CAPÍTULO IX

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Louis lo sabía, aunque él nunca lo mencionaba.

Miró por la ventanilla.

—Pero supongo que nunca tendré hijos.

Harry frunció el ceño.

—¿Por qué dices eso?

Louis cruzó los brazos sobre su pecho.
—No me gusta... la clase de cosas que hay que hacer para tenerlos.

Harry pisó los frenos con tanta fuerza que los cinturones de seguridad se tensaron casi con violencia. Se volvió a mirarlo intensamente, sin decir nada.

Una vez más, Louis se ruborizó.

—¡Algunas personas son frías! —dijo, a la defensiva.

—¿Y cómo sabes que tú lo eres? —espetó Harry, odiándose de inmediato por haber hecho esa pregunta.

Louis apartó la mirada.

—No puedo soportar que un hombre me toque.

—¿En serio? Entonces, ¿por qué has dado ese gritito ahogado y te ha latido tan deprisa el corazón cuando te he tocado el hombro con la mano en la tienda de ropa?

—Ha sido... ha sido la sorpresa. ¡Eso es todo! —dijo Louis, beligerante.

Harry lo miró con los ojos entrecerrados.

-Tuvo que sucederte algo en el pasado. ¿Qué fue?

Louis lo miró, anonadado.

—Vamos —añadió él—. Ya sabes que no soy ningún cotilla.

Louis lo sabía. Se movió inquieto en el asiento.

—Uno de los amantes de mi madre se propasó conmigo —murmuró—. Yo tenía dieciséis años y me asusté mucho.

—Y ahora tienes veintidós —añadió Harry, mirándolo con dureza—. Ya no quedan vírgenes de veintidós años en Norteamérica.

—¿Y quién lo dice? —espetó Louis, ruborizándose de inmediato al comprender que había caído en la trampa.

La sonrisa de Harry, fue apenas perceptible.

En ese caso —dijo, en un tono ligeramente burlón—, ¿cómo sabes que eres frígido?

Louis sintió que se ahogaba. Respiró profundamente, tratando de calmarse.

—¿Podernos irnos a casa ya?

Louis lo miró un intenso minuto.

—Claro —dijo, finalmente—. Podemos ir a casa.

Mientras conducía, a Harry no se le ocurrió pensar que llevar a Louis de compras era lo último que tenía en mente esa mañana, o que el placer que sentía con su compañía era algo inhabitual.
En esa época, era una persona introvertida, estoica e inabordable; excepto cuando Louis estaba cerca. En cierto modo, el era tan vulnerable como el gatito que había adoptado. Sin duda era su juventud lo que lo atraía. Era como mimar a un niño que hubiera carecido de todo y disfrutar de sus reacciones.

Pero además, el temblaba cuando lo tocaba y él llevaba años solo. Le gustaba tocarlo y a el que lo hiciera.

Era algo que iba a tener que vigilar. La situación era explosiva. Pero estaba seguro de que podía manejarlo.
Louis era una dulce criatura. No haría ningún daño mimándolo un poco. Por supuesto que no.

Los hermanos, como Louis y el resto de los trabajadores, estaban agotados cuando la temporada del recuento de ganado llegó a su fin.

Louis no creía que Harry hubiera hablado en serio cuando le dijo que un día saldrían a cabalgar juntos a recoger terneros extraviados, pero una mañana, después del desayuno, le hizo ir a ponerse los vaqueros y las botas.
Ya lo estaba esperando en el establo cuando Louis fue a reunirse con él.

A STAR IN THE NIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora