Cazadora

Capítulo 2

Lo primero que Lizz hizo al salir de la Sede fue robar un abrigo de una tranquila mujer que paseaba por la calle. Corrió tan rápido como pudo aún escuchando las quejas de su víctima y se perdió rápidamente dentro de un callejón. Se puso el abrigo para ocultar su ropa manchada con sangre, la sangre de Gael. Solo entonces Lizz se percató todo lo que le había sucedido en tan poco tiempo y aquello le pesó como una tonelada en su espalda.

Temió por Liam y por ella. Todo había parecido tan tranquilo hacía días, tal como siempre había sido. Y ahora ella se encontraba sola en aquella ciudad y separada de él. La sangre de Gael estaba en sus prendas y la imagen de su cuerpo sin vida y su propia flecha en la garganta no se podía quitar de sus ojos.

Sacudió la cabeza para borrar aquella imagen de su mente y partió. Un cazador nunca se quedaba quieto hasta no estar totalmente seguro de estar a salvo. Y Lizz, habiendo huido de la Sociedad luego de ser encontrada culpable de supuesto homicidio y haber robado en la calle, no se encontraba específicamente a salvo.

El frío de Diciembre la atacó sin piedad pero ella no se detuvo. Varias personas se acercaron a ella entregándole postales y folletos de la ciudad. Se adentró en un café sorprendida con la frecuencia con que veía un Starbucks. Tomó asiento en una pequeña mesa contra la ventana para poder seguir apreciando el exterior. Pidió un café chico para mantenerse despierta y atenta por más que llevaba demasiado tiempo sin descansar. Extendió todos los panfletos que había recibido sobre la mesa y agradeció que al menos uno contuviera un mapa de la ciudad, otro de las líneas de bus y otro de las líneas de subway.

Le sonrió a la muchacha que le dejó su café y le pidió un bolígrafo. La joven aceptó de mala gana y le entregó uno con una falsa sonrisa. Lizz concentró su atención únicamente en el mapa delante de ella. Marcó como punto de inicio donde se encontraba en aquel momento. Luego se dedicó a marcar el lugar donde se encontraba la Sede local de la Sociedad y donde era el apartamento de Gael. Siendo una cazadora ella tenía un sentido de orientación perfecto. El único inconveniente era que realmente no tenía a dónde ir y su arco y flechas estaban rotos.

Suspiró con pesar al sentir el peso de aquellos cuerpos colgando de su espalda. Era increíble como la gente común, en su egocentrismo cotidiano y sus preocupaciones solamente por ellos mismos, no podían ver más allá de sus personas. Nadie en el café parecía notar que Lizz tenía una aljaba cargada en su espalda. No, la gente común solamente veía lo que deseaba y sus ojos los engañaban fácilmente.

¿A dónde demonios podría ir ella? Si volvía a la Sede local la muerte la esperaba. Ella sabía que los monarquistas eras probablemente las criaturas más letales y poderosas que existían y que estaban dispersos principalmente en el norte del continente americano. No le era difícil deducir que un gran número de ellos estaría en New York. Había conocido a uno en el pasado y sus recuerdos al respecto no eran nada buenos. Solo bastaba con ver su espalda, la herida no había desaparecido en años.

No, definitivamente no podía volver a la Sede para ser entregada a los monarquistas. ¿Pero entonces dónde ir? No podía volver al apartamento de Gael, no con los recuerdos que aquello le traía. Casi tenía miedo de aquel lugar. Y vagar por la ciudad tampoco parecía una buena opción. ¿Y Liam?

Aquello llegó a inquietarla, ella no sabía nada de él. No conocía su paradero ni su estado, no tenía idea de qué le había sucedido. Necesitaba encontrarlo, necesitaba saber si él estaba bien. Pero no tenía modo alguno de hacerlo.

Se sentía impotente y desesperada, como aquella vez de pequeña cuando había intentado cazar un conejo y este había desaparecido repentinamente frente a sus propios ojos. Pero a diferencia de aquella vez, ella no podría simplemente explorar el terreno y percatarse de que el conejo había caído en un pozo oculto entre pastizales. No, aquella vez era como si fuera ella quien había desaparecido y no el conejo.