Capítulo XXVI
Exigencia
Stanley
Ayleen estaba muy callada desde que había visto las raíces de ese árbol en medio del bosque.
Aunque yo no sabía nada del mundo paranormal más allá de las historias que ella me contaba pude sentir la fuerza que ese tronco de madera ejercía sobre mi mente.
Incluso cuando nos alejamos hacia el pueblo.
Aly asentía en silencio mientras unos animados Stiles y Liam que se había unido en la parada de la universidad le señalaban algunos lugares que según las reacciones mecánicas de Ayleen le parecían de los más irrelevantes.
Sus pensamientos seguían en aquel árbol. La conocía demasiado.
-Scott- Me atreví a interrumpir el tour. El chico me miró sorprendido por mi inusual intervención.
-¿Sí?
-Creo que deberíamos volver al loft. Aly no siente bien.
-Estoy bien S...- Se apresuró a contradecirme pero coloque un dedo sobre sus labios quebrados, como si no fuese bebido agua en meses.
Escuche un gruñido y me sobresalte al ver que venía del hombre, de Derek. Me miraba con autentico odio así que me aleje un poco de Aly.
-No, no estás bien- Dije- Al loft.
-Tal vez deberíamos llevarla con mi madre, es enfermera.
-Creo Scott- Dijo Stiles mirando a mi amiga por el espejo retrovisor- Que no se trata de algo que tu madre pueda resolver.
Aly estaba pálida, más de lo habitual, su cabello se veía menos brillante y sus ojos eran opacos. Sus manos estaban como un hielo y sus labios estaban secos como hojas en el otoño y su habitual color cerezo había quedado reducido a un pálido rosado blanquecino.
Empecé a preocuparme.
-Entonces con Deaton- Dijo Scott a Stiles que asintió doblando en casi ciento ochenta grados en medio de la carretera.
Estaba por reprochar sobre el supuesto Deaton cuando Liam se adelantó a explicarme.
-Era el druida de la manada de la familia de Derek.
Asentí.
Druida.
Que palabras más extrañas.
Acaricie suavemente el cabello de Aly que había apoyado su cabeza en mi hombro y empecé a rogar porque mi cabeza no fuese degollada a manos de Derek Hale.
***
Ayleen
Mi cabeza daba vueltas y me sentía tambaleante. Sin fuerzas.
Entendí muy tarde que el Nemetón me había arrebatado parte de mi poder como había hecho yo con él hace tanto tiempo.
Sacrificios.
Los dioses los exigían.
Los druidas teníamos buena relación con ellos al principio de todo, pero cuando ayudamos a los lobos malditos a cambiar su forma estábamos en deuda con los dioses y el poder que nos daban.
Por si fuese poco yo había resistido a la muerte.
Debía más que todos los demás.
Mi cuerpo lo sabía. Mi boca ansiaba un poco de sangre. Mi estómago rugía con un hambre desconocida para muchos.
¿Qué iba hacer?
¿Podría ÉL sentir mi muerte?
Llegamos a un edificio algo alejado, rodeado de serbales. Me gustaba, traía tranquilidad a mi corazón.
Pude leer de reojo el cartel que anunciaba lo que era.
Una clínica veterinaria.
Hurgue entre los recuerdos de Scott, lo que sus ojos sobrenaturales habían visto para mí.
Deaton.
Trate de huir de brazos de Stan pero no tenía fuerzas.
Si Deaton me veía a los ojos me iba a descubrir.
Apreté con fuerza los parpados.
Mi muerte estaba cerca.
Los dioses se burlaban en mi cara por creer que algún día podría derrotarlo.
¡A ÉL!
¡Ja!
Sentí como alguien me arrebataba de los brazos de Stan, un olor a pinos y a bosque salvaje me hizo reconocer al portador de esos brazos como Derek.
Me extraño profundamente la delicadeza con la que sujetaba mi cuerpo, aquel que sentía cada vez más pesado.
-Tengo frío- Susurré.
Me deposito suavemente en la camilla y el murmullo de las voces que se arremolinaban a mí alrededor me arrullaba suavemente.
Iba a dormir. Dormir para no despertar.
Solo esperaba que Scott no se sintiese muy decepcionado cuando se enterase de toda la verdad.
-No la dejen dormir- La orden retumbo en mi cerebro con una voz que no había oído y que asumí era la de Deaton. Era una voz con un timbre dulce pero firme.
Mi cerebro parecía querer obedecerle, entre abrí los ojos con suavidad siendo cegada por la luz brillante de una bombilla. Una mancha de color oscuro se movía frenéticamente frente a mí.
-Ayleen Bain, quédate con nosotros- Murmuro la mancha oscura y sin rostro. La misma voz- Tendré que darle algo de muérdago y ver si...
Sabía lo que iba a hacer.
Yo también era una druida.
No entendía por qué si habían muerto diez personas en mi nombre había perdido la fuerza tan rápido. Era para que mi poder durase meses...
Pero el Nemetón...
Solo pensar en el me hacía sentirme más débil.
Deaton, él iba a tratar de darme más tiempo pero no sería suficiente. Ningún sacrificio me daría suficiente poder para sobrevivir... solo... solo la muerte de un alfa...
Mi cuerpo reacciono ante la idea. Vida.
Pero mi corazón...
Me regañé a mi misma.
No podía encariñarme con Scott.
Mis esperanzas de que él pudiese acabar con ÉL se desvanecieron en mi mente y quise llorar.
Aunque Él muriese yo seguiría siendo un monstruo, tendría que matar para sobrevivir.
No podía.
Por un momento desee que Deaton me dejase morir.
Pero eso evidentemente no iba a ocurrir.
Sentí en mi lengua el pesado sabor del brebaje que había preparado con el muérdago y otras numerosas plantas y un poco de sangre de conejo.
Solo había algo que intuir.
Me había descubierto.
La sangre del animal liberó mis músculos y nada más con eso tenía fuerzas suficientes para moverme y abrir los ojos.
Los abrí con cierto temor pero no había nadie más en la sala que un hombre grueso, no demasiado alto, calvo y de piel oscura.
-Se lo que eres, lo que quieres hacer y tus exigencias- Dijo él con su tono de voz tranquilizante- Ellos no lo saben. Pero no tardaran en enterarse.
Y con tono misterioso abandono la sala dejándome tendida en la camilla con un montón de preguntas rondando mi cabeza.
¿Qué había querido decir?
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Perder tu mente (TEEN WOLF/DEREK HALE)
WerewolfDespués de la Batalla final, Scott McCall creía que el fin de la secundaría era el fin de lo sobrenatural, pero estaba muy equivocado. Derek Hale ha vuelto a la ciudad de lo sobrenatural porque alguien ha matado a Braeden dejando una aterradora amen...