No, ella no podía salir. Si salía la volverían a atrapar por creerla culpable de un homicidio. ¿Y entonces qué? Tendría que escapar de nuevo y Lizz estaba segura que esta vez no sería tan simple. O quizás sí, no estaba segura pero tampoco deseaba averiguarlo. ¿Cuánto tiempo tendría antes que alguien entrase a buscarla en aquella habitación? Damon había dicho que Liam estaba fuera pero Lizz no sabía exactamente qué esperar si salía.
Permaneció sentada aún en la camilla tratando de pensar qué hacer. Debería haber detenido a Damon, debería haberle explicado la situación y pedirle ayuda o al menos que se ocupase de aclarar las cosas con el directivo pero él había partido apenas había terminado su labor y que, por cierto, parecía haber hecho de mala gana.
La furia la invadió de solo recordar el modo en que él se había comportado o cómo la había subestimado y tratado, prácticamente, de loca. Le molestaba que él fuera tan endemoniadamente sexy. Ella nunca había pensado en un muchacho más que como un amigo y aquello le sucedía por crecer totalmente rodeada de hombres.
Ella era la única mujer en la historia en haber sido aceptada en los Black Knight, el mejor grupo de cazadores en Irlanda y también, según se decía, en el mundo. Todas las mañanas de su vida se había levantado religiosamente temprano para salir con ellos y volver a altas horas de la tarde. Al principio le había costado terriblemente hacerse un lugar. ¿Y cómo hacerlo siendo una pequeña niña entre un grupo totalmente de hombres? Muy pocos cazadores lograban entrar a los Black Knight y por eso a Lizz no le había sorprendido que solo hubiera un cazador más de una edad cercana a la suya. El prestigioso lugar que ella ahora tenía le había costado tiempo y arduo trabajo.
Y lo había abandonado porque Liam había tenido la idea de ir a New York.
Ella se puso en pie de un salto. Hubiera preferido quedarse en Irlanda. Era capaz de cerrar los ojos y sentir el viento sobre su rostro al correr. Un viento que ni por casualidad sentiría en aquella descomunal ciudad. Podía recordar el respeto y la cálida relación entre todos porque todos eran compañeros, hermanos. Se podía imaginar sentada frente a una fogata junto a su jefe manteniendo bromas y comiendo, sus camaradas siendo amables con ella y compartiendo risas.
Y sin embargo estaba allí en aquella enorme ciudad donde sus compañeros la acusaban de homicidio.
Ella pateó fuertemente una pared por la furia que sentía y entonces escuchó un leve gemido. Miró confundida la percha de la que aún colgaba su aljaba y se acercó lentamente. Volvió a patear la pared y nuevamente escuchó el gemido. Esta vez estuvo segura de dónde provenía y se acercó otro paso. Una tercera vez pateó la pared y entonces el leprechaun que había conocido antes saltó fuera de su aljaba y la miró de un modo suplicante y destrozado.
-¡No! ¡Los zapatos no! ¡Por favor! -Exclamó el leprechaun poniéndose de rodillas a sus pies.- ¡Hace décadas que no veo zapatos irlandeses!
Lizz comprendió al instante el dolor del pequeño hombrecillo e hizo una mueca al saber que era la culpable. Entre las cosas más importantes de la vida, los zapatos ocupaban un lugar prestigioso para los leprechaun. Ella miró sus botas y por un instante compredió totalmente la posición del leprechaun. Ella también se sentía sola y lejos de casa, y atesoraría cualquier objeto que guardase o la hiciera recordar su hogar.
Tomó su aljaba y miró su interior extrañada tratando de comprender cómo aquel hombrecillo había cabido ahí dentro. Solo entonces se le ocurrió pensar que un leprechaun podía escabullirse por cualquier lugar y que seguramente él no había tenido problema en meterse dentro de la aljaba. De hecho, el hombrecillo parecía mucho más pequeño a como ella lo recordaba.
Nuevamente Lizz se sentó en la camilla y ayudó al hombrecillo a subirse. Él permaneció de pie a su lado. Veinte centimetros ella le daba de estatura, no más. Ella miró al pequeño hombrecillo a los ojos, le resultaban extraño que él fuera lo más cercano que tuviera de su casa. Suspiró y tomó más fuertemente su aljaba aferrándose a ella como si fuera todo lo que le quedase.
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Cazadora
AventureLizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...