22 de marzo del 2005
Con ellos demoró un año, no podía ser tan pronto, podían sospechar y tampoco quería dejar de verlos moverse. Le gustaba observarlos, siempre con esa mirada enfocada y circular de la cámara.
Cada detalle, desde cómo se despedían para irse a trabajar, hasta como hacían las compras del supermercado, cada maldito detalle, tenía que saberlo.
Esta misma insistencia hizo que descubriera que no fueron del todo honestos sobre cómo se conocieron, de hecho, Deathmask era un paciente psiquiátrico, había sufrido de terrible alucinaciones gran parte de su adolescencia y por un tiempo llegó a confundir sus pesadillas con la realidad.
Aphrodite, sí era enfermero y estaba bajo su supervisión. Pero aún habían cosas que no llegaba a comprender, era más real enamorarse de un paciente de cáncer, producían cierto grado de compresión, pero un enfermo mental, se supone que daban miedo... Él lo sabía mejor que nadie.
La teoría que le hubieran dado a Aphrodite la cogida de su vida, no la descartaba y su tacho de basura lo afirmaba, era extrema la cantidad de condones usados que desechaban. Ciertamente, comprobó que la pasión sexual era un aspecto muy fuerte en su relación.
Su casa siempre olía a rosas. Aioros odiaba las rosas, le parecían corrientes, sexuales hasta baratas, independiente de su precio. Pero Deathmask siempre las compraba para Aphrodite y su hogar había adquirido ese olor.
Incluso su cepillo para el cabello también tenía esa misma esencia característica, fue el primer objeto que robó, fantaseaba con su cabello, un color inusual y se lo imaginaba trenzarlo.
Para ese día quiso ceder. No compró margaritas como la primera vez, sino rosas, rojas... Sus favoritas. Realizó la misma acción de tener una copia de la llave. Pero lo único diferente es que tenía un cuchillo, quería tener otro tipo de experiencia esta vez. Incluso llevaba guantes quirúrgicos y protectores de calzado.
Pero algo salió mal...
La alarma sonó, el sonido lo aturdía y tan pronto como quiso reaccionar, sintió unos pasos acelerados bajando por la escalera. Lo único que pudo hacer fue esconderse. Si tenía suerte, podían desconectar la alarma, pensando qué tal vez un gato quería entrar.
Eso fue lo que pasó... Deathmask, buscó por toda la primera planta, encendió todas las luces, pero Aioros fue más astuto y de un descuido, se posicionó detrás de él.
Imitó su sombra, imposible de detectar, haciendo cada uno de sus movimientos. Recorrió la sala y al no ver a nadie más en la habitación, Deathmask desconectó la alarma. Aioros se acercó a él, casi que parecía que estuviera abrazándolo por la espalda, solo que de un solo movimiento cortó su cuello.
La sangre salía incontrolablemente, que ocasionaba un sonido extraño, como si estuviera lloviendo y al mismo tiempo hechas el aceite en la sartén... Cerró sus ojos para disfrutarlo, pero algo le molestaba.
Cuando los abrió, los ojos de Deathmask seguían abiertos, grotescamente abiertos, lo miraba a él especialmente a él. Alzó su mano tratando de alcanzarlo, y la otra mano se posicionaba en su propio cuello, tratando inútilmente de detener la hemorragia.
De lejos, Aioros lo observó, no era bonito, su cuerpo se contraía, como si una extraña rigidez lo gobernará. La escena no le gustaba, era de mal gusto. Pero aún así cerró una vez más su párpados para disfrutar del sonido.
Ese dulce y complicado sonido...
Sintió que flotaba, la sensación se volvió incluso más fuerte, parecía un suave masaje, lo relajó por un momento, presionó más sus párpados para no ver lo que realmente pasaba. Solo quería abrazar ese sonido.
Odiaba el rojo... Odiaba las rosas...
El silencio gobernó el lugar. Y se sintió solo de nuevo, observó el ahora cadáver de Deathmask, y se acordó de Aphrodite... Posiblemente tenía más trabajo que hacer, tal vez se había escondido.
Subió las escaleras con el cuchillo ahora lleno de sangre, alerta a cada ruido que podría sonar en medio de la oscuridad. Al llegar, entro a la habitación y se sorprendió de encontrarlo aún dormido.
Parecía un ángel, ajeno a todo lo que pasaba, dormía de lado, dándole la espalda a la puerta, seguro y desprevenido. Se acercó lentamente, posicionándose adelante de él, notó algo extraño...
Aphrodite no respiraba...
Y entró en pánico...
Se sacó el guante ensangrentado y con sus propias manos recorrían su cuerpo tratando que por un milagro se moviera. Pero la sensación de su cuerpo era más bien fría que cálida. La superficie de su piel parecía al toque de un mármol, gélido al comienzo y pero al toque de sus dedos se calentaba, al presionarlo había un calor dentro.
Tenía miedo, Aphrodite ya se había transformado por sí solo... Aioros no estaba invitado. Se preguntó mil veces como ocurrió. Deathmask no podía ser el asesino, tomaba sus pastillas, había visto los frascos vacíos en el tacho de basura y su comportamiento era por decir normal y coherente. No tenía móviles, lo amaba, no tenía otra aventura, no había nada... Qué demonios podía ser...
Su mirada recorrió el lugar desesperadamente buscando respuestas, pero eran inútiles, no las había, hasta que recorrió el velador. Había un frasco de pastillas de dormir recetadas para Deathmask... La pregunta era que hacían en lado de la cama de Aphrodite...
Sabía todo de ellos, había descubierto su pequeña mentirita, Aioros sabía todo y ahí se dio cuenta de lo que realmente pasaba... Qué el nunca podía ser el dueño de sus vidas ni mucho menos estar en sus mentes...
Había un lugar donde él mismo no podía estará y dentro de la cabeza de Aphrodite... Se agachó adolorido al borde de la cama, pensando por un momento en sus propias conclusiones, de igual manera decidió hacerlo...
Bajó de nuevo las escaleras y subió a Deathmask con él... Todo tenía que ser igual que la primera vez... Los desvistió a ambos, pero el peliazul, estaba sucio, el contraste con la piel nívea de su pareja era evidente. Antes de colocarlo en la cama, decidió bañarlo... Usó incluso el shampoo de plantas del bosque que usaba. Todo tenía que surgir como siempre.
Lo colocó lado a lado hasta que sus hombros se chocaran. Sus manos, sus cabellos... Todo debería estar en su sitio. Los amaba, pensó que eran perfectos, pero nunca lo fueron... Tal vez incluso durante ese año, nunca los conoció, siempre fueron dos desconocidos...
Al ver su escenario terminado, no quiso acompañarlos, los miró una última vez y caminó a la salida, con lágrimas en los ojos...
Está iba a ser la última vez...
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¿Que habrá pasado con Dita? 😨😱
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Moth (Saint Seiya)
Fanfic(Saint Seiya - AU) Aioros siempre ha sido un chico solitario. Poseedor de una soledad que ni las víctimas que carga han podido satisfacer, ni el amor más sincero lo va a poder salvar. Pero el amor tiene muchas formas igual que los deseos más humanos...