Capítulo 25 (Parte 1)

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Se deslizó en completo silencio por el tejado y entonces saltó. Sus manos se aferraron fuertemente al borde del techo del otro edificio y contuvo una maldición al sentir el dolor en sus brazos. Respiró profundo para calmar su pulso y su respiración tanto como fuera posible. No podía delatarse del primer instante.

Se apresuró a abrir la ventana debajo de ella con un pie y saltar dentro. Aterrizó sin hacer ruido alguno. Sonrió ante la perfección del silencio y del acto y ante lo cómodos que eran sus zapatos. Ya había estado anteriormente en aquella casa. Se había ocupado de que las bisagras no la delataran y que la ventana estuviera abierta para ella. Se desató el cabello.

Avanzó con cuidado por el desierto pasillo. Sabía cómo caminar y dónde pisar para que la madera no crujiera bajo su ligero peso. En el fondo podía oír voces y risas infantiles pero ella solo estaba allí por una. Estaban en la planta principal, era evidente. Se detuvo y se sostuvo contra el muro para no quedar expuesta cuando el pasillo pasó a ser balcón. Con precaución para no ser descubierta observó desde allí la escena.

Contó trece niños y hasta cinco monarquistas. Reconoció a Elizabeth al instante, parada en medio de su propio circo con su rubia cabellera y su costoso y preciado abrigo. Ella disfrutaba de aquello, de tener el completo control sobre ellos y ver cómo los niños se divertían jugando inocentemente en el gran salón. También reconoció al único niño fuera de lugar en aquella escena ya que era el único que no participaba en el juego, que parecía ser consciente de lo que era realmente la situación.

Marcus.

Lizz se sostuvo totalmente contra la pared y cerró los ojos. Levantó una mano y con la punta de sus dedos acarició las plumas de sus flechas. Tomó su arco, una flecha, y en silencio la tensó sobre la cuerda. La colocó en su perfecto lugar, lista para ser liberada y se concentró. Nuevamente se asomó al borde del muro, apuntó y disparó.

Elizabeth se movió un paso a la izquierda, tan rápido que Lizz no lo hubiera notado de no ser porque la flecha se incrustó exactamente a su lado y ella era consciente de haberle disparado al corazón. Apretó los dientes al ver que había fallado pero tampoco había creído que sería tan fácil. Elizabeth la miró con diversión y ella le sostuvo la mirada seriamente sin estar mirándola realmente a los ojos para no caer en su encanto.

Salió de su escondite y se expuso totalmente para demostrarle que no le temía. Elizabeth levantó una mano para detener a sus subordinados cuando estos se posicionaron para atacarla. Ella sonrió de un modo cruel y oscuro antes de fijarse nuevamente en Lizz.

—Es un placer que hayas venido. Durante un momento llegué a temer que no lo harías y entonces no hubiera sido divertido —Dijo ella—. Lamento no haberte conocido antes o hablado sobre mi prometido. Debieron haberte dicho que a él no le interesaban las niñas y que ya estaba tomado. Ahora baja a jugar. Vamos, será divertido. No seas tímida.

—¿Tímida? Aquello no es específicamente lo que me considera tu querido ex novio —Dijo Lizz y le sonrió con suficiencia ante la reacción de ella—. Oh, lo lamento, creí que ya lo habías superado. ¿Acaso fue él quién te dejó? Cuánto prestigio pierde una cazadora cuando es el hombre quien la deja. ¿Por qué fue Elizabeth? Tu propio dependiente te dejó, qué mal debe ser visto eso entre los tuyos.

Lizz rió y Elizabeth apretó los dientes con furia. Ella chasqueó los dedos y entonces un monarquista se adelantó para tomar a Marcus por los hombros. Al instante Lizz se calló y miró molesta a Elizabeth, siempre consciente de no prestarle atención a sus ojos. Ella le sonrió con maldad, sus labios eran tan rojos como la misma sangre.

—Ambas sabemos por lo que estás aquí. Si realmente lo quieres tendrás que bajar —Dijo ella.

—Me gustan las alturas —Dijo Lizz sencillamente.

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