CAPÍTULO VIII

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MARATON 4/4

—Es la clase de atuendo que tienta a un hombre a quitarte la ropa.

—¡Harry! —exclamó Louis.
Harry frunció levemente el ceño mientras miraba sus sorprendidos ojos.

—¿No sabes nada sobre la ropa y el efecto que producen en los hombres? —preguntó.

Con una temblorosa mano, Louis tiró del de la manga hacia arriba.

—¡Claro que no! Pero no pienso llevármelo si hace que... si hace que un hombre piense... en esas cosas.

Harry apartó la mano de repente, como si la piel de Louis quemara.

—¡Estaba bromeando! —mintió, apartándose—Te sienta muy bien y vas a quedártelo —añadió con firmeza.

Louis no sabía qué pensar.
Harry se estaba comportando de un modo muy extraño, y ahora ni siquiera lo miraba. ¿Estaba bromeando? En ese caso, ¿por qué parecía tan rígido e incómodo? ¿Y por qué le daba la espalda ahora que la señorita Bellamy había vuelto?

—Tome, Louis, pruébese éste. Guardaré el azul mientras se viste —dijo la dependienta, llevándose a Louis hacia los vestidores.

Harry se alegró de ello. Estaba esforzándose por controlar una erección que lo había tomado completamente por sorpresa.

Louis empezaba a tener un efecto muy claro en él y lamentaba haber insistido en llevarlo allí, si se ponía ese par de pantalones y ese suéter que dejaba a la vista sus marcadas claviculas cerca de él, iba a tener serios problemas.

Respiró varias veces profundamente, hasta que tuvo a su rebelde cuerpo bajo control.

Notó que Louis no le había mostrado el suéter negro que se había probado y que negó con la cabeza cuando la señorita Bellamy le preguntó por él.

También estaba intentando rechazar el azul. Pero él no estaba dispuesto a que lo hiciera. Estaba precioso con él.

—No vas a devolver el suéter azul —dijo con firmeza—. Necesitarás tener algo que ponerte si alguien te pide una cita —en realidad, Harry odiaba imaginarlo con aquel suéter en compañía de otro hombre. Pero Louis no salía con hombres, así que no debía preocuparse por eso—. ¿Has comprado los vaqueros, las playeras y las botas?

Después de que la señorita Bellamy recitara la lista de las compras, Harry sacó una tarjeta de crédito y se la entregó. No dejó que Louis viera la cuenta. Ya parecía bastante preocupado.

Unos minutos después estaban de vuelta en el todo terreno.
Harry dejó las compras en el asiento de atrás y luego ambos entraron en el vehículo.

—Has gastado demasiado —dijo Louis, nervioso—. No podré pagarte en meses, aunque me quites el dinero poco a poco de mi salario.

—Piensa en la ropa como en parte de tu uniforme —dijo él amablemente—. No puedes andar por ahí con la ropa que llevas. ¿Qué pensaría la gente de nosotros?

—Nunca viene nadie a visitarte.

—Vienen rancheros a hacer negocios. Y también políticos. A veces incluso organizamos una barbacoa al aire libre. La gente se fija en esas cosas y tendrás mucho mejor aspecto con esa ropa nueva.

Louis se encogió de hombros y suspiró.

—En ese caso, de acuerdo.

Harry no puso en marcha el coche. Pasó un brazo por el respaldo del asiento de Louis y lo miró abiertamente. Su apenas contenida excitación por el sueter azul empezaba a tener sentido para Louis.

A STAR IN THE NIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora