Capítulo 18

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Lizz supo aquella noche que discutir con Damon era totalmente en vano, él siempre encontraba un argumento irrefutable por más de las protestas de ella. Se tuvo que rendir y admitir que él tenía razón. Julian posiblemente la estaría buscando y el departamento de Jess estaba demasiado lejos. Era plena noche y hasta era arriesgado tomar un taxi. Resopló y aceptó seguir a Damon a su departamento que era lo más cercano y seguro.

Aún no se había decidido a perdonarle porque él la tratase como pobre niña a sus espaldas pero el frío lentamente fue desvaneciendo su furia y aclarando su mente. Cruzar el helado Central Park le ayudó a poner orden a sus pensamientos y percatarse que se estaba aferrando a aquella excusa para estar furiosa con él porque de lo contrario la otra opción era peor. Pensar que había dejado a la otra para salvarla de Julian la complacía de un modo que no debía.

—Quizás tengas razón, quizás estoy siendo un poco descuidada últimamente —dijo ella cuando estuvieron en el ascensor—. No lo soy pero con todo lo que me pasó y me está pasando es difícil actuar como cazadora. Una criatura me robó una flecha esta tarde, yo estaba volviendo al departamento de Jess pero considerando lo que ha estado sucediendo con mis flechas solo pensé en recuperarla. No me gustaría encontrar un día a Liam con una flecha mía en la garganta.

—Fue otra trampa de Julian, no es tu culpa. Él es muy astuto cuando quiere atrapar a alguien. Lamento lo ocurrido en el parque, no era mi intención —dijo él—. Esos territorios no son nada seguros, deberías evitarlos.

—¿Puedo preguntar qué interrumpí? —dijo Lizz.

—Una fiesta de Noche Buena —dijo Damon y sonrió al ver la expresión de ella—. No tenías idea de qué día es. ¿Verdad?

—Me olvidé —dijo ella—. Bueno, no es muy diferente a otras ocasiones. Siempre olvido las fiestas.

Lizz se quitó su aljaba y se dejó caer a lo largo del sillón con su cabeza sobre uno de sus brazos una vez que estuvieron en el departamento. Cerró los ojos durante unos segundos mientras luchaba contra los sentimientos que tenía. Supo que era totalmente en vano ya que no los podría eliminar y que tarde o temprano la vencerían pero igual lo intentó.

—Te fuiste esta mañana —dijo Damon y ella abrió los ojos.

—Estaba molesta contigo, intento todavía estarlo —admitió y él se detuvo junto a ella para observarla.

—¿Puedo saber qué he hecho para merecer el odio de una cazadora? —preguntó.

—Crees que soy una niña —dijo Lizz—. Odio que me traten como una niña. Solo porque parezca débil y frágil y cargue la mala suerte no significa que todos deban tratarme como a una niña. Y lo odio más que nada.

—No te veo como una niña —dijo él.

—Eso no fue lo que le dijiste a Jess o lo que seguramente estuviste pensando de mí —dijo ella.

—¿Quieres saber qué estuve pensando de ti? —Preguntó.

Damon se sentó en el borde del sillón y tomó su mano. Tiró de ella hasta levantarla y acercarla nuevamente desconcertando a Lizz. Nuevamente él estaba demasiado cerca y ella lo miró sin saber qué hacer.

—Estuve pensando cómo es posible que los demás se dejen cegar por los prejuicios de tu condición y te consideren frágil, que no vean que eres tú quien cuida de tu hermano y no al revés como creen, que te consideren una niña cuando claramente no lo eres. Cualquiera, esta noche, hubiera estado aterrado frente a un monarquista, aún más frente a uno como Julian y sin embargo tú no lo estabas. Actuaste perfectamente con calma y serenidad y le disparaste cuando cualquiera en tu lugar hubiera huido apenas hubiera estado libre. No eres una niña y no te considero como tal. Si le dije eso a Jess fue porque necesitaba sacarte de aquí cuanto antes —dijo él y sonrió al acariciarle el rostro e inclinarse—. Si te viera como una niña no estaría tentado de hacer contigo lo que quiero.

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