerca de sus primeros besos y como habían conseguido novia en un corto lapso de tiempo. RenJun solo escuchaba mientras las conversaciones transcurrían sin inmiscuirlo. Las niñas no tenían nada de especial, seria exactamente igual que besar a otro niño.

O eso pensaba.

La primera vez que sintió la urgencia de sentir contacto humano y besar a otra persona, esta se encontraba coloreado de tonos suaves y agradables, ojos de esmeralda y cabellos chocolate en bucles que caían sobre su frente. Por los contornos de sus hombros y los huesos de las costillas y la pelvis pudo suponer que se encontraba desnudo. Era un lienzo bastante pequeño e inexacto, parecía hecho con apremio.

La primera causa de que su mundo se viniese abajo en un abrir y cerrar de ojos era un hombre, uno que ni siquiera tenía un nombre real para él. Su primo no le habló demasiado sobre esa pintura en específico, lo único que llegó a saber fue que se trataba de alguien de la provincia de la que venía y que la hizo en una sola noche, antes de ir a Pekin para tomar su vuelo hacía Francia pocos días después.

Pero... ¿Cómo una simple pintura pudo cambiar drásticamente el curso de una vida?

La respuesta estaba en la persona que Hwang RenJun conoció cuando su cumpleaños número quince llegó y lo que pasó en los sanitarios mientras una de sus canciones favoritas sonaba en el salón lleno de compañeros de clase y desconocidos. El parecido del camarero con el chico de la pintura había resultado tan abrumador que no pudo evitar caer ante el encanto de una figura idealizada años atrás. Y fue descubierto de manera vergonzosa y su orientación apenas explorada fue de conocimiento público.

Sus padres demoraron poco en enterarse. Jamás se vieron más decepcionados que en ese enfrentamiento dos meses después.

RenJun hubiese preferido que lo abofetearan antes que recibir el tratamiento de confinamiento que vino poco después.

Entonces, estando en Corea absolutamente solo, comprendió que no sabía absolutamente nada sobre la vida o el esfuerzo. No sabía mucho sobre si mismo tampoco.

El instituto era duro.

Lo primero que aprendió fue que el odio racial resultaba llegar a niveles estúpidamente altos entre los estudiantes. Las cosas que hacían llevados por la inmadurez eran demasiado crueles y muchas veces difíciles de olvidar. RenJun tuvo que vestirse a sí mismo de mucho valor para no orinarse encima una vez mientras lo golpeaban.

POISON ON THE HIPS (TaeDo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora