CIENTO DIECIOCHO

1.6K 124 10
                                    

[narrado]

El Gabo estaba sentado en el muelle de Puerto Varas pensando en su mamá, no en la Belén, en su mamá biológica.

Su mamá si bien la había cagado cuando el era una guagua, lo arreglo, le puso empeño y se las arreglo pa poder verlo y cuidarlo. Nunca le falto nada.

La Mila estaba junto a él, ella estaba abrazándolo y él también a ella. Quería llorar, llorar por su mamá.

Su mamá después de haberlo arreglado todo con el Javier, nunca más le fallo. No falto a ni un solo cumpleaños, todas las navidades y años nuevos, ahí estuvo su mamá.

La Belén y la Cata se habían empezado a llevar bien, el Javier también logro llevarse bien con la Cata y eso lo agradecía caleta el Gabo. Su familia era media complicá, pero era su familia y él la amaba tal cual era.

-¿Cómo era tu mamá, Gabo?

-Era cuidadosa, siempre estuvo pendiente de que no me faltara nada... siempre para los bailes del colegio ella iba y me compraba unos chubbis, después del baile ella me los daba y me decía que me amaba -dice con la voz rota.- Mi mamá se esforzó para que yo nunca me sintiera mal, creo que ella nunca se perdono a si misma por haberme dejado, pero yo la perdone... hace mucho años lo hice.

La Mila asintió en silencio y le acaricio la espalda con cariño.

-Ella debió de ser una buena mamá.

El Gabo sonrió con lágrimas cayendole por la cara.

-Se esforzó por serlo, la Belén también la ayudo harto... mi mamá me pedía disculpas casi a diario, se murió pidiéndome disculpas. -dice sintiendo como le temblaba la barbilla.- Ella se fue sabiendo que la perdone y que siempre la ame.

La Mila sintió los ojos llorosos y se separo un poco del Gabo.

-¿De qué murió?

-Le dio cáncer al páncreas, cuando se lo encontraron ya no había mucho que hacer, entro a la lista de espera, pero como la salud en Chile es como la callampa... la llamaron para su primera quimio una semana después de que falleciera... yo la veía a diario y a diario ella me decía que la perdonara por todas las veces que ella debió estar allí y no estuvo.

El Gabo paso una mano secándose las lágrimas y se acomodo dejando solo un brazo por sobre los hombros de la Mila.

-La amo, Mila, es mi mamá y no importan sus cagasos, yo la amo porque volvió y supo salir adelante.

El Gabo se quedo mirando el cielo y se sintió mejor al poder contarle todo a alguien, y agradeció que esa persona fuera la Mila.

-Gracias por estar conmigo, Mila.

-Siempre voy a estar aquí, cariño. -dice acariciándole la mejilla.- No importa qué, siempre estaré para ti.

El Gabo le sonrió y luego le dio un piquito, al separarse la Mila lo abrazo con fuerza con sus mejillas coloradas.

Iban a estar bien, claro que sí.

¿Cómo es la wea, maraco? (#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora