Capítulo 19

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—Deja de estar tan preocupado —dijo ella.

—No estoy preocupado —dijo Damon y Lizz resopló.

—Has estado callado hasta ahora. ¿Crees que no lo he notado? Quizás no te conozco pero sé que algo te preocupa —dijo Lizz—. Si esto te ayuda de algo un cazador deja su huella en cada trabajo que hace. Si realmente crees que un cazador estuvo aquí déjame ver qué huella dejó y te diré quién es.

—Estoy pensando que en realidad fue una manipulación de parte de todos para que aceptara que te inviten —dijo él—. A veces creo que si ellos se unen contra mí son más peligrosos que cualquier otra cosa.

—¿Ellos? —Preguntó Lizz y Damon suspiró.

—Ya comprenderás —dijo él.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron Lizz ya esperaba encontrarse con otro pasillo de departamentos pero lo que en realidad encontró fue una hogareña recepción. Ella salió sin comprender dónde se encontraba realmente. Había diferentes abrigos colgados de ganchos en la pared del ascensor. Los muros laterales contenían cientos de cuadros con fotografías colgados, cada una era de un niño diferente. Al fondo había unas puertas dobles y luego una puerta en cada lateral.

Ella se acercó y observó las fotografías. Estuvo segura de reconocer a Brad unos cuantos años atrás en una y siguió observándolas. Cada una era de un chico diferente y parecía de un año diferente. Llegó a encontrar fotografías de principio del siglo pasado o más antiguas.

—¿Quienes son? —Preguntó ella.

—Personas que pasaron por lo mismo que tú pero a más joven edad —dijo Damon a su lado.

Ella se detuvo y observó una antigua fotografía de un niño. Calculó que debía tratarse de mitad del siglo XIX o por aquel tiempo. Él era un niño de una importante familia a juzgar por su buena vestimenta. Tenía los ojos oscuros al igual que su cabello y sonreía ligeramente a la cámara. No más que un niño pensó ella.

—¿En qué se parecen a mí? —Preguntó Lizz.

Escuchó una puerta abrirse y se dio vuelta. Una mujer regordeta que ya debía de haber pasado sus sesenta años salió y se detuvo al verlos. Ella rió avergonzada por haber interrumpido algo y puso sus pequeños y redondos anteojos de nuevo en su lugar pero estos no tardaron en deslizarse otra vez por su nariz.

—Isabelle me advirtió que vendrías con compañía —dijo ella, su voz era suave y amable.

—No he tenido otra opción —dijo Damon y le sonrió—. Buenos días Sally.

—La comida estará servida en un rato, pueden comer algo mientras tanto si tienen hambre —dijo ella—. Damon, los niños están abriendo sus regalos. Estaban preocupados por ti. ¿Puede ser que haya escuchado que hubo una fuerte pelea entre tú y ella anoche?

—No tienes nada que temer Sally, ella no volverá a pisar este edificio por el momento —dijo Damon y levantó ambas manos.

—Es bueno escuchar eso, veamos cuánto dura —dijo Sally.

—Yo también deseo ver a dónde me lleva esto —dijo él.

Ella les dedicó otra de sus amables sonrisas antes de desaparecer dentro de lo que parecía ser la cocina. Damon se dirigió a la puerta por la que Sally había venido y Lizz lo siguió en silencio. Ella se quedó en blanco ante lo que vio luego de entrar.

Había una gran sala de estar que se extendía delante de ella. Estaba elegantemente decorada llena de diferentes lugares donde sentarse. Tenía desde una pared repleta de libros hasta un televisor con varias consolas de video al otro lado. Había un árbol navideño en el medio lleno de regalos pero lo que a ella más le impacto fue ver tantos chicos juntos.

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