"Sí señor". Aquellas eran las únicas palabras que Liam no dejaba de repetir hacía más de diez minutos. Richard no paraba de darle indicaciones y reprimendas mientras guardaba rápidamente lo último en su maletín. Él partía, al igual que todos los adultos miembros de esa Sede, a una convención en Washington y había decidido dejar a Liam a cargo del asunto que concernía a su hermana. Richard ya no tenía nada que temer de las posibles acciones de Liam ya que ahora el error era suyo por dejar escapar a su hermana y no de él por condenarla sin pruebas. Richard ya había amenazado con llevar aquel caso a Londres si cuando él volvía la niña no estaba presente. Liam no había tenido modo alguno de defenderse.
Liam lo siguió en silencio hasta fuera de su oficina. Richard entró al elevador, le dio una última reprimenda, una última orden y por fin las puertas se cerraron. Solo entonces Liam dejó de aparentar guardar la calma y suspiró vencido. Cada día le resultaba más largo que el anterior y aún seguía sin noticias de Lizz.
Tres días habían pasado. Tres días desde que el sanador la había ayudado a escapar. Y en todo aquel tiempo él no había tenido ninguna noticia de su hermana. No sabía dónde estaba ella ni cómo se encontraba. Y Liam no podía evitar temer por el estado de ella. Aún podía ver los hechos sucedidos aquella fatal noche en Dublín al cerrar los ojos. Y entonces él ya no sabía qué creer respecto a lo que había sucedido, respecto a Lizz, respecto a todo...
—¿Piensas salir?
Jason lo alcanzó en el corredor y Liam levantó la vista. El estratagema había llegado a ser buen compañero cuando no se trataba de su sentido del humor. No era serio ni responsable, se tomaba todo en broma o a la ligera. Pero, fuera de eso, él había demostrado ser una buena persona siempre dispuesta a colaborar.
—Sí pero no para lo mismo que tú —Dijo Liam—. Si mi hermana no aparece para cuando Richard esté de regreso perderé mi cabeza.
—Entiendo. No debe ser nada fácil darle caza a una cazadora —Dijo Jason y estalló en carcajadas—. ¿Entiendes? Darle caza a una cazadora.
—No, supongo que no —Dijo Liam y suspiró.
—Amigo, no te lo tomes tan a pecho —Dijo Jason sonriendo y puso una mano sobre su hombro—. Vamos, te invito a tomar algo.
—Te lo agradezco mucho pero realmente no estoy de humor —Dijo Liam y lo miró durante un momento—. ¿Jason, alguna vez has tenido la impresión de conocer del todo a alguien para luego percatarte que no era quien tú creías?
—Mi padre solía tomar mucho, todas las noches —Dijo él—. Yo no lo sabía. Era pequeño y mi madre siempre me mandaba a dormir temprano. El hombre que yo conocía de día no era el mismo que llegaba por las noches. Una vez él llegó muy ebrio, tanto que sus gritos me despertaron mientras mi madre le pedía que hiciera silencio. Lo vi levantar una mano y golpear a mi madre. Y entonces yo lo insulté y me golpeó a mí también —Dijo y se hundió sencillamente de hombros—. Supongo que ahí tienes tu respuesta.
—Lo lamento, no debí haber preguntado —Dijo Liam.
—¿Por qué? —Dijo Jason—. Soy sincero respecto a la historia de mi familia. Ahora vivo aquí solo. Deberías venir a mi casa, me ocuparé de hacerte olvidar todo este asunto de tu hermana. Te espero a las ocho, iremos a una fiesta con Jess. Cuando vuelva hazme acordar que te dé la dirección.
Sin más, Jason partió. Liam sonrió ligeramente, él jamás negaría una invitación a una fiesta. Además, no le vendría mal olvidarse al menos por una noche de su hermana. Si ella hasta el momento había podido arreglárselas para no aparecer muerta en los callejones de New York podía arreglárselas una noche más.
Lizz seguramente estaría a salvo, quizás hasta riéndose de él por su preocupación o sus intentos por encontrarla. ¿Entonces qué importaba que él se divirtiera al menos una noche?

ESTÁS LEYENDO
Cazadora
AdventureLizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...