Capítulo 28 Alec

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Capítulo 28

Alec

NOTA: CUANDO APARESCA * ES UN PENSAMIENTO

Sonreí al oler el profundo miedo que emanaba su cuerpo, si fueran humanos ya hubieran mojado sus pantalones. Estaba considerando seriamente espantarlos a tal grado de que salieran huyendo despavoridos, pero la presencia de mi padre llamo mi atención, voltee y vi que se asomaba junto con mi madre por la torre donde siempre me esperaba, el terror invadía a mamá.

*¿A dónde vas Bella? ¿Piensas dejarnos de nuevo?

*No madre, voy a buscar a Alec, es mi hermano y no puedo dejarlo.

Ellos se miraron a los ojos unos segundos para después asentir, los guardias al ver esto abrieron la puerta.

*Regresare para que vayamos a cazar juntos.

*Te estaré esperando aquí, hasta que mire tu silueta en el horizonte como antes hija mía.

*Espérame madre.

Subí la camucha de la capa para tapar todo mi rostro y comencé a correr lo más rápido que pude hasta el lugar que sabía que se encontraba Alec, tenía que regresar conmigo a casa, porque sin el yo no podría sobrevivir los próximos siglos de mi existencia.

Instintivamente mi mente y cuerpo ya sabían a donde tenía que ir, ese pequeño lugar que encontramos hace tantas décadas en un día de exploración, estaba a las afuera de la ciudad en medio del camino entre Volterra y el pequeño puedo de San Gimignano, era una minúscula cabaña que se encuentra entre árboles y estaba oculta a la espalda de una colina, era difícil de llegar, solo si sabias donde estaba, cuando la encontramos y vimos el precioso valle que se extendía en sus vista y que podíamos ser libres de salir a la luz del sol sin que nadie nos viera, supimos que teníamos que hacer nuestro ese lugar. Como un capricho se lo pedí a mi padre y el por complacerme busco al dueño y compro la casucha que se caía en pedazos en una suma cuantiosa que el dueño no pudo decir que no. Después de eso entre los gemelos y yo la reconstruimos de cero y nos dedicamos a pasar nuestros días de pereza en ese lugar. Ahora entendía porque Jane estaba tan calmada respecto a que Alec se hubiera ido del castillo, ella confiaba con que estaba en la cabaña como yo lo creía, era el lugar seguro de los 3 y nadie sabía de el a excepción de mis padres.

Me detuve a lo alto de la colina y gracias a mi aguda vista logre ver la casita y el brillo que desprendía el cuerpo de Alec que estaba recostado en medio del jardín, sonreí al verlo tan relajado, pero aun así había algo vulnerable y triste en su postura, respire profundamente, y decidí usar uno de mis tantos dones, desaparecí mi olor y camuflaje mi presencia para que no se diera cuenta cuando llegara.

Recorrí el tramo que me faltaba para llegar a la casita, de un brinco llegue al techo, Alec ni se inmuto, no lo culpaba, no podía saber que yo estaba allí.

Lo observe durante un largo tiempo, ahí acostado no parecía que había vivimos muchísimo tiempo, solo parecía un chico de 19 años que estaba disfrutando del sol, estaba demacrado, se notaba que no se había alimentado constantemente y eso era raro en él, nunca permitía errores, pero aun así seguía teniendo esa belleza angelical, un sonoro suspiro emergió de su pecho y una sonrisa misteriosa creció en su rostro.

- ¿Cuándo piensas revelarte Bella? Ya me canse de esperar.

Sonreí, y deje ir mi camuflaje, Alec abrió los ojos donde estaba recostado y se me quedo viendo.

- ¿Cómo lo supiste?

- Quizás no puedo olerte o sentirte físicamente, pero mi alma sabía que estabas aquí.

Un siglo sin tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora