Lizz se detuvo totalmente en blanco. Durante los minutos que ella había caminado junto a Damon, siguiéndole el paso con dificultad ya que él la ignoraba totalmente y no le daba importancia, jamás había imaginado que la llevaría a un lugar como aquel. Él resultaba ser frío y distante, muy distante. Era como si estuviera en su propio mundo o en su propio tiempo y no le daba importancia a nada más. A Lizz no le sorprendió descubrir aquello pero tampoco la molestó como a Jess.
—Es increíble —Murmuró ella.
Nunca antes había visto algo similar a Central Park. Nunca antes había visto algo tan inmenso o tan puro dentro de una ciudad. El aire se sentía totalmente diferente. Todo había cambiado. La ruidosa ciudad había quedado totalmente a sus espaldas y ahora ella estaba frente a aquel inmenso parque. No era lo mismo que la naturaleza pura pero tenía su encanto y Lizz no tardó en sentirse como en casa.
—Hay mucha historia detrás de este parque —Dijo Damon—. ¿Piensas entrar o te quedarás aquí observándolo con la boca abierta?
Ella no se había percatado que tenía la boca ligeramente abierta. La cerró al instante y miró molesta sobre su hombro a Damon. No se dignó a responderle, no creyó que realmente valiera la pena. Ella era impulsiva por naturaleza. Se molestaba fácilmente y no dudaba en responder pero increíblemente, podía controlarse más que con cualquiera con Damon.
Quizás era por su distante actitud o su aparentemente impasible calma. O quizás era porque a ella, muy en el fondo, le gustaba su compañía por más que le disgustase. De un modo u otro, Lizz se limitó a mirarlo molesta y luego ignorarlo en vez de responder automáticamente como haría con cualquier otro.
—Sabes algo, realmente no entiendo por qué te molestas en ser odioso —Dijo ella deslizándose dentro de un angosto sendero de cemento—. ¿Realmente deseas mantener a los demás alejados de ti?
Ella se detuvo y se dio media vuelta para mirarlo. Él no le respondió, ni siquiera pareció mirarla. Simplemente se limitó a pasar a su lado teniendo ambas manos en los bolsillos de su chaqueta como si Lizz no existiera. Ella ignoró el acto y le siguió el paso.
El sendero, por más angosto que fuera, rebosaba de vida. Se introducía sigilosamente entre los árboles y estaba totalmente vacío. Lizz lo adoró totalmente. Sentía el viento jugar con su cabello, los árboles respirar, roedores corretear por la tierra, pájaros moverse de una rama a otra. Ella podía sentir, ver y oír a la perfección todo lo que la rodeaba. E increíblemente, se sentía en casa. Por primera vez desde lo que la había obligado a viajar a New York, se sentía en casa.
—Había extrañado cómo se sentía esto —Dijo Lizz y dio un profundo respiro—. Había extrañado demasiadas cosas estando atrapada en aquella enorme ciudad.
—Sigues dentro de ella —Dijo él.
—Pero no es lo mismo —Dijo ella y lo miró—. Aquí no hay constantes ruidos fuertes, no hay personas empujándose por avanzar, no hay contaminación. Este es mi territorio. Si aquí me atacan tengo más posibilidades de ganar yo, si en la ciudad me atacan se me complica un poco.
—Tu mayor problema en esta ciudad son los monarquistas y no durarías ni dos minutos contra uno de ellos que represente una real amenaza —Dijo Damon.
—Entonces enséñame —Dijo ella y Damon levantó ambas cejas al mirarla—. Enséñame a enfrentarme a un monarquista, enséñame a durar más de dos minutos contra ellos. Hazlo y yo te enseñaré a mantenerlos alejados como hice la otra noche en la iglesia.
—No te daré clases para enfrentar a un monarquista. ¿Crees que será fácil? Si quieres sobrevivir a un monarquista primero tienes que sobrevivir a mí. No durarías ni un día teniéndome como tutor —Dijo él.
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Cazadora
AventuraLizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...